sábado, 23 de marzo de 2013

Secuencia del Arlequín 1


Hacia el otro lado


Esta fragilidad en que habito me imparte lecciones de prudencia. Reconozco que la ira es uno de sus rostros. El descontrol, su núcleo. Quizás el antídoto para tanta blandura sea aceptar mi rol de arlequín y acostumbrarme al escenario que la vida me impone. Fuera de esta realidad no hay paraíso.

Soy una máquina sensible cuya vida útil tiene una fecha impostergable.

Sabiendo que el futuro es La Nada, adopto la doble misión de ser -en los días que gasto- mesías y verdugo de las palabras con que levanto estas paradojas.



martes, 5 de marzo de 2013

Escenario.


Por ahí...



Miro a mi alrededor. Irremediablemente sé que voy a quedar atrapado en las figuras que veo. Todo me resulta una escenografía levantada con la intención de estimular mi imaginación. Cada imagen me narra una historia completa. Varias historias se mezclan para consumar una película mental única.
Me concentro en los rostros, ademanes y giros corporales. Los rasgos y los gestos condensan la mayor cantidad de información. Las líneas de las bocas hablan de silencios espesos adoptados después de largas conversaciones sobre el rodar de la vida y los anhelos apabullados.
Las miradas, aunque suelen intentar ser insondables, en la superficie muestran ansiedad de saber lo que la existencia depara y el porqué de lo sucedido.
Sólo observo a las personas que están solas y en silencio, entregadas a sus pensamientos y recuerdos. En esa labor individual cada cual se desconecta del exterior y se adentra en sí mismo. Lo que dejan traslucir suele dar cuenta de su caminata interior, de su trastabillar.
Las poses de los cuerpos varían desde cadencias sensuales, cómodo desmadejamiento, actitud de espera, derrota, inquietud, ganas de saltar sobre alguna presa o enemigo, anuncio de llanto por llegar, muerte en vida.
Miro a mi alrededor y veo mi existencia insípida reflejada en los que avanzan junto a mi rumbo a la nada.