viernes, 28 de diciembre de 2012

Maestros.

Punto de llegada


Miro a las personas con atención. Entro en ellas.
Lo primero es apropiarme del mapa trazado en su rostro
con tanta diligencia.
Allí está la procedencia de sus certezas
y el norte de sus inquietudes,
reporte de la evolución de sus imprecisiones.
A continuación estudio la mirada.
La combinación de brillos y sombras
habla de dolencias mal tratadas,
perspectivas levantadas sobre bases endebles,
rabias añejas prestas al ataque,
una melancolía espesa fruto de haber percibido
el caos del mundo,
de saberse impotentes ante la voracidad del tiempo
y la frialdad del desamor.
Sigo con la voz.
Tanto el color como la cadencia esconden ruegos,
amenazas, sentencias anticipadas, promesas de éter,
cantos maníacos a los placeres de la materia,
coqueteos al espíritu del equilibrio.
Y por supuesto, me fijo en las palabras, en su peso volátil,
en la pericia con que son combinadas para simular la sabiduría,
la soltura con que se abandonan a las sandeces,
la prontitud para explicar misterios impenetrables,
el descaro de anularse entre sí,
la invencible habilidad para crear paraísos a corto plazo.
Para concluir mi catálogo reviso el conjunto
de movimientos corporales y el vestuario.
Los ademanes en la charla, el ritmo de la caminata,
las poses al estacionarse y esperar,
los giros intempestivos o estudiados.
En fin, toda la puesta en escena,
con sus gestos de saltimbanquis, monjes, verdugos,
completa el fidedigno reflejo que mis prójimos
hacen de mi esencia mundana.




domingo, 23 de diciembre de 2012

Monje Mundano.



Costado Oeste


No puedo precisar si el estado de pensamiento alcanzado es el que buscaba. Es abrumadora esta tendencia a escudriñar en cada giro de la vida un sentido central, interno, que no se revela con nitidez y que, para ser percibido, requiere una agudeza intuitiva mejor afilada. Creo que mis talentos no alcanzan a entrar en la naturaleza de las cosas, lo que alcanzo a ver de su esencia es un lado del diseño. Termino entonces con una versión de lo que sucede, que además de incompleta es superficial. Quizás la realidad sea un evento subterráneo que sólo nos acaricia de soslayo y lo que se vive es un sueño inconcluso nunca entendido. El desquicio sufrido al descubrir que he estado inventando explicaciones nada acertadas sobre la vida, me deja menos apto para adaptarme al mundo. Con el fin de gastar mis días, deambulo la ciudad en un trance voluntario en el que medito sobre el tiempo y la nada para luego escribir estas postales.




jueves, 13 de diciembre de 2012

Stand-up Comedy.


Puedo decir entonces mi desvarío
ya sin vergüenza
quizás con un poco de fatiga
la jornada ha estado sobrecargada
los tragos de vino pesan
más allá del umbral de aguante
el agua fresca viene a equilibrar la pesadez
la música de la nostalgia
es siempre un buen trance
un pedazo de pan francés
atrapa toda la atención
masticar se vuelve una labor profesional
soy un buen poeta
levanto el escenario en tres pasos
no necesito ensayar los gestos
ni los ademanes
el parlamento fluye experimentado
igual, a nadie le importaría un traspiés
no hay audiencia
los aplausos tampoco son esperados
es fácil encontrar quien obsequie un halago
también las bofetadas llegan sin censura.
 
No releo mis versos
en eso consiste esta filosofía automática
en usar siempre la misma máscara
recitar los proverbios mezclados entre sandeces
ser súbdito de la lluvia
hacerle por fin un desaire a la noche
y confesar la adicción a la buena cocina
decirle a las mujeres que sólo las admiras
si tienen buenas nalgas
los ojos no pueden negar la lascivia
las manos son incontrolables
se adhieren a toda redondez sin tener licencia
me entristece que no se entienda esa adición.
 
Los bozales no debieron ser inventados
la boca debe ser libre
las riendas son otro asunto
ayudan a fijar la dirección
son solidarias con la meta
conocen los instintos
obedecen al hechizo
acompañan al desahuciado
tienen ritmo.
 
La media noche habla en murmullos
añora
recuerda a quienes esquivan mi desfachatez
y me lanzan improperios
disfrazados de camaradería
yo les respondo como un monje mundano
el silencio es en verdad un agujero blanco
todo lo absorbe
licua paisajes sueños agendas
y nada nos dice
no suelta pista alguna sobre el porvenir
es juvenil y prepotente
aficionado a los postres
gendarme de la playa y el verano
secuaz de la luz
promotor de felonías que enfurecen.

Alguien sirvió queso en cubitos
rociados de pimienta negra
yo prefiero el sabor de la sal
el milagro más palpable que existe
conjuro contra la insipidez
descuido de los dioses
lastre del paraíso
sabor a hembra.
 
Entonces es momento de invocar al amor
decir que sólo bajo su tutela
entiendo itinerarios y bitácoras
epístolas de dudosa reputación
sentencias irrevocables
insinuaciones vitalicias
perdones postergados
único fin que deseamos sea prematuro.


sábado, 8 de diciembre de 2012

Tribu.



Saltimbanquis de Macondo



Miro a mi alrededor. Irremediablemente sé que voy a quedar atrapado por las figuras que veo. Todo me resulta una escenografía levantada con la intención de estimular mi imaginación. Cada imagen me narra una historia completa. Varias historias se mezclan para completar una película mental. Me concentro en los rostros y algunos ademanes y giros corporales. Los rasgos y los gestos condensan la mayor cantidad de información. Las líneas de las bocas hablan de silencios espesos adoptados después de largas conversaciones sobre el rodar de la vida y los anhelos apabullados. Las miradas, aunque suelen intentar ser insondables, en la superficie muestran ansiedad de saber lo que la existencia depara y el por qué de los eventos sucedidos. Sólo observo a las personas que están solas y en silencio, entregadas a sus pensamientos y recuerdos. En esa labor individual del recuerdo cada cual se desconecta del espacio exterior y se adentra en sí mismo. Lo que dejan traslucir suele dar cuenta de su caminata interior.
Las poses de sus cuerpos varían desde cadencias sensuales, cómodo desmadejamiento, actitud de espera, derrota, inquietud, ganas de saltar sobre alguna presa o enemigo, anuncio de llanto por llegar, muerte en vida.
Miro a mi alrededor y veo mi existencia insípida reflejada en los que avanzan junto a mi rumbo hacia la nada.


domingo, 2 de diciembre de 2012

Reacción En Cadena.


Trampa Vital



Lo que nos mueve a buscar la realización de nuestras metas es una necesidad interior. Se podría pensar que en algún momento recibimos exigencias del exterior para realizar alguna tarea. Pero lo cierto es que si esa exigencia no se conecta con alguna necesidad interior tampoco producirá un efecto de acción.
Más allá de una condición mental que nos impulsa a realizar ciertos actos, es ante todo  una fuerte necesidad espiritual de realizar algún deseo lo que realmente nos pone a actuar.
El espíritu empieza a existir dotado con lo que su esencia será mientras dura. Su diseño es único e invariable, nace completo, no evoluciona. El espíritu es en sí mismo un eslabón evolucionado, resultado de una etapa anterior y germen de una próxima. Su estado presente, el que recibimos, ya está elaborado de la forma que le corresponde y no sufrirá ninguna transformación. Lo que sí es factible de ser mejorado es el intelecto que acompaña a ese espíritu. Se entrena la mente para que comande los actos, el espíritu simplemente expande sus talentos (o sus taras) al ser estimulado por las labores que la mente realiza.


domingo, 25 de noviembre de 2012

Luz.

Al estribor de Mangalú


Voy agachado. No veo al mundo. Sé que hay fachadas y  un cielo impredecible, zumbidos de una ciudad tan espesos que se han vuelto inaudibles. Sin embargo, la luz. Ese ente volátil, manto que cae a través del espacio gaseoso en que deambulamos. La luz -matriz del color- sólo se puede poseer con la mirada. Los espejos la multiplican pero es la mirada la que recibe su fuerza fugaz, su eterna manera de decir adiós cuando llega.



viernes, 16 de noviembre de 2012

Origen


Casa Mostaza


Quizás la semilla del entendimiento se aloja en cada uno desde muy temprano. La infancia es sin duda el principio de toda idea. Todo pensamiento futuro nace como una sensación, un destello borroso que ni siquiera alcanza a ser intuición pero que es ya la raíz de lo que en adelante se agarrará a las entrañas y germinará en múltiples ramas que al final darán cuanta del tallo que las sostiene. Sé que lo dicho más que metáfora es una divagación muy abstracta. No es mi intención confundir. Sólo mostrar que todo resultado posterior está dictado por una primera percepción del mundo. Una imagen borrosa que con el tiempo gana nitidez gracias a la habilidad que la mirada adquiere para separar la cáscara del núcleo, el horizonte desbordado por una piedra donde sentarse, el abismo insondable por un trozo de grama donde yacer, el vasto cielo por un punto de tierra fijo donde estacionarse. Empezamos a existir como una explosión y luego nos recogemos como una ostra. La condensación es la meta real que no intuimos queremos alcanzar. En realidad no queremos expandirnos sino recogernos. Cuajar toda especulación en una sola certeza. Reducir toda verborrea a una sola palabra. 


domingo, 11 de noviembre de 2012

Perenne

Ventana Al Sur


En cada rincón del mundo hay un hombre que se cree el centro de todo lo existente. No reconoce que su vida es apenas otra versión más de las tantas que el tiempo ha fraguado sobre la faz de la tierra a golpes de intemperie e incertidumbre.
Por insólito que parezca, todo acto humano resulta predecible, sólo busca la realización de sus delirios, el placer de ser adorado como el dios ciego que es esclavo de la mezcla de sus lados oscuro y luminoso.
Aquellos afortunados que logran detener los impulsos de la idiotez y se estacionan en la inacción lejos de los pensamientos y sentires -a toda luz inútiles- son los héroes que reconocen en la muerte el tope excelso de la evolución y, aunque saben que no existir es la verdadera libertad, tampoco esperan la muerte con ansiedad. Cumplen su ciclo sin más veras.
Esos sabios son los fundadores de mi doctrina: Venerar la nada, adoptar la quietud.


lunes, 29 de octubre de 2012

Todo Parcial...


El gato de rayas mostazas ovillado en el alféizar de la ventana, su mirada atenta a mis gestos, el oscuro imperio de la noche que se desvanece, la ventana de enfrente, la luz espumosa tras la cortina, el cuerpo desnudo de la vecina en afanes de madrugada rumbo a su vida de estereotipos modernos, un ave que aún canta, el día que arranca su máquina averiada sin premura, mi blanda parsimonia de escritor engarrotado, la radio silenciada, el trozo de pan rezagado de la cena anterior, la vieja lámpara arrinconada, la foto de Mariana con una sonrisa juvenil y un corte de pelo de los 20, el ingenuo deseo de no querer acudir a la oficina, la somnolencia post insomnio, el crónico espasmo de los músculos del cuello, el olor a curry tostado, la silla de madera alemana, huérfana en el balcón, lacerada por la intemperie..., el tapete de arabescos marrones donde tiro las revistas de farándula, el grifo del lavaplatos, frígido, mudo. Mis pantuflas de goma amazónica antideslizante, el tarro de la basura desbordado de latas vacías de atún, los frascos de aceitunas rancias, botellas de licores de colores consumidos hace tanto, los rincones del cielo raso con sus telarañas guirnaldas de Transilvania, la camisa a cuadros blanquiazules sobre el pasamanos de las gradas añorando mi cuerpo de leñador raquítico, el afiche de la feria del libro de este año en la capital del hielo, mi gesto de Boy Scout mendigando cinismo, el reflejo de mis ojos sobre las sombras blancas del amanecer que invade la calle, la alarma tardía del despertador diciendo que es hora de volver a la vida…

 

domingo, 14 de octubre de 2012

Meta.


Jardincito  Zen


Nada nos impide avanzar por el camino de la confusión. La semilla de donde crece viene plantada en los genes y todo acto que se realiza la abona, la cultiva para hacerla infalible. La pausa para intentar planear qué hacer es inocua, sus efectos efímeros. Y nunca se percibe con prontitud que vamos en caída. Los días son sinuosos, de invisible embeleso, irreversibles.

No existe ningún acto humano que sea nuevo. Todo efecto de la bondad es un mero barniz sobre las llagas de la desesperanza pues la reverberación de la barbarie es perenne, corrosiva, nuestra.

Volver a la quietud, a la mágica libertad de la contemplación inanimada. Diluir el pensamiento en la poderosa blancura de la Nada. Ser, por fin, Olvido. 


jueves, 4 de octubre de 2012

Felonía.

Mariana lee...
   
   Todo amor es una retirada.

   Nostalgia cruda
   Sueño en ahogo paulatino
   Tragedia de meloso impacto
   Versión de una tarde que no transcurre
   Tibia penumbra prolongada.

   Paraíso baldío
   que por no tener entrada
   tampoco tiene salida.




martes, 25 de septiembre de 2012

Estación.


Soy una imagen producida por otras imágenes.

Miro el piso donde me estaciono a esperar el bus, hay una flecha amarilla indicando la dirección en que debo abordar, dos puertas  de vidrio y marco de aluminio se abren automáticamente para dejarme ir, la estación es un recinto metálico pintado de gris. Son las cuatro de la tarde y la luz del sol mantiene su intensidad igual desde el medio día, una mancha magenta de pintura anticorrosiva sabotea la uniformidad opaca del concreto del piso, la base de la edificación es una plataforma levantada a un metro de la calle.

Mi camisa azul celeste resplandece con el fulgor  del sol, mi entrecejo arrugado brota sudor en gotas saladas. Hay viento fuerte, ese es el milagro de esta ciudad oriunda del fuego, el aire se mueve tan deprisa que la candela del verano se ve mermada, nada chamusca. Yo nunca me preocupo de los cambios del clima, esa prepotencia es asunto de la naturaleza.

Sigo la rutina programada, soy un zombie vegetal sazonado por delirios silenciosos, miro a todo lado sin girar la cabeza más de 30 grados, no me dejo tocar por los azares que padecen las personas junto a mi, sus vidas poco me dicen, prefiero regocijarme aceptando que sus formas son la expresión fallida de una belleza que perdió su carisma.

Mi boca no se fatiga de estar quieta, sabe que entre menos palabras haga públicas menos me veré forzado a interactuar en los diálogos sin sustancia con que se malgastan las palabras cada día. 

lunes, 17 de septiembre de 2012

Video 1

Imagino que estoy sentado en un muro
en medio de la tarde
miro la avenida que avanza hacia el norte
escoltada por fachadas coloniales
mi cabeza está dentro de una burbuja
el ruido de los carros no entra
soy dos hombres
uno sentado y otro que me mira
me veo desde una distancia corta
tengo el pelo rizado
visto camisa blanca
y pantalón oscuro
mi piel es muy blanca
un tanto rosada
solo
me siento solo
pienso que las personas
podrían enterarse de mi soledad
necesito que me descubran
y acudan a abrazarme
o a conversar un rato
la tarde está gris clara
muy tibia
también solitaria
el tiempo flota
hace de la escena una postal cotidiana
en la que nada transcurre
y la vida vuelve a ser
un evento insípido
arrítmico
ajeno
 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Alacena De Lo Inútil



Cansado de mirar imágenes en la pantalla, motivado por encontrar ese rostro femenino que reúne la nostalgia, la alegría, la perversión, la picardía, la ternura, la soledad, el deseo, la lujuria, todo en uno, todo a la vez.
Rostro invariable, eterno, sensual, rotundo, impostergable, volátil…

Eso que ves son los rastros de un paraíso que no se puede visitar, fuerza subterránea que acabará con tus cimientos, placer que no te será concedido, ternura que se burla.
Miradas cuestionan las pasiones que no entienden.
De nada sirve acumular imágenes, promesas sin sustento.
La voracidad de un mal poeta es insaciable.


lunes, 3 de septiembre de 2012

Poemillas.




I

Todo me impacta.
Los elementos en que subsisto
prometen giros
que no sé cumplirán.

Me voy desgajando,
la intemperie ha sido muy larga.
¿Hacia dónde mierda va la vida
que todo parece el ensayo
de un dios zurumbático?

II

Una imagen me jala hacia el horizonte
(nunca hacia el abismo).
El viento me levanta del suelo
pero la lluvia no me calma la sed.

III

La fragancia de una mujer me derrite los huesos.
Ay el abrazo estrecho, tibio, prolongado.
Su voz arenosa me llama, susurra que me espera.
Ay el beso único.
Su mirada tranquila augura que algo será posible.

martes, 28 de agosto de 2012

¿Dónde se hospedan los recuerdos?


En el corazón (músculo que bombea sangre)
En el cerebro (órgano de conexiones eléctricas)
En el estómago (bolsa procesadora de alimentos)
En la espalda (soporte donde cargo la cruz)


Mis recuerdos de ti están en mis ojos,
en mi boca, en mis manos, en mis versos...



miércoles, 22 de agosto de 2012

Amalgama.


Mariana estaba absorta. Tenía los ojos puestos sobre el pocillo de café a medio acabar pero no lo estaba mirando. Su pensamiento andaba recogiendo pedazos de recuerdos y mezclándolos  en una sola secuencia. Sabía que Agustín era el hombre que amaba pero también tenía la certeza de que no era el hombre con quien quería compartir su esencia interior. Sonrío cuando cayó en la cuenta de lo que acababa de pensar. Esencia interior. Nada podría ser más ridículo. Tomó un sorbo frío. Entonces sí miró el pocillo. Se dio cuenta de que había heredado la costumbre de tomar café negro de sus salidas con Agustín. Pero ahora estaba en otra ciudad, en otro tiempo. Atrás quedaban las tardes llenas de brisa y luz en la terraza de la Librería Olvido. Se fueron las conversaciones sobre el temple que hay que tener para aguantar los días y sobre la búsqueda de la palabra exacta para exponer cada idea, temas ineludibles con Agustín. Hoy estaba sola, en un cafetín oscuro y maloliente. En lugar de brisa había llovizna y a cambio de atardecer que se va, ocurre una mañana que recrudece. No tiene frío, mira el reloj y calcula que Octavio está por llegar. Siempre fue cumplido. Mariana se percata de una ansiedad diminuta que se espesa dentro y corre el riesgo de empezar a crecer. Esto ya lo he hecho antes, se dice como para invocar la calma. Octavio fue su amante de muchos años y aunque hacía tiempo no se veían ni hablaban, al reconocer su voz en el teléfono la noche anterior él había reaccionado con alegría, para ser más exactos, con entusiasmo. Estoy aquí, le anunció en un tono de invitación y él respondió, cuándo nos vemos.

Mariana no quiere explicarse donde se amarra su vida con Octavio. Sabe que hay lazos invisibles que reconoce en la facilidad con que se enganchan en charlas sueltas y encuentros sin tiempo. Lo del tiempo lo ha pensado con nitidez. Los años no pasan entre ellos, para ser precisos, no acumulan peso. Son livianas las horas que pasan juntos. Cualquier cuarto de hotel le parece bien. El pacto se mantiene innombrado y por lo tanto no corre riesgos. Se encuentran a mitad de la mañana, a eso de las diez y media en el Café Monserrat, en una de las mesas centrales que permiten mirar la calle que baja hacia la zona del comercio, se toman una bebida de chocolate con galletas y salen. Un taxi los lleva a cualquier hotel del norte, uno de esos de encuentros cortos.

Mariana sabe que con Agustín tiene que ser otra. Una que no genere sorpresas. La mujer que es puerto seguro. Por eso partió a este viaje de dos semanas sin despedirse. Está segura que Agustín sobrevivirá con su ausencia. Acaso sufrirá un periodo de ensimismamiento que supone tampoco será muy largo. Él está diseñado para ser taciturno o funcionar como una máquina casi irrompible. Se sorprende de amarlo. Aquella precisión en sus movimientos que al principio le resultó tan embriagadora, hoy la percibe como un cálculo cerrado que la incrusta en una rutina sin elasticidad. Junto a Agustín el día está fraccionado en cajones, se avanza a saltos de rayuela, oficina, apartamento, supermercado, restaurante, cama, librería. Todo tiene un encanto medido que se repite sin cambio. La embriaguez se tornó insípida. No era que Octavio fuera distinto. Con él también todo ocurre de manera programada, pero los bordes de cada movimiento son tan borrosos que causan la sensación de que se está improvisando la vida aunque en el fondo se sepa que todo corresponde a una repetición conocida.

Sabía que había propiciado este encuentro con Octavio para que fuera el último. Un fin de semana para cerrar otra puerta. Volvería donde Agustín a cancelar esa promesa de honestidad, no dicha en voz alta pero sustentada en la tácita necesidad de no dejar cabos sueltos.

Mientras esperaba y mezclaba recuerdos de ambos hombres, Mariana llegaba por fin a la certeza de haber identificado con exactitud el tipo de amor que no buscaba.

 

lunes, 13 de agosto de 2012

Espirales.


Entro ahora en mi mismo
con el compromiso de rehacerme por dentro.
No hay pausa,
no sé cómo inventar la pausa.
Mi voz redacta las horas
con una melodía de lluvia.
Las imágenes dan forma
a mi teoría sobre el hacer la vida.
El cansancio es un ardor
que me zumba sobre la espalda.

Mi pequeña mujer será dínamo
de un amanecer lleno de edificios.

En esta nueva tarea
no he de volver sobre mis sílabas.

Sólo ahora veo que cada hombre
es una dimensión hecha
por objetos que lo delimitan.

Mis cuerdas vocales
nunca aprendieron a vibrar
en forma de canto,
todo grito me quedó mal fabricado.

martes, 7 de agosto de 2012

Primer Párrafo...



Nací en la ciudad y este hecho colgó sobre mi mirada ese matiz de indiferencia con que los citadinos somos moldeados sin notarlo. Crecí metido entre avenidas de tráfico acelerado y edificios formando un laberinto de cuadrícula sencilla. Paisajes quebradizos se extendían en rayas trazadas con concreto y metal. Los ruidos de la naturaleza se reducían al golpeteo de los aguaceros sobre los tejados, ladridos de perro y algún gallo lejano que siempre cantaba a destiempo y era maldecido por el vecindario en pleno. Típica estampa de los barrios populares de la periferia. Allí tuvimos la suerte de estar cerca a los últimos plantíos de millo donde íbamos a recoger huevos de codorniz o a pescar tilapias en un río flaco, nada arisco, aún no contaminado irremediablemente.
Con el final de mi adolescencia también se acabó mi contacto con la naturaleza. No niego que hoy me percato de la existencia de parques, zonas verdes y arborización urbana con sus jardines bien diseñados que hay en los sitios donde la municipalidad decide hacer presencia. Pero no tengo ningún contacto con estos espacios. Tan sólo los percibo como puntos de referencia para las rutas de buses o la ubicación de los barrios. Es como si estos árboles no fueran ejemplares de la naturaleza.

Siendo ya adulto, el campo se convirtió en un sitio oloroso a yerba donde íbamos en pequeñas hordas de amigos a sentirnos bohemios y melancólicos sin que esa variación en la rutina tuviera alguna conexión profunda con la vida o el planeta. Habíamos asimilado la costumbre burguesa de ir a la finca el fin de semana llevando los embelecos requeridos para gozar en el campo de los rituales ejercitados en la ciudad. Éramos entes repitiendo lo que el medio y la época imponían como un reflejo de su esencia mundana. No teníamos conciencia ecológica y ni siquiera urbana. Tal era la poca profundidad con que ciertos temas de la vida habían logrado calar en mi mente. Ver más allá de mis narices no era una opción considerada con seriedad. Durante años fui víctima de un hedonismo inoficioso que sólo vino a ser aminorado por el llamado de los libros.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Escalera

Estas bitácoras suceden de manera escalonada, tal como avanzan mis días. El primer peldaño es la mañana. Entro en ella hecho un gusano que se desenrosca. Mis primeros pasos se mueven de memoria, sólo tomo conciencia de quien soy al salir a la calle. Allí nunca puedo ser incauto pues mi barrio está marcado con una cruz roja en la agenda de los malandros. Para mi fortuna el frío del amanecer, alcahueta y omnipotente, completa mi retorno a la vida en el instante en que me atraviesa el pellejo con sus agujas heladas.
Otro escalón del día va en bus hasta mi albergue laboral. En la oficina, entre ajetreos de la rutina doy paso a ese hombre que triunfa sobre la parsimonia de tareas siempre iguales, y acicalado de reflexiones y saberes de maestro orientados a sentir que es posible gozar del otoño mientras llega la primavera, logro ser jocoso y cabal.
Al medio día engullo mis alimentos con el sosiego de un jubilado alegre, y si el trópico ha tenido la compasión de programar un cielo soleado con pocos vatios y algunas nubes hacen sombra sobre la avenida, aventuro un paseo corto hasta la Librería Olvido por un café negro mientras ojeo una vieja revista de farándula.
El siguiente tramo de las gradas de mi jornada cruza la tarde entre cabeceadas frente al papeleo de turno que entra crudo por una esquina del escritorio, y si he estado hacendoso, sale cocido por el extremo opuesto. A mitad de este recorrido de cuatro horas se atraviesa un pocillo de té de durazno, espesado con leche en polvo, cargado de azúcar y secundado por galleticas de avena con maní. De fondo siempre pongo a susurrar un viejo álbum de música instrumental brasilera.
Hacia las seis de la tarde llego al tope de mi escalera de Jacobo, atolondrado y silente, listo para que salga a flote ese otro pensador que dentro de mi se ejercita en atesorar palabras para convertirse en escritor de oficio.
La siguiente escena tiene como ingredientes la brisa olorosa a trigo horneado patrocinada por la panadería de la esquina, un arrebol hecho de rayas y manchones tenues, gente que viene o va según inicie o termine alguno de sus ciclos vitales, docenas de vehículos de la más diversa pelambre, y yo, zombie vegetal, casi flotando al caminar paralelo al río, con rumbo al sur de la ciudad, vuelvo a abordar la ruta que me jala de regreso a mi casa en Mangalú, cima de mi cotidianidad, recinto cálido donde mi mujer se pasea desnuda para regocijo de mis ojos y desquicio de mis manos. Trepo en los aromas de su cuerpo como subiendo por una escalera que me lleva hacia la noche, la perfecta noche atiborrada de besos bajo el picoteo sincopado de la lluvia sobre el techo.
Comprendo que a pesar de tanta zancadilla atravesada por el hombre, el reloj del mundo aún avanza sin alterar su ritmo.
.

lunes, 23 de julio de 2012

Al Oriente



Camino por los barrios pobres del oriente de la ciudad y me siento agredido por la brutalidad del hombre. Las calles palpitan a filo de cuchillo o a estallido de pólvora. La gente habla cánticos que no permiten la armonía entre anhelos y realidad. Somos fieras a punto de saltar sobre cualquiera que se cruce. En las miradas vibra la impotencia y la sospecha. Hay polvo, ruido, calor, entes desahuciados, alimañas, cosas vivas.

Trepo en un bus hermético, de lámparas blancas y aire enfriado a máquina. Quedo aislado del paisaje pero siendo parte de la coreografía de la vida. Dejo que la ruta me saque del escenario, es mi forma de huir, de resistirme a pertenecer a un mundo pobre, sucio, fracturado.
Mi mente sigue cautiva de una villa antigua sobre una colina junto al mar en un país de cuatro estaciones y lengua extranjera.
Quiero una casa que mire al horizonte, olorosa a heliotropo y a cazuela.
Saco de mi morral un libro de historias épicas y de repente suena un estribillo de blues en mi cabeza. Soy un híbrido armado con retazos de épocas y latitudes diversas.
Sólo el recuerdo de mi mujer me convence de que vale la pena hacer la tarea, labrar la jornada, escribir el poema.


lunes, 16 de julio de 2012

Tan Solo Una Figura...



Si me vieras ahora, apostado junto a la ventana, en pose de hombre que calcula, agradecido por la lluvia que me pone en trance, mirando la noche mojada, quejumbrosa; quizás te burlarías con disimulo. Sabrías que no sufro mucho, que los miedos son pasajeros y los sinsabores de la vida se han vuelto un postre esporádico.

Reirías de mi puesta en escena. Un hombre mirando el invierno con un gesto insípido que no alcanza a ser bohemio. Quizás verías un cuadro que produce curiosidad y al instante se olvida. Postal para turistas en un museo de baja alcurnia.

Pues te digo que eso era lo buscado. Ser un elemento más de una composición plana aunque nítida. Soy un hombre de bordes visibles pero sin destellos. No sobresalgo, sólo soy un juguete del tiempo.

Sentirás el alivio de no haberme amado y haber tomado el camino que te alejo de mis ojos sin enigma, de mi silencio inútil.

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miércoles, 4 de julio de 2012

BRONX


Tengo la certeza de que dentro de algún tiempo voy a vivir en NY. Cuando pienso en el asunto me digo que un par de años bastarán para escribir una novela corta. Ya nadie quiere ir más allá de la página doscientos.
Esta fantasía me viene desde muy pequeño. Madre siempre quiso que yo me fuera a vivir al exterior, aunque sé que su interés era económico, en mi quedó el nombre de Estados Unidos como una instrucción esencial que marcaría muchos de mis actos venideros. No es gratuito que me haya dedicado aprender inglés hasta convertirme en un bilingüe aceptable. Pero es Nueva York la ciudad que se ha apoderado de mis ensoñaciones. He visto infinidad de películas donde la capital del mundo es la protagonista. He grabado imágenes de calles, edificaciones y gentes. Incluso he escrito un par de historias ambientadas en la Gran Manzana. También mi pasión por el blues es fuerte. Mi colección de Cds es gruesa.
Creo que lo que más me seduce es la luz que baña los paisajes de la ciudad. Los afiches de invierno dejan en mis ojos un letargo de niebla que aún no logro poner en palabras. Desde siempre, el sonido de la lluvia me habla de múltiple formas, básicamente en imágenes. La sensación sonora se aposenta en mi piel. Un frío liviano me traslada a espacios delirados. Dejo de ser yo para adoptar el oficio de un fotógrafo sin cámara. Percibo ángulos, extiendo perspectivas, visualizo tomas de instantes en los que me gustaría perpetuarme a mí mismo. No tanto como protagonista pero si como el espectador universal que todo lo registra.
Y pensar que Nueva York no sabe que yo existo.

lunes, 18 de junio de 2012

Laura



Cuando llegó, Laura se sentó frente a mi y empezó a hablarme de no sé que vaina que le había pasado a su hermana antes de salir y por eso había llegado tarde. Yo realmente nunca le prestaba atención a lo que decía. La invitaba a tomar café con pastelillos de mora los sábados por la tarde en los altos de la Librería Olvido con la sola intención de aliviar mis días de desempleado y zafar mi mente de tanta idea inútil con que llenaba las horas. Sus tardanzas en nada me tocaban.
Ese fue el sitio de encuentro desde la tarde en que coincidimos buscando revistas. Ella de moda, yo de superhéroes. Días después pasaríamos a las de pornografía. Sin malicia, más bien con una curiosidad distraída, casi insípida.

Estaba vestida  del mismo modo barrio popular que tanto me chocaba. Su dosis de maquillaje de telenovela y el perfume de tienda del centro le aumentaban su aura campesina. A pesar de ser tan hermosa Laura no siempre lucía agraciada. Alta, muy delgada, de pocas curvas y sin matices en la piel,  albergaba toda su fuerza seductora en sus enormes ojos negros. Expresivos y coquetos, acompañados de cejas bien dibujadas y pestañas espesas, me hacían hervir con cualquier insinuación de reojo. Cuando le hablaba cochinadas ella se sonreía y al tiempo se saboreaba con un gesto vulgar, provocativo.

Era una joven linda y plana. Cero imán, cero perspectiva. Pero exquisita en textura, color y sabor. Y me decía que sí a todo lo que yo le propusiera. Así que yo me dedicaba a mirarla con paciencia y a entretenerla con historias de viajes inventados que la hacían suspirar mientras amasaba sus pechos diminutos. No se inmutaba con mis abusos en público con tal que la llevara cogida de la mano.


(Si deseas seguir leyendo ve al siguente enlace)

http://www.odradekelcuento.com/3odradek19.htm


Revista "Odradek, el cuento", de Colombia.



lunes, 4 de junio de 2012

En...

Este rincón de tu cuerpo que saboreo
sin saciarme,
ni esfuerzo ni fatiga.
Carne almacenada viva
que no se añeja,
olor agridulce
diseño de alta orfebrería.
Piel que devoro sin engullir,
Libre,
huésped de un ritual antiguo
siempre nuevo.
Tu vagina,
rúbrica de tu ser
donde el tiempo es vencido
y mi sangre se deslíe.

miércoles, 30 de mayo de 2012

1


¿Y si, de pronto,
dijera que sé de donde viene la soledad?


He descubierto el tubo que insufló la bruma,
la compañía que fabricó e instaló
los muros de cristal alrededor del bosque.
Supongo que nadie me creería.


Casi todos insisten en mirar para otro lado,
agacharse cuando se descuelga la lluvia,
enconcharse contra el frío sin rozar a otros.


Yo renuncio a ser un árbol solo.
Me desplazo en busca de cuerpos similares al mío,
me urge decir que somos idénticos,
juntos somos el todo
que escapará del encierro de estar libres.
.

martes, 22 de mayo de 2012

Rutina


Hacia dónde quiero marchar.
Deliro un refugio cómodo
con jardín y vista al horizonte.
La mirada del mundo
hace que me atemorice de mis torpezas.
Nadie ve el esfuerzo que hago
por mantenerme cuerdo,
por no salir a degollar transeúntes.
Mi rostro agobiado pasa invisible.
Aunque voy erguido
acarreo un simio avergonzado.
El silencio que exhibo
no es señal de cobardía.
Poco importa el desenlace de los días.