Mi
mujer se ha escapado por una rendija de luz.
Me
da pereza ir a buscarla.
Volverá
cuando saque la torta del horno
o
cuelgue la hamaca en el jardín.
Le
gusta ir a recoger espejismos,
o
soltar suspiros en el acantilado.
Antes
yo la acompañaba,
me
sentaba a su lado
a
mirar el horizonte dilatarse,
le
ayudaba con la suma de unicornios
y
a escoger los zapatos para la oficina.
También
le hacía trenzas y masajes
o
la ungía con mis labios babosos.
Mi
mujer no cree en el poder de las palabras
quisiera
tener 5 empleos
le
da pánico sentir la mente vacía
tiene
5 personalidades públicas,
de
las ocultas no tengo indicios.
Sólo
me ama los domingos por la mañana
después
del sexo
y
antes de perderse
en
los matices de luz del otoño tropical.
Yo
la acompaño a ser volátil y malcriada,
no
amarla es imposible.