jueves, 29 de diciembre de 2011

Torbellino.

.

Va. La cosa es gráfica como siempre. Quiero que la mano vaya a la velocidad de las ideas. Pero voy en un bus que no se mueve despacio. Se debe a la hora en que transitamos, son casi las diez de la noche. Rodamos por una de las arterias principales de la ciudad en invierno. Los ruidos del aire acondicionado del bus metro tienen un sonsonete irrompible. Quiero redactar frases cómodas con ocurrencias inesperadas. No ayuda que llevo dentro cinco cervezas acompañando la nostalgia por mi mujer chiquita de caderas desbordadas.
Hay voces juveniles femeninas detrás mío, al fondo, allá donde el bus metro culebrea firme y poderoso. A mi lado una joven de suéter negro duerme su fatiga de un día de agites. Lleva sobre el regazo un morral de cuadros lilas. Horrible. En la silla de enseguida una balilarina precolombina teclea en su celular los títulos de las canciones que va a escuchar. Lleva una bufanda negra pendiendo de su cuello y sobre los labios un gesto de india toreada. Usa bluyines de cadera corta.
De pronto paro de escribir y levanto la mirada, descubro que la ciudad sigue siendo el mismo cruce ruidoso de callles que recuerdan los años 70 con sus colores gastados. Es nada lo que el decorado ha variado.

La lluvia se ha detenido pero los charcos son tantos que uno no deja de sentirse náufrago. Voy hacia el sur. Mi mujer está en el norte. Acordamos encontranos en el futuro, allí donde nada existe, donde toda idea es una especulación de soñadores desolados.
Me hace falta mi MP3, extraño la música. Paralelo a ella todo es cascajo sonoro. Ni siquiera las voces logran ser entretenidas. Las palabras al intentar redondear las ideas sólo ofrecen una muestra parcial de lo profundo o lo esencial. Pocos seres son fanáticos de sus pasiones de manera cotidiana. Quiero decir que nadie es experto en nada. Por eso no hemos logrado dar cuenta de qué es lo que sucede.

La avenida sufre un cercado de postes de donde cuelgan luces amarillas ocre. La perspectiva cae en un tobogán de curvas leves y sobresaltos diminutos. Es inoficioso huir de los circuitos que te conectan a una realidad armada con teclas, botones, pantallas, bafles, cables y enchufes. Somos carne de pálpitos vegetales que nos redimen apenas. Los artefactos han empezado a redefinirnos imperceptiblemente.

Si el aire fuera de color azul claro opaco se vería que todos estamos conectados a una membrana gaseosa que nos proporciona la vida. La sangre, ese torrente rojo magenta espeso viscoso de sabor oxidado, es tan sólo un subalterno del aire. Se vive con sangre y con aire. Somos un tanto gaseosos por dentro. La solidez nos viene de la acumulación de masa pero son los líquidos y los gases los que sostienen la vida. Y claro, las descargas eléctricas, que ponen a vibrar el conjunto de órganos y elementos metafísicos que somos, hacen de cada agitación un enigma emocional y racional que nos define aunque no nos explica. Nadie ha logrado explicar con exactitud por qué suceden las incongruencias de la vida ni por qué persiste el aletargamiento de convertirnos en ese otro que ya hemos sido.
Todos funcionamos como masa útil del ciclo evolutivo de una naturaleza incomprendida, ridícula.

.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Diatriba Falaz.



El desvergonzado espectáculo de la intimidad:

A los que narran sus malabares cotidianos,
desde la reparación de un grifo
hasta el menú de la cena,
pasando por dolores reumáticos
y las zancadillas del amor.

A los que no han logrado ver
que su verborrea es un mantra que ensordece
y nunca funcionará como antídoto
contra la manía de ingerir penurias
torpemente inventadas.

A los que juegan al Creador, y se lo creen.

A los que han perdido el pudor
y calan el llanto y la queja como blasón cotidiano
que los distingue como únicos y especiales.

A los que pregonan una despedida inconclusa
pues nunca terminan de partir.

A los que se ocultan detrás de máscaras transparentes
para hacer sus muecas perversas.

A los verdaderos artistas
que sí pintan, dibujan, fotografían y escriben
la elaboración de un saber esencial sobre la existencia.

A los que han logrado hacer de la búsqueda profunda
una labor de orfebrería y lo publican para ser colectivos.

A todos los blogueros que visito
y resultan ser mis similares, eco, espejo,
va un aplauso, una sonrisa,
una amorosa burla almibarada.


.

martes, 13 de diciembre de 2011

Vigía.

De la serie: "Ciudad Gris":


23

Llegó la lluvia.
Yo la miro caer como un obsequio.
Es hermosa.
En la calle, la gente viste paraguas,
camina distinto.
Todo lo veo turbio, con ojos sucios.
Hay frío, charcos chispeantes.
Sólo los árboles gozan la humedad.
Los edificios parecen sudar.
Los rostros lucen desconsolados, anhelantes.
Y yo creo que el ritmo de la vida se nutre
de estos intervalos de placer y penuria,
calma y agite, sol y lluvia.


24

Cae la tarde,
Su gris pálido se va adueñando
de los últimos vapores salmón del cielo.
Se unen arabescos violáceos y láminas de plomo.
La avenida se adelgaza hacia las montañas.
Veo árboles y edificios ennegrecer poco a poco.
Empieza la lluvia que invade al verano.
Las luces automáticas hacen presencia.
Aunque nada los persigue
la gente corre como huyendo.
La lluvia no sabe que existimos.
El agua todo lo toca con su tempo invencible,
nada limpia.

.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Parentela.

De la serie: "Ciudad Gris".


La tristeza de hoy es ancestral, invocada.
Miro pasar la vida. Como trozos de pan.
Bebo sorbos de café. La vida pasa.
Miel, hiel, amargo sinsabor.
Todo habitante de la calle es mi semejante,
El que niego, el que miro de soslayo.
La vida no pasa, soy yo quien sigue de largo
y procuro no llevar ninguna carga.
Dejo regados los recuerdos,
No acumulo anhelos.
He descalificado la espera
como estrategia de ser.
Pero mi quietud me pone triste.
Transito en círculos.
Mis pasos van, mi corazón se queda.
Mis ojos huyen, el silencio triunfa.
Permito que el otoño sea la pulpa de mis días.

.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Inventario.

.

Ella dibuja un corazón en un papel,
otra muestra su foto
aquella envía cartas

Julana hace promesas
Mengana observa mi hábitat
Sultana quiere insultarme
Perenceja escudriña, sopesa.

Una se anuncia y viene
esta llega por sorpresa
ambas traen candados
ninguna adivina mis sueños.


.

martes, 29 de noviembre de 2011

Ante Mis Ojos.

De mi libro: "La Sombra Dividida"



EN LA MESA CONTIGUA

Tal vez la rubia de anteojos a mi lado
conozca un amor de pieles
y enrede en su lecho
aromas
lunas
trinos.

Tiene el torso erguido
y el cabello templado.
Hay blancura en sus ademanes.

Quisiera su mirada
pero es tan espeso el aire
que toda ella sucumbe en esa gelatina invisible.

Sus labios me apuntan como frutas coloradas.
(Un gato se pasea sigiloso bajo la mesa.)

Mi corazón habita en un iglú.
Quizá la rubia de hombros firmes sea hija del sol,
tal vez si me acerco un poco
su calor deshiele el llanto de mi rostro.



LA MULATA DE ALLÁ

Ella pasa
—libélula sobre un estanque—
y se sienta frente a mí.

Sus labios,
extendidas alas
de gaviotas.
Su piel,
chubasco de canela.

El vello oscuro de sus muslos
me ordena navegar en la tormenta.

De pronto levanta los ojos y me halla.
Su mirada calcula la distancia
donde se encuentra mi corazón
y me anuncia, con una sonrisa,
que acaba de soltar la flecha.



1990.

.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Escenario.

"Mesa De Al Lado".


No desviaré la mirada,
mi rostro estará quieto,
no querré decir nada con mi boca
ni mis cejas.

La postura de mi cuerpo será acrílica
pero mis ojos avanzarán
siguiendo el contoneo de las caderas,
el saltito sincopado de los senos
en sus canasticas de tela.

La osadía de mi vista se posará
sobre las redondeces destapadas
o atravesará fibras para adivinar
ranuras, penumbras, abultamientos…

Mis ojos registrarán
cada diva que pase cerca a mi mesa.
Todo pasillo será una pasarela.

.

viernes, 18 de noviembre de 2011

La Señora.

"Mesa De Al Lado".


Mitad del invierno, mañana gris.
El aguacero mantiene su ritmo templado.
El asfalto brilla picoteado por las gotas,
el agua se mueve
en un hormigueo que salpica a los peatones.
Allá veo venir a la Señora Sexy,
paraguas en mano, pelo rizado humedecido.
El frío no afecta la cadencia de sus caderas.
Pasa junto a mí,
la saludo con una sonrisa.
Calza sandalias, viste ropas del trópico,
sus pies mojados lucen de color gris pardo.
Ya de espaldas, ganando distancia,
miro sus nalgas de poca elevación,
suaves brinquitos me dicen que son blandas,
agradables a la caricia.
Imagino su pubis limpio azulado tibio.
Desaparece la Señora Sexy.
Me quedo oyendo la lluvia,
dejo que el frío entre en mí sin reservas.

.

martes, 15 de noviembre de 2011

Impar.

De: "La Mesa De Al Lado".


Estoy en la mesa del rincón.
Bebo mi café en silencio
y rememoro a la diva que partió hace un rato.
Tenía el semblante de alguien
que calcula los giros de la pasión.
Llegado el momento
podría arrancarte el hígado de un zarpazo
o con una caricia entre sonrisas
o con un gesto distraído.
Quizás también podría
obsequiarte el fuego, el vértigo,
la prueba del amor alcanzado,
la certeza innegable de que sufrir
vale la pena.

En fin,
era una hembra sin igual.

.

viernes, 11 de noviembre de 2011

De Entrada Por Salida.

De la serie: "En La Mesa De Al Lado".


La mujer aparece,
sale de una esquina inerte,
le da vida a la avenida.
Detiene la motocicleta frente a la panadería.
Se apea. Pasa frente a mí sin verme.
Yo observo sus pantalones ceñidos.
Sobre la tela se resalta el encaje de sus bragas.
Me fijo en el diseño,
una franja que sólo cubre la mitad de las nalgas.
Camina de prisa, entra,
recoge el pedido en una bosa de papel,
sale, monta, se aleja.
Yo me quedo con el recuerdo de su andar.
La curva inferior que delinea sus nalgas
y sostiene la redondez
debe trazar una raya sobre la piel.
Me pregunto si recuerdo su rostro
y me digo que sí.
De hecho resulta ser el dato más indeleble.
Pálido, limpio de maquillaje,
con pecas grandes y descoloridas,
la nariz recta y los labios delgados.
Sus ojos, muy oscuros, no tenían brillo.
Las pestañas, cortas y curvas,
le daban un aire infantil.
Todo el gesto del rostro
indicaba fuerza, huidas rápidas.

.

martes, 8 de noviembre de 2011

De Mi Barrio.

Serie: "En La Mesa De Al Lado".


Estas dos mujeres visten
el uniforme de las aseadoras del Banco.
Vienen de los barrios del fondo,
los que muerden el horizonte,
donde la inundación
vuelve el paisaje una sopa de inmundicia.
Son cuarentonas,
siamesas de un destino de piezas incompletas.
Una trae un plato con arepas,
la otra pocillos de café.
Ríen.
Conversan en decibeles mayores asuntos del hogar
y en susurros polvorosos chismes de la oficina.
Maquillaje espeso, de colorinches.
Moña alta tinturada. Perfume clonado.
Manos gruesas, venas henchidas, uñas decoradas.
De baja estatura, abdomen procreado,
caderas salvajes, senos generosos.
Tienen esta alegría en sus ojos
que triunfa sobre el rictus sufrido de sus labios.
(¿Qué tipo de hombres habrá en sus vidas?)
No hay en ellas semblante de derrota.
Miran el reloj y parten.
Se reducen al alejarse,
se agigantan en mi recuerdo.

.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Punto de Encuentro

De La Mesa De Al Lado



Tiene la belleza de un afiche
publicitario de los 60’s.
La simetría en la composición del rostro
es la antítesis del cubismo.
Habla con una voz de tonos medios,
sin baches ni sobresaltos.
Mira con la agudeza medida
de quien no quiere incomodar.
Come su desayuno sin avidez pero con deleite.
Los gestos de sus manos insinúan
ternura en los quehaceres,
tino en la oscuridad.
Sonríe. Ha sufrido poco.
No acumula nostalgias.
Sabe que es temerosa. Camina con cautela.
No desatiende la vida que la rodea.
Quizás el cabello luce un tanto antiguo.
Su estilo global no es la pasarela
sino la penumbra clara, la luz de poco brillo.
Me mira,
ve que escribo y me obsequia un gesto de promesa.
Se marcha.
Ambos quedamos grabados
en el holograma efímero de un poema.

.

domingo, 30 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 2B.

Tramo Final.


Esta mujer con su aura medio sombría
y su tristeza antigua que parece
acumulada adrede,
con su silencio que anuncia berridos
o frases en contravía,
con sus senos grandes un tanto descendidos,
y su blando abdomen ardoroso y convulso,
con sus ademanes que se mueven
entre agarrotamientos y estallidos…

Esta mujer,
con toda su fuerza sexual imantada,
mas que atraerme me repele.
No huyo pero tampoco me acerco.
Intuyo que hay
arenas movedizas en su corazón,
laberintos en su cabeza,
manigua en su entrepierna,
itinerarios inconclusos en sus días,
sueños angustiosos,
bitácoras imprecisas
de un pasado que no abandona ni corrige.

En fin,
todos los componentes
para un amor embriagador y caótico.
Me quedo quieto.
Me obligo a ser el espectador
que se enamora de su imagen
y se hace invisible en el día que avanza.
Afortunadamente
nuestras rutas no se han cruzado.

.

miércoles, 26 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 2A

Tramo Inicial.


Veo una mujer de caderas anchas.
Tez blanca.
Su blusa corta me permite ver
la piel de su cintura.
Está de espalda a mí. Muy cerca.
Espera al mesero.
Veo su piel forrada de vello diminuto,
y una ebullición espontánea
me saca del aletargamiento matutino.
No tiene maquillaje.
Su rostro está pálido, como mal dormida.
El cabello negro, liso, brillante, grueso, está seco.
Rasgos finos,
de india mezclada y vuelta a mezclar.
Luce cansada, nostálgica, casi dolorida.
Gira un poco su cuerpo
y alcanzo a ver los huesos de su cadera.
Sobresalen, brillan con la luz que llega.
Paga la cuenta. Camina, se aleja.
El ritmo de sus nalgas se lleva mis ojos.

.

jueves, 20 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 1.

Nueva serie.



Otra mujer se sienta aquí cerca
su rostro ha llegado de Hawaii
y aunque viste como colegiala
descubro que es bailarina moderna,
me lo cuentan sus ademanes
sus cejas
la imponencia de sus labios
su jugosidad
la manera silvestre de atarse el pelo
la mirada que oculta secretos
o interroga el tiempo
las manos que se apoyan sobre la mejilla
en un gesto de pensamiento agudo.
Todo indica que de llegar a su piel
una turbulencia selvática
me crecería dentro.

.

martes, 18 de octubre de 2011

Espejismo 10.

Última entrega de la serie.


Escribir estas bitácoras es más sencillo de lo que puede parecer. Sólo es imperativo encontrar el sitio donde funciono como una antena receptora de fuerzas combinadas que dan origen a una narración que simplemente sucede porque sí. No es la narración buscada o esperada, ni siquiera la que se necesita. Es la que se da, y punto.
Pero ese sitio de poder no puede ser cualquiera. Tampoco puedo precisar un estereotipo de lugar, no es una elección racional. Es sensorial. Yo camino, voy hacia donde las sensaciones me jalan. El deseo de encontrar un espacio de dominio no es constante, sucede por impulsos irregulares que me resultan inasibles. Hay múltiples elementos que se combinan entre sí a medida que se presentan, y su presencia es voluntaria, irreverente, llegan sin preaviso, sin que haya un patrón que pueda explicarlos ni anunciarlos. Un conjunto de fuerzas, no inmediatamente reconocible, me asiste. Quizás haya algo en mi que lo invoca pero no puedo precisar qué es. Es posible que sea la veta existencial que me atraviesa el pecho o los delirios vitalicios que se hospedan en mi cabeza o mi manía irreductible de almacenar sucesos cotidianos como postales de otoño.
Yo sólo me doy cuenta de estos elementos cuando ya están sobre mí y me han invadido completamente. No sabría precisar si vienen de adentro o de afuera, más bien llegan de todas partes al mimo tiempo. Tan sólo se presentan, se dan, se expanden hasta lograr su objetivo, hasta colmar mi mente con la sensación que me pone a escribir, a narrar historias que se condensan en mi cabeza, visiones de vida que vienen de muchos lugares y momentos, y quieren ir a todos lados, regresar llevando la versión mundana que yo he elaborado, dejar al desnudo, y sobre la tarima solitaria, mi sucia vanidad de ermitaño urbano, mostrar el talante de mi literatura insípida, sin aditivos, magra, biodegradable.

.

jueves, 13 de octubre de 2011

Espejismos 9.



No tengo nada que ocultar, por lo menos no ante mis propios ojos. La realidad sabe cómo imponerme sus criterios, la forma como anda el mundo es la que decide por mí. Yo soy tan sólo el pelele que debe aceptar que los sucesos han sido desenvueltos en la secuencia adecuada, exacta. Los días avanzan por una cuadrícula diseñada para orientar a quienes la habitan. Y aunque es invisible, se puede percibir si la mirada tuvo la suerte de ser dotada de la agudeza para saber por dónde avanza.
Finalmente puedo especular que soy dueño de la mayoría de mis pasos. De hecho ya casi ni les presto atención. Tomo una panorámica rápida pero exacta de hacia dónde me dirijo, y si me percato de que la superficie es resistente, avanzo mirando en varias direcciones. Es la mirada la que se encarga del reconocimiento del terreno y la ruta a seguir. Claro que la mirada vive al servicio de varias fuerzas anidadas en el corazón y entrenadas por la mente. Ese dúo de señores, mente y corazón, no siempre se pone de acuerdo con facilidad sobre lo que es prioritario, adecuado o importante. Soy testigo y víctima de las discusiones en las que se enredan a menudo. Para mi fortuna puedo asegurar que de tanto compartirme como hábitat y dominio de sus indecisiones y ensayos, y a sabiendas de que nunca podrán abandonar su sitio de existencia, han terminado por aprender a convivir con sus desatinos y excentricidades, y han hecho de mí un engendro que se sobrepone, de modo aceptable, a los baches por donde deambula en busca de su voz y sus certezas.
.

lunes, 10 de octubre de 2011

Espejismos 8.

No es fácil decidir la ruta por donde se desea seguir. Uno se levanta cada mañana con la cabeza llena de ideas sobre cómo redactar su vida. No existe un estilo predeterminado que se deba seguir. O quizás sí, pero lo desconocemos. Uno se mueve guiado por varias fuerzas. Sobretodo hay dos que se mezclan para formar un solo impulso. Los recuerdos y los anhelos.
El pasado se impone con fuerza propia y no da tregua, nos empuja desde atrás.
Por su lado, los sueños nos jalan hacia adelante y parecen llevarnos por las rutas que mejor nos vienen.
Sin embargo no todos los recuerdos funcionan como resorte. Algunos se empeñan en mostrarnos, con extrema nitidez, escenas vividas en las que el desenlace ocurrido no era el esperado y por lo tanto exigen ser editados. Es así como los recuerdos influyen sobre los anhelos, les imponen un itinerario que usualmente no se sospecha, y los fuerzan a andar por un cauce inmodificable.
Los incautos no se enteran de la mezcla de imágenes que los dominan desde adentro, pues ésta se presenta tan fluida que se siente natural, normal, y no se percibe que es la amalgama de dos fuerzas que el destino impone en una confabulación que hipnotiza y confunde, y no siempre resulta benéfica.
Los sueños nunca logran reparar los sucesos fallidos del pasado y, en su impotencia, sólo atinan a dejar un tenue sabor agridulce de frustración que se impone a diario y es indeleble.
Algunos elegidos nacen dotados con la agudeza de pensamiento necesaria para percatarse de lo que ocurre en su mente y descubren cómo se traslapan las imágenes de los recuerdos con las de los sueños para formar la punta de lanza que los guía cada día. Así logran que los sinsabores de su impotencia se reduzcan o se hagan llevaderos. Esos son los seres impasibles que vemos deambulando por ahí como si no quisieran avanzar hacia ningún lado pero con toda la firmeza de saber hacia dónde se dirigen. Son seres sombríos, tranquilos, casi alegres, que muchos admiran y de alguna manera les gustaría imitar. Es como si ellos supieran algo que la mayoría desconoce. Quizás su temple les viene de no esperar nada. Y no es que no sueñen, es que no le dan tanto crédito a lo soñado y a la par se alzan de hombros ante el pasado lastimado. Tampoco se podría decir que simplemente se dedican a vivir lo que va ocurriendo. Aunque parezcan zombies que ni si siquiera fijan la mirada, están muy al tanto de lo que sucede a su alrededor. El engranaje de su mente permanece bien aceitado, nunca cruje. Intuyen con precisión los remezones del tiempo. Saben que la existencia es una batalla inútil y no se enfrascan en proyectos absurdos. No malgastan su energía en las emociones. Viven.
.

viernes, 7 de octubre de 2011

Espejismos 7.

Trabajar sobre la escritura es una tarea de todo instante. El pensamiento termina convirtiéndose en la forma narrativa que va construyendo las historias. Todo es una historia. Incluso aquellas ideas que son reflexiones filosóficas. Cuando esto sucede, en realidad se narra una conclusión sobre algún suceso de la vida, y esto es exactamente lo que la convierte en una narración.
Cuando voy caminando mis días no voy deambulando a tientas. Mis pasos tienen una intención, ya han decidido sobre la ruta que van a seguir, tienen un itinerario, y aunque no está escrito sobre piedra, sí es el esbozo de un programa de trabajo en constante revisión. Yo sólo trabajo sobre mi pensamiento, esa es la única tarea que tengo en la vida, todo lo demás se deriva de allí.
El pensamiento es una amalgama de percepciones agudas y elaboraciones almacenadas que son corroboradas en la acción. La sabiduría es el remanente obtenido al poner a prueba la redacción de lo pensado.
.

lunes, 3 de octubre de 2011

Espejismos 6.

La felicidad es una goma extraña y escasa que uno quisiera se le pegara alguna vez sin estarla buscando. Por supuesto uno secretamente delira los sitios en que se toparía con ella, y aunque uno suele creer que anda ensayando nuevas rutas cada día, en realidad deambula haciendo círculos deformes. Ningún atajo sirve. De hecho, no existen. Así que esas rutinas que solemos creer excéntricas o estrambóticas son simples aspavientos de desahuciados confusos que insisten en negar que su suerte está determinada por la ansiedad con que invocan lo que les sucede.
.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Espejismos 5




Esta es la característica que más me dibuja, no soy un plebeyo, no logro pasar por los eventos siendo una brizna que el viento lleva, traigo mi propio peso, lo he traído siempre, me lo ha otorgado la vida. Los eventos me comunican algún mensaje profundo, puedo ver que en cada movimiento de la vida el destino se está labrando así mismo, va siguiendo el itinerario que inventa y renueva sin pausa, sin fatiga. Yo no estoy aquí como testigo de lo que se mueve o está quieto. Mi cabeza se conecta con todo, incluso a través del tiempo. Los sucesos del pasado se mantienen actuales, tienen una voz clara que hace presencia con sus conclusiones y propuestas, imponen una bitácora indeleble que se hace oír por encima del estruendo que llega.

Todo me impacta, nada me impacta. Los elementos en que subsisto me prometen vainas que no sé cumplirán.








.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Espejismos 4.

Aquí nazco yo o evoluciono. Me desentiendo de la semilla que me dio origen y tampoco presto atención al fruto que la vida hace de mí. El tiempo es el amo al que no se le debe pleitesía. Las ideas deciden el límite de su expansión o el punto en que su podredumbre se vuelve excelsa.
Mis manos fueron creadas sólo para maniobrar estos símbolos que levantan la imagen desnuda de mi rostro. Y en la elaboración, el ripio sobrante que cae a mis pies es el abono que nutre los líquenes que van poblando mi cuerpo.
Entiendo que soy una estatua que se auto diseña. Mi carne es un producto de tercera, la estructura interior no cumple con los preceptos de un ensamblaje de alcurnia, sólo alcanza para sostenerme pero no para dar origen al desplazamiento.
Soy un engendro. Descubro que un vitral se ha adueñado de mis ojos. ¿O es un rompecabezas?

.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Espejismos 3.



Quisiera hablar, decir todo lo que va pasando por mi mente, básicamente recuerdos, aunque debería decir que lo pensado son ideas que invento como recuerdos. Incluso había concluido que hablaba con un personaje inventado para interactuar en mis diálogos pero ahora sé que es conmigo el soliloquio. El personaje soy yo.
Mi voz funciona como un narrador que hace varios oficios al mismo tiempo. Guía, confronta, corrige, desecha, deja pasar de largo, devela, archiva, pero nunca me atropella, nunca excede mis posibilidades de asimilación. Por lo demás las ilustraciones que uso para contar hallazgos son divertidas, tienen descripciones vivaces, el fraseo es coherente y el decorado sutil. Todos los temas giran cerca al mismo eje, la búsqueda de un nivel de entendimiento que me permita alcanzar la templanza necesaria para aceptar que existir es inútil.

.

martes, 20 de septiembre de 2011

Espejismos 2.

He empezado a conversar en mi cabeza con una voz que de tanto entrenarse para ser literaria se ha convertido en la única voz que tengo. En el fondo pienso que todo lo que escribo son cartas para contarle al que me quiera oír como es que veo al mundo, como es que me siento a toda hora, como interpreto la vida. Hablo para quien me quiera escuchar, usualmente me quedo solo. Redacto Soliloquios para inventar un camino. No es nada fácil construir un hombre, menos uno que delire literariamente bien. Estudio, me zambullo entre libros y fotografías, me sumerjo en canciones y sinfonías, buceo en la torpeza de los humanos, colecciono gestos de grandeza hallados en la cotidianidad de todos. Mi mirada termina siendo una amalgama de trozos de vida recogidos en toda coordenada, un vitral del trópico que se balancea entre brillo y opacidad e invita a que me vean por dentro. Quiero volcar fuera lo que soy, lo que me ocurre. El arte es una excusa para existir en público, para completar afuera lo que es imposible llenar adentro.

.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Espejismos 1.

Todos los días se levanta una nueva versión de la realidad. Lo que mis ojos abarcan del mundo es un reducido conjunto de objetos estáticos o en movimiento. Yo interpreto en ellos un mensaje distinto según la luz del clima y los sonidos que producen. También mi punto de observación aporta datos sobre el plano de la realidad que describo. Creo que la perspectiva viene de adentro y proyecta sobre los espacios una teoría que evoluciona en una secuencia de sucesos emocionales.
Es necesario no dejar que todos los elementos que conforman una porción de la realidad se mezclen en una masa sin forma donde no se puedan distinguir unos de otros. El triunfo de la lucidez se da si a la par se perciben las partes y el todo, y las conexiones entre ellos.
Percibir las variaciones ocurridas en cada realidad al pasar el tiempo es un triunfo fortuito que sólo se da en algunos elegidos. El poeta no es uno de ellos, el filósofo tampoco.

.

lunes, 12 de septiembre de 2011

3.1

El motor del computador zumba sin interrupciones, el sonido templado que suelta se impone sobre la salsa que suena cerca en la casa vecina. Flota en el aire un sentimiento de frustración continua. La patria aún no alcanza a ser héroe de fútbol.

Yo ando en un trance extraño desde hace varios días. Tengo muy claro que amo a mi mujer. Sí, a mi mujer chiquita, a la que huele a comino tostado, la que desfila al caminar, la que tiene una forma magistral de elaborar el silencio, la que me atonta con su risa.
Amo a esa mujercita sensual y temeraria, llorona y agradecida, salvajemente mansa. Gourmet sin fronteras.

Su noción certera de la estética abarca todo tiempo, todo espacio, y es tan sutil como perfume fino.

Hay una sabiduría temprana en ella que quiero absorber. Es acertada para guardar silencio, para dar un paso al costado, para no ir de frente en ninguna batalla. Es zen. Nada importa, todo importa. Tiene el don de ejercer el olvido a voluntad, y aunque no sabe cómo desaprender sus temores, es impecable siguiendo instrucciones.

Mi mujer, maciza y trozudita, tiene el cuerpo hermoso que encaja en el mío en un abrazo que detiene el vértigo de estar vivos, de no saber qué viene.

.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Filigrana 3.

Me miro los ojos, me miro mirándome los ojos, y descubro que mi mirada es un espejo sin fondo. Una mujer está abrazada a mi cintura y yo miro a la pared de enfrente, en su pintura opaca encuentro mi reflejo, y sobre mi rostro un par de ojos perdidos en un horizonte desteñido.
Fui programado para sentir más despacio en las tardes de domingo. Mi cabeza está fría, mis manos quietas. Las palabras con que redacto esta parsimonia en realidad no dan cuenta de lo que siento.
Tal vez quiero decir que cuando el amor desocupó mi cuerpo se llevó mi sangre y a cambio me dejó un fluido sin temperatura.
Entiendo que toda emoción es pasajera aunque su recuerdo sea indeleble.
Mis ojos son el agujero por donde escapan las imágenes del recuerdo, y a la par, el embudo por donde recibo al mundo que viene a saturarme con su mansa podredumbre de absurdos hermosos.
Miro a la mujer que me mira y sé que su abrazo me pone sobre tierra firme aunque no me quita el vértigo.

.

martes, 6 de septiembre de 2011

Cotidiana 7.





Dime algo, nómbrame de nuevo, inventa que soy ese hombre que has buscado, el que necesitas, el que te hace sentir cómoda dentro del silencio y que si sueltas la voz se pone atento como si con tus palabras lo alimentaras. Ven, pon tu mano en mi rostro que estoy cansado de invocar el llanto y ver que no llega. Acerca tu rostro al mío para sentirte respirar, para mirar tus labios dulces y llenarme de tus ojos bellos que me miran sin titubeos. Llévame contigo, mujer mía, a ese paseo citadino en el que triunfamos sobre itinerarios y vendavales. Inaugura nuevamente mi cuerpo con tus manos que saben de arcilla y repostería. Sonríe sin límite de tiempo. Haz de cada abrazo un recuerdo tibio y de todo encuentro un punto de partida con sabor a meta. Quédate en mi lecho cada mañana de domingo para sentir que eres mía, que soy yo tu hombre elegido, que sin promesas también es posible alcanzar la dicha. Arrincónate en mi pecho, susurra que me amas.

.

sábado, 3 de septiembre de 2011

???






¿Quién habrá de cruzar airoso
la línea final de cada jornada?

El que es derribado
por el roce de los arabescos del humo
o el que atraviesa las agudas lanzas del fuego
con frescura matutina.

Quien en su cabeza
sólo abre espacios a espejismos
o el que se empeña férreamente
en construir la verdad límpida, escueta.

El quejumbroso que tiene por voz
el chirrido de una vieja bisagra
para pregonar sus desdichas,
o el silencioso que al hablar imita el trueno
para inventar obsequios
y nunca enumerar sus déficits.

El que se nutre de temores
a plena luz del día
o el que lame el néctar
del denso riesgo de la noche.

El que se amarra a turbios mandatos
o el que cuestiona el saber
con prudencia y humildad.

El enclenque derribado a fiebres alucinantes
por el piquete de un mosquito común
o el roble imperturbable que permanece erguido
tras la embestida de un rinoceronte.

El cómodo mendigo que reniega del trabajo
sin haber degustado su esencia.

El que se vuelve témpano
en la brisa fresca,
el que arde en presencia de la tibieza

El gigantón baboso que desfallece
cargando un kilo de icopor,
el que no inventa una salida del laberinto,
el que a mitad del camino
se piensa completo y bien elaborado...

¿Quién habrá de cruzar airoso
la línea final de cada jornada?

.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Cotidiana 6

Los ruidos no estorban, están ahí flotando sin dirección alguna. Después de que salen de la fuente sonora que los produce, quedan a la deriva, sin norte, sin meta.
He venido por primera vez a este centro comercial al sur de la ciudad donde antes funcionaba un autocine. En el tercer piso, al lado de los cines, hay una enorme plazoleta de comidas que a su vez es un balcón que se asoma a un parque muy arborizado en el barrio aledaño. Para suerte de los transeúntes hace sol, el invierno se toma un respiro, sabemos que volverá por sus fueros junto con la noche, precisamente cuando más daño nos hace, cuando más nos aterra.
Las sillas de plástico anaranjado imponen un reflejo amarillo en el aire. El cielo raso está decorado con enormes lámparas de material blanco en forma de cubo. El olor a crispetas es una mezcla de humo y melao.

Mi mujer está a mi lado rascándose con furia la nariz, una alergia al frío la tiene arrinconada desde el viernes pasado. Mi mujer cree que el frío es un sentimiento inventado por el hombre, algo no natural como el calor corporal, por eso nunca usa suéter, ni bufanda. Claro que nunca le he visto tiritar ni quejarse del congelamiento que vive con el aire acondicionado del cine cuando vamos al cine. Yo la abrazo y le presto mi pañuelo gris mate. Sus mocos verde manzana hacen un decorado sobre la tela digno de Obregón o Miró. Sus párpados están abultados como después de haber dormido demasiadas horas o llorado una inexplicable traición de amor.

Yo vuelvo a ponerme en escena como un turista en mi ciudad, ese transeúnte obnubilado que inventé para absorber, sin realmente estar mirando, todo lo que sucede a mi alrededor. A lo único que sigo atado adrede y con todos los sentidos al rojo, es a lo que mi mujer me habla, le sigo la conversación sin perder pisada y le aporto mis ideas con consideración y exactitud. Ella no me entretiene, me colma, me vuelve otro. Uno más luminoso, menos contrariado. Es el otro, el escribiente, el que va narrando una mescolanza hecha de descripciones del entorno y conclusiones de vida de poca monta. Ese zurumbático, hecho de muecas y chistes flojos, es quien padece descargas de melancolía traídas por la luz de un invierno atroz que justo ahora es fugazmente decorado con palúdicos rayos del sol que se despide apresurado.

Mi mujer entiende los defectos de mi mente, incluso parece que le atraen. Divina, revoltijo de ternura y calentura, me besa, me recoge, me lleva a casa.

.


lunes, 29 de agosto de 2011

Cotidiana 5.

La lluvia tiene múltiples efectos en un aprendiz de escribano. Pueden ir desde susurrarle versos con el sonsonete quedo de su gotear sobre el tejado hasta sacudidas existenciales si viene acompañado de truenos y relámpagos. Cuando el desfile de aguas se prolonga, y lo que en un principio parecía una tela de agua cayendo holgada, se arrumaza hasta formar un océano de sustancia indomable que entorpece el rodar de la vida, la poesía se va al traste. En su lugar acude una trascendentalidad húmeda y aturdida que no retoña las palabras que cuajarían un párrafo decente.
Ahí es cuando toca echar mano a las sensaciones atiborradas en la alacena del recuerdo. Siempre es bueno agarrar primero aquellas lloviznas ocurridas en el desvanecimiento de la tarde cuando la luz aún no ha concluido su lenta despedida y quedan en el cielo, además de los grumos de nubes grises que se desgranarán en numerosas gotas, varios manchones rojo salmón, amarillo mostaza, verde eléctrico, azul plomo, rosado lila, y blanco sucio; que aunque duran escasos instantes, dejan en la mirada y la memoria la impronta de un paraíso lejano cálido y seco que siempre se anhela alcanzar. Sobre esa paleta multicolor que se difumina (si se tiene la velocidad de un juglar avezado) quizás se pueda levantar un verso o una estrofa digna de recordación.

Otro recuerdo invernal útil puede ser el de un chaparrón de mediano volumen ocurrido casi a la madrugada cuando aún dormido la intensidad del picoteo sobre el tejado te lleva a abrazar a la mujer que te acompaña, y ovillados en una suerte de repentinos siameses, hacer de la tibieza que los anida, la continuidad del sueño placentero.

Hoy, lejos de las avalanchas en donde zozobran miles de colombianos que la imágenes del noticiero vuelve nítidos con sus gestos de dignidad y desolación, yo abro la ventana para que entre el vendaval y me asalte con su rabia, para que en mi rostro mojado se confundan lluvia y llanto, para que se me graben en la memoria estos días de intemperie líquida, de fango acumulado, de tragedia.

Las tormentas reales me recuerdan a las vistas en películas que siempre son superadas por los héroes. Pero esa maña de huir hacia la fantasía hoy ha resultado nada efectiva. El frío de la noche ha calado en mi garganta. Mi voz ocurre gélida y sorda. Descubro que soy un hombre cómodo, inútil, que ha hecho de las letras una guarida desde la cual ver el mundo sin atollarse de sus miserias.

Había pensado terminar esta bitácora como de costumbre, haciendo referencia a mi mujer de caderas anchas, greñas de Dulcinea del Toboso, mirada de espía criolla y sonrisa de niña. Quería dedicar varias líneas festivas a las veces en que juntos somos lluvia, viento, atardecer mentolado, aurora aletargada, lecho esponjoso, merienda casera. Pero sólo logro quedarme en silencio pensando en ella, en su abrazo que me pone sobre tierra firme, deseando que esté bien abrigada y que el invierno no le haya anegado el ánimo como a mí.

.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ciudad Gris 2





Los lunes por la mañana la gente camina como zombies. Salen de un fin de semana en que estuvieron vivos para ingresar en una burbuja de tiempo llamada semana laboral. Autómatas respondiendo a instrucciones de pocas palabras, mostrando que la vida se teje en funciones complementarias.
En los días de invierno se agudiza la inexistencia. La penumbra impuesta por el gris del clima frío hace que todo pierda brillo. Es difícil sonreír. Los músculos se adormecen y todo cae en el letargo de esperar que el sol del medio día llegue un poco antes. Las miradas se vuelven esclavas del reloj pero el ritmo del tiempo es indiferente a las urgencias de los hombres. Sólo los ruidos agudos del tráfico introducen una variante que sacude el adormecimiento. Sus chillidos metálicos irritan, casi desesperan. Las lámparas de los andenes encienden automáticamente su luz mostaza para contrarrestar el dominio del aire gris. Dentro de la mente siguen funcionando las premisas con que cada persona se impulsa a seguir gastando los días. Pocas son las voces que se oyen tan temprano. A pesar del ruido, el silencio de la mañana ocupa la porción mayor de lo que se escucha. Todo tiene un semblante cansado, antiguo. Los edificios son moles mudas, refugios levantados como antídoto contra un horizonte vacío. Las palomas, dueñas del equilibrio, se estacionan sobre los cables del alumbrado a esperar las primeras gotas de lluvia para irse a un resguardo seco.
Cuando el mecanismo interno de alguna persona se desajusta, sus gestos fallan, sacan a flote la existencia de un mundo oculto que a todos asusta, por magnético. Se hace nítido el pavor de acarrear dentro un orden caótico pujando por salir. Nadie quiere ser causante del malfuncionamiento del engranaje en que todos están inmersos. Sólo se permiten actuar las locuras descritas en el manual.
Quizás la cura contra el enfriamiento gris del invierno y el oxido de rutinas vacías, sea un suéter de colores tropicales, un café caliente, un chiste oportuno, una tentación erótica que acelere los fluidos, una maldición entre dientes, un secreto develado.Debe ser fácil quitarle al gris del invierno su naturaleza paralizante y ponerle una tibieza de hamaca. Es cuestión de hacer de las incoherencias vitamina, música bailable, chapuzón en alberca fresca.

.

domingo, 21 de agosto de 2011

Ciudad Gris 1




Enumeración Caótica...

Todo es gris. El pavimento, las bancas de los parques, los adoquines de las aceras, los postes del alumbrado público, los carros de modelos recientes, los atracaderos de bicicletas, los muros anti grafitis, los bolardos, las fachadas de las casas abandonadas, los pasamanos de los puentes peatonales, las cajas de controles de los semáforos, las gradas, el envés de los puentes, las carpas de los camiones.
Son grises los carritos de los vendedores ambulantes, los monumentos de la plaza, los tarros de basura, los muros de contención de los terrenos baldíos, los barrios podridos del centro, las gentes podridas que los habitan, las historias que tejen sus desgracias. Gris la hoja del machete del vigilante callejero, la puerta de esa casa donde trabajan mujeres grises, los senos de esas mujeres, las lámparas de sus habitaciones.
Es gris la estación del bus y la registradora, gris la caseta de los tiquetes y los asientos. El decorado interior, la voz que anuncia las paradas, el suéter de mi vecina de turno, el frío acondicionado, los lentes de mis anteojos, el libro que voy leyendo…
Todo es gris. La parte trasera de las vallas publicitarias, el camión de la basura, el agua de la fuente, los troncos de las palmeras, el cableado de fibra óptica, la tubería del gas, las rejas de las alcantarillas, las herramientas de las obras civiles, el carrotanque del agua, el humo del tráfico, el viento que pasa.
Gris el conflicto armado y la farsa de los corruptos. Gris la mirada de la infamia y la voz del olvido. Gris la cabellera de Mr. Gray y la biblia de la señorita Ninfa, el paraíso y el purgatorio.
Todo es gris. La calva del basuriego en la acera de enfrente, el pánico del homeless que suplica una idea que lo saque de su laberinto, el organigrama del mundo, la indiferencia de Dios. Las mesas de la panadería, el papel aluminio en que viene el sándwich del almuerzo, el termo del café. El uniforme del guarda del banco, los documentos para existir, los tacones de la secretaria (no sus pantorrillas perfectas).
Y es gris, sobre todo, este cielo de las seis de la mañana que arde en los ojos, fachada de un invierno que no espesa ni desvanece, presente gris que subyuga la ciudad.
Gris el beso de despedida, el llanto solitario, el temor de ser asaltado en una esquina. Mi corazón que añora el trópico y el festival de currulao. Gris la penumbra en que me siento a rumiar mis días.

.

jueves, 18 de agosto de 2011

Ocaso



Quizás sea el momento de detenerme, dejar de acumular tanta basura sobre mi cuerpo, tanto olor avinagrado que me recuerda que soy alérgico al agua.
Quitar de mis ojos esas imágenes con que creo motivar mis melancolías y no forzar ninguna inspiración caótica.
Es la hora de abrir las cortinas del ventanal y dejar que los arbustos del jardín reciban una mirada de agradecimiento, aceptar que los colores con que va cambiando el día no fueron inventados con el propósito de inspirar conclusiones sobre la vida.
Remover las lagañas de los ojos y despejar la mirada de tantas horas sentado sin hacer nada distinto de rumiar frases que no dan inicio a ninguna historia coherente. El zumbido que suena en la cabeza no es evidencia de ninguna avería. Es inventado. Es la prueba de que la costumbre de gastar las horas solo y en silencio se ha vuelto un ejercicio no percibido y por lo tanto inútil.
No hay que esperar a que las condiciones para una nueva rutina se presenten espontáneamente, es imperativo inventarlos. Crear, por ejemplo, una rutina de actos estudiados y mecánicos, como lavar los trastes de la comida, afeitarse, planchar el uniforme del trabajo, regar las matas del jardín, clasificar las revistas según sus temas…, en fin, sincronizar los movimientos que piden precisión en la motricidad y ocupan la cabeza con un sonsonete paralelo al de las incógnitas que no paran de hablar.
Siempre es bueno valorar la ventaja de que el tiempo no se queda quieto, y en cada giro que completa, trae propuestas que bien miradas vienen a constituir los senderos por donde se puede llevar la vida hacia misiones más livianas, divertidas, nada densas.
Es el momento de una buena taza de café tibio, pastelillos de mora y música de cuerda para acompañar la tarde que se despide.

.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Solos


Esta niña creció en los barrios bajos,
un truhán de finas maneras
la guió por recintos ardorosos
le mostró donde se incuba
el fuego de la piel,
le dejó un apetito insaciable, voraz.

No aprendió la niña
a sentir con el espíritu,
su corazón permanece inmaculado.
Pasa el tiempo,
sabe que hay algo que ignora,
teme un desenlace brutal, llora.

Cuando la veo en silencio, perdida,
comprendo el aullido de su ruego silencioso.

.

domingo, 14 de agosto de 2011

Voy...


La cosa no es tan sencilla.

Me encanta mirar las fachadas al final de la tarde los domingos cuando transito por la Avenida Central que atraviesa la ciudad. Hoy viajo culebreando a través de los barrios ancianos. Paso aprisa en el busmetro de ventanales como balcones, como pantallas de cine negro, como un teleférico terrestre.
Entro en la perspectiva de la avenida que va alejando la línea de horizonte a medida que me acerco. Las montañas retroceden, la luz se va. La zona está casi desierta.
Por un buen tramo la avenida imita el trazo del río. Avenida y río, hermanos paralelos de cauces disímiles, agua y concreto, motores y desperdicios, fluir repetitivo de una ciudad que vive mientras muere, que agoniza mientras retoña.

Las altas cornisas de los edificios del centro superan la estatura de mi vista, me exigen mirar por encima del borde que corta el cielo para capturar los manchones rosados con que el sol se despide.
Vivo en una maqueta viva.

En el centro hay tantas iglesias que al mirar los barrios desde una colina, el cielo se ve sembrado de cruces inútiles. Nadie se santigua en estos tiempos.

Prefiero los espacios con poca gente. Es mejor no estar rodeado de tantos ojos que te devuelven imágenes diversas de lo que eres y no quieres ser: un ente sin humildad, un ejemplar de una raza que reproduce en serie defectos milenarios, tan exóticos como nauseabundos, tan ridículos como angelicales.

El hombre se expande en dos direcciones, brutal y sabio, no cesa de sorprenderse a sí mismo, no cesa de traicionarse. Siembra y extermina. Se confunde al explicarse. Sus ciclos de salvación y condena están perfectamente sincronizados, su ritmo es incluso entretenido. Nutre, forja, matiza.

Definitivamente la vida no puede ser explicada sino simplemente descrita, padecida, celebrada.



martes, 9 de agosto de 2011

Poeticuento.

CUARTO DE SAN ALEJO


Una mañana mi mujer me dijo que yo la aburría, que era un mal catre. Llené mi mochila de Scout con ropa y me fui a vivir con mi amigo músico fumador empedernido bebedor de café negro. Ella se echó un colchón al hombro y se fue a buscar amantes, encontró varios a la vuelta de la esquina.
Yo no pude llorar, no pude putear, no pude cantar, no pude escribir.
Pasaron los meses y una tarde apareció mi ex-mujer en mi puerta con una porción de Apple Pie, se la recibí y le dije Good Bye. Llovía sólo para mí. Le di un beso en la mejilla y me fui en un suspiro. El amor es la ausencia que habita en una palabra rota.

En la oficina fui un héroe, el jefe me engordó el cheque. En la noche fui una sombra rígida, dormí en el suelo. Estaba de regreso al cero de donde había salido tras un espejismo de amor. Sólo soy un engendro del ciclo de la vida. Deambulo en un vértigo constante que me repite el dolor y lo acrecienta.

Mis enemigos disfrutan mi caída, mis amigos se alzan de hombros, todas la jovenzuelas dicen que soy rudo y prepotente. La que era mi mujer dice que me está dando una lección de humildad, que mi correctud todo lo corroe.

Yo leo la Biblia sistemáticamente y a José Saramago y escucho Blues y me esculco el corazón por dentro pero no hallo el odio. Quisiera ser un filósofo pero mi talento no alcanza para tanto. No voy a las tabernas, no quiero ver gente. Me embriago en casa sentado en un rincón con la guitarra en la mano sin tocar, fumo con la mente en blanco y el cuerpo fofo. No consulto el Internet, no voy a la biblioteca, olvidé el fútbol. Echado en el piso largas horas miro al cielorraso y las telarañas que lo colman.
El Cuarto de San Alejo es mi patria, madriguera de zancudos. El silencio es mi voz. Estoy impávido.
No miro a las vecinas, no miro a las meseras de la panadería. La ciudad no sabe que me arrastro por sus arterias. Madre reza para que se me seque la herida del corazón. Yo la miro y sonrío y le digo que estoy bien, que no he muerto, pero ella no me cree y llora y reza y otra vez llora.

.

domingo, 7 de agosto de 2011

Último Acto.






Requiem...


Despertar muerto es una contradicción pues los muertos no se despiertan. Debo decir, amanecer muerto o ser hallado muerto al amanecer. No necesariamente al alba, puede ser a la mitad de la mañana para no sonar melodramático. Es decir, cuando alguien, curioso de que yo, madrugador empedernido, no haya dado muestras de vida al promediar las diez, se vea llevado por la curiosidad hasta mi cuarto y al entrar me halle boquiabierto y con los ojos desorbitados, inconfundiblemente rígido y con el rostro más cetrino que de costumbre. Preferiría que mi cadáver fuese descubierto por una mujer pues su enorme capacidad de histrionismo ante la muerte le daría a mi partida el realce protagónico que quiero alcanzar.

Debo aclarar que la intención de visualizar mi muerte no tiene como objetivo hacer sufrir a los que me aman o me extrañarían agudamente durante algún tiempo. Lo que me seduce del evento es la sensación de tristeza que yo mismo sentiría al acudir a mi propio funeral. De alguna manera logro meterme en el pellejo de mis allegados y sentir su congoja, llorar su llanto, desquiciarme como ellos con la incomprensión de porqué partí antes de tiempo. Y es que yo me veo muerto joven. Viejo sería ridículo. La muerte de los ancianos es anhelada con disimulo.
Yo me regocijo sintiendo lo que mis deudos sentirían el verme en el féretro. Lo que más me mueve a imaginar el velorio es poder oír las conversaciones en torno a mis aventuras y excentricidades. Me interesa sobretodo conocer sus versiones sobre mi vida y mi forma de ser. Los testimonios más preciados serían los de las mujeres que dijeron amarme y los de los amigos que toleraban mis arrebatos y estupideces. Todo lo demás me resulta accesorio. Cualquier logro de la vida se vuelve absurdo cuando lo cobija la muerte. El tiempo decolora los recuerdos y muestra que la existencia de los hombres, dentro de la vastedad del universo, es tan diminuta como efímera.



Fin !


.

viernes, 5 de agosto de 2011

Acto Segundo.

Requiem...


La idea de perderme en el mar se quedó en mi desde aquel viaje que hice en barco rumbo a la costa sur del país. Viajamos de noche en un barco cargado de madera y víveres, y una tormenta enana nos sorprendió cerca de la madrugada. Los marineros apenas le hicieron caso. Curtidos en remezones, chubascos y oscuridad, se sentaron a tomar ron y a esperar que el mar se calmara. Para mí, profano de las aguas, muñeco citadino, ser hamacado por un mar que me resultaba furioso y voraz, no era un asunto cotidiano menor. La oscura noche, los vientos huracanados, los rugidos de las olas, las tablas crujientes del barco, los chillidos ahogados de las mujeres que viajaban con nosotros, la incertidumbre del desenlace y el rumbo sin asidero, se conjugaban para enrostrarnos la omnipotencia del mar, la fragilidad de la vida, nuestra podrida cobardía.
Ante la evidencia de que los fenómenos de la naturaleza hacen del hombre una marioneta quebradiza, la noche y el mar perdieron todo matiz poético ante mis ojos, y mis ínfulas de aventurero alcanzaron el estatus de ridículas e infantiles que merecían.
Dado a magnificar mis emociones terminé archivando para mis pesadillas, las sensaciones de aquella noche de tumbos marinos. Aquel viaje pasó de ser un paseo de vacaciones, (o la cursi remembranza de leyendas sobre piratas y conquistadores), a un recuerdo amargo y espeso. Esto, sumado a mi aprendizaje tardío de la natación, sembraría un temor constante a morir ahogado. De allí que varias veces me haya visto flotando muerto en medio de una piscina abandonada, llena de hojarasca semi descompuesta y de aguas verdes, lamosas.


Continuará...

.

jueves, 4 de agosto de 2011

Requiem En Tres Actos.

Primero

He delirado mi muerte de varias maneras. Destripado por un carro grande tal como le sucedió a mi padre, perdido en medio del mar o simplemente amanecer muerto sin explicación alguna.
Cada una de estas muertes tiene su razón de ser. Nunca vi a mi padre en sus últimos momentos mientras agonizaba. Ese privilegio visual sólo lo tuvieron mi madre y mi hermano. Yo estaba de viaje y justo alcancé a llegar al final del velorio, así que la única imagen que retuve de mi padre muerto fue la de un rostro dormido dentro del cofre. Las narraciones del accidente que se llevó al viejo me proporcionaron intensas pesadillas que incluso aún me visitan. Sé que el bus que lo molió, además de hacer papilla sus órganos vitales, le fracturó la cadera y el fémur izquierdo. Por lo tanto, en los sueños aparece cojeando y apoyado en un bastón. Creo que no debí decir pesadillas pues el viejo acude a mis sueños cuando atravieso alguna encrucijada en mi vida y sus palabras me orientan por donde seguir. A pesar de su aspecto ensangrentado y maltrecho su presencia es calmada y su verbo exacto.


Continuará...

.

lunes, 1 de agosto de 2011

Mariana 1



Mi mujer tiene las caderas anchas.
Cuando la tarde abandona el horizonte
se sienta en mi regazo a acompañar mi silencio.
Yo pongo mis manos en sus senos pequeños
y me quedo pensando si el tiempo que nos une
es aliado o enemigo.
Su cabeza descansa en mi hombro,
mis manos van por su cuerpo
palpando el asombro, invocando el fuego.
Mi mujer huele a lluvia de verano.
Su boca tiene un diseño inusual
y sus manos son aves saliendo de una jaula.
Lo mejor es su voz
suelta como el viento, tibia como un arrullo.

.

domingo, 31 de julio de 2011

Diatriba M.




M

Se me ocurre que existe un tipo de promiscuidad afectiva (no tanto la sexual, que de esa casi todos podemos decir algo), si no de enamoramientos intensos, esporádicos, infructuosos. Estar perdidamente enamorados de una pareja perfecta y distinta cada 8 meses, es un juego que oculta un desfalco de amor a todas luces invisible. Toda batalla apunta a procurarnos el hallazgo de la felicidad, o su reemplazo: el no-sufrimiento, como quien dice, cierta calma, una comodidad tibia, agridulce, que proporcione un paraíso nuevo cada 8 meses, aunque el comodín que la facilita sea distinto. A esto lo llamo Promiscuidad Afectiva, enamorarse por el mero placer de sentirse vivo, de no sentirnos tan insignificantes, y de paso, despistar a la soledad. En esos amores esporádicos, en que no conocemos al otro, tenemos una incapacidad sorprendente de no saberlo realmente. Eso no es vital, no es lo primordial. Todos los amantes se van, claro. Ellos también tienen sus urgencias, también sufren los desfalcos de la existencia. Cada uno es para el otro un enamoramiento que funcionó de modo inspirador durante un lapso de tiempo, nada más. Quizás, a veces un recuerdo amable. Los requerimientos de pareja ideal con el paso de los años pierden fuerza, se exige menos, también se da menos. Todo se vuelve un premio de consolación. En el fondo pulula la búsqueda del amor completo que nos asalta al descuido y nos hace emprender toda aventura, con lo mejor que ésta involucra: norte difuso, entrañas agitadas. Bueno, la cosa no es tan grave. Los talentos que tenemos fueron puestos allí para ser usados.

Sexo 4

Quiero dejar en claro que yo no demerito el sexo y la magia con que nos envuelve y nos da mucho de lo que buscamos. No estoy en el extremo de la nada, no creo sólo en el amor de los poemas. Los amantes de carne y hueso arman paraísos e infiernos, festejos y remanso. Todo válido. Estos encuentros crean un espacio donde se puede desenrollar un amor con otros matices. Todo evoluciona, hace quince años éramos distintos, dentro de quince años seremos otros, y aún querremos amar, aún amaremos con lo que somos, cada uno en individual, volubles, ajenos, delirantes, cautos, qué sé yo, únicos, tremendamente únicos y diferentes.








.

sábado, 30 de julio de 2011

Diatriba L.



L

Me gustaría oír lo que dicen quienes defienden esa pose efímera cuando están vueltos mierda, en esos instantes en que se aíslan y ni siquiera resisten estar consigo mismos. Que me contaran detalladamente lo que sienten y piensan cuando se reencuentran con su fragilidad.

Y hay algo más, creo que, como con cierto tipo de drogas, la promiscuidad es un intento de auto-destrucción. Van pasando los años y el cuerpo luce ajado, el corazón está lleno de huecos y moretones, han crecido miedos en nuestra mente y el discurso sale fragmentado, incoherente, hueco, lleno de justificaciones que no nos dejan ver la verdad del asunto. Estamos solos, seguimos solos, lo aprendido fue más bien poco, lo ganado y lo perdido tiene proporciones que no nos satisfacen, hay mucha tristeza y demasiadas añoranzas. De pronto recordamos un amor que fue la opción más cercana al amor buscado y fue desechado pensando que en el próximo romance por llegar sí encontraríamos el cien por ciento anhelado. No hubo tal.
Por todo esto que digo, es que se me ocurre que hay que empezar a hacer una revisión más valiente y temprana de nuestros objetivos en las relaciones de afecto y sexualidad con los otros. Cómo es que amo mi cuerpo, cómo realizo mi búsqueda de amor. Habría que decantar las justificaciones y aceptar nuestra naturaleza profunda con todos sus matices. La promiscuidad debe ser una etapa de transición, no la meta, no el hábitat en el que nos quedamos a vivir por siempre. Hay que permitirse muchas aventuras para fortalecer el espíritu y expandir la capacidad de la mente, pero todo tiene sus límites y es nuestra tarea aprenderlos y respetarlos. La pregunta sería, estoy satisfecho con lo que tengo en este momento en mi vida, qué he hecho de mi, cómo he ayudado a que los otros se construyan mejores para sí mismos.






.

miércoles, 27 de julio de 2011

Diatriba J y K.




J

Estamos solos y colmarnos con las mieles del sexo, aunque sea mágico y lleno de promesas y libertades, no deja de ser una masturbación del cuerpo, de la mente y hasta del corazón. Masturbación que nos alivia un poco, distrae la soledad y claro, nos divierte, nos construye, nos hace más nítidos en nuestra esencia, tan románticos y sarcásticos, tan tiernos y déspotas, tan honestos y evasivos, tan reflexivos y fantasiosos, tan llenos de mierda y tan vacíos de amor.
El enamoramiento es esa vaina pasajera que nos deja postrados saboreando magníficos recuerdos mientras el hueco del alma se ensancha y nos convence del engaño de que está vida que llevamos está buena, sabrosa. Pura mierda, ese es tan sólo un premio de consolación, es la evasiva de no vernos en nuestra exacta magnitud de desolados. Hemos caído en el acelere de querer certidumbres allí donde ni siquiera hay consistencia.

K

Pero..., si queremos consistencia por qué obsequiamos volatilidad? Nos encanta jugar al misterio. Este discursito soso que disculpa los desatinos afectivos suena tan repetitivo e inconsistente que se hace imperativo empezar a buscar por otro lado. Darse un nuevo aire, desprenderse de esa búsqueda efímera, superficial, que inventa un amor en cada encuentro, eso no es AMOR. Debería ser llamado con un mote más acorde a su esencia vacía y pasajera. De acuerdo, esos amoríos, amorcitos de encontronazos que se desperdigan en varios puntos cardinales, afinan ciertas ideas, se elaboran máximas contundentes, prácticas y tan cerradas que incluso confunden a quienes las redactan, ellos mismos se creen el cuento de que la sumatoria de esos amorcitos de suave penumbra y luz cálida, de postales y aromas, de roces pausados y música certera, constituirán la sabiduría madura. No hay tal.






.

lunes, 25 de julio de 2011

Diatriba H, I ...



H

Hay otro motor que impulsa la promiscuidad y es, la búsqueda de completud, el deseo de huir de la soledad, la pelea que le damos a la certeza de ser insignificantes en el universo. Esta promiscuidad busca el amor a través del sexo. Siempre pensamos que esta nueva pareja que estamos armando sí nos llenará, sí nos traerá el nirvana, nos salvará de la soledad. Luego descubrimos que no hay tal, entonces volvemos a armar otra pareja esporádica y así nos vamos, dando tumbos, llenándonos de rasguños, de resentimientos, de desconfianzas. Y claro, responsabilizamos a esos otros (que no nos dieron la talla) de lo fallido de nuestra búsqueda. No caemos en la cuenta que el estereotipo estaba mal armado, ni aceptamos que los estereotipos no funcionan nunca. En realidad lo que falla son nuestros parámetros de selección. Sólo recogemos lastre oscuro.

I

Y se me ocurre que la promiscuidad es incapacidad de comprometernos en la construcción de un proyecto de pareja firme, estable, en el que halla sacrificio y entrega, comunicación directa, perdón, impulso. Claro, se necesitaría que ambas partes estuvieran en conjunción con la misma premisa y que hubiese una cuota de valentía muy alta para atravesar las adversidades y no desfallecer ante los primeros dos mil tropiezos. Hay que ser valientes y no enfrascarse en jueguitos de piel a diestra y siniestra, que no por deliciosos aportan la mejor ganancia.
Cuando no se respeta al otro, ni su cuerpo, ni sus procesos intelectuales o espirituales (si los hay) sólo lo estamos usando para masturbarnos, sólo usamos y luego lo desechamos o lo mantenemos amarrados a cierta distancia controlable para jalarlos y volver a disfrutar de ellos cuando la soledad nos muerde la nuca y necesitamos alimentar la vanidad y sentir que somos los dueños del asunto (es posible que los otros actúen del mismo modo y con similar objetivo). Repito, es sólo una masturbación, en el fondo el otro no importa mucho. Bueno, a veces hay beneficios colaterales como el dinero, los obsequios, cierto prestigio, cierta compañía. Los efectos secundarios nocivos de esta práctica (impetuosa, de poca riqueza espiritual) se descubren muy tarde y a veces son irreversibles.






.

domingo, 24 de julio de 2011

Diatriba F y G




F

En un principio miré la promiscuidad con los lentes de un juez biche que había mirado el asunto hacia afuera y no hacia adentro. Es decir, justificaba mi promiscuidad y criticaba la de los demás.
Hoy se me ocurren varias ideas al respecto. La promiscuidad puede nacer de una búsqueda de placer desconectada del afecto, aunque a veces puede terminar generando afecto. Esta promiscuidad centrada en la piel puede darse por varias razones. Se me ocurre que una es el galanteo, ese juego mental tan agradable que nos reta y nos divierte, conquista, se deja conquistar, alimenta la vanidad y nos hace sentir hermosos, admirados por el otro que juega con nosotros. Y hay aquí un aporte de dulzura y alegría fabuloso que nos fortalece el espíritu y la autoestima, nos alivia la rutina.




G

Hay otro acercamiento de piel impulsado por el lado oscuro de nuestro espíritu. Nos hacer dominar o ser dominados y alguna de las partes termina destruida, si no ambas. Su materia prima es el misterio y la manipulación. Se alimenta del temor a la pérdida. Pueden darse resultados dolorosos que dejan marcas imborrables, queda un lastre difícil de desprender. Estas dos promiscuidades de las cuales he hablado hasta el momento nacen básicamente de la piel y sólo buscan el placer.
Puede haber una búsqueda luminosa o sombría. Esto depende de qué tanto nos conozcamos, que tanto queramos bucear en los inasibles terrenos del placer y sobretodo, que alimento le queremos dar a nuestro espíritu. De allí que salgamos mejor o peor parados de estos encuentros.


.

miércoles, 20 de julio de 2011

Diatriba D y E





D

Aquí entra el amor a jugar, también, dos papeles. Cuando es desamor, nos trae la realidad, nos funda en lo que es, lo que somos, y nos revela que no somos los reyes del mundo, no existimos para el otro tal como lo deseamos, no controlamos nada, no somos fuertes, no somos infalibles, no somos tan bellos, el otro no nos ama, le importamos un bledo.
Bueno, a veces si nos han amado, y aunque esos amores se hayan ido, la fuerza de su recuerdo nos dignifica, nos sostiene.

E

Su segundo efecto es que cuando el amor es alimentado desde la razón, nos aporta cordura, fortaleza, nos permite andar con los pies sobre la tierra sin dejar de soñar pero también sin inventar fantasías estúpidas ni ponernos pruebas irrealizables. Protege sanamente, inspira a construir cada día una buena forma de comunicarnos con el otro desde las entrañas. Y esto sucede porque ya hemos empezado a comunicarnos con nuestras propias entrañas de una manera frontal. Este fenómeno de vernos hacia dentro sucede cuando ya hemos dado los suficientes tumbos como para darnos cuenta qué tan equivocados teníamos el camino. Sólo entonces empezamos a ser adultos, no antes. Sólo entonces empezamos a valorarnos a nosotros y a los otros con todas sus fragancias y miserias, no le pedimos sacrificios innecesarios, no le prometemos mucho pero le damos bastante y aunque esperamos retribuciones, no nos carcome la ansiedad.

lunes, 18 de julio de 2011

Diatriba C




Ya como adultos nuestra mente nos juega una doble pasada, por un lado nos protege y por otro nos entorpece. Nos pone velos en la mirada para que no veamos el origen de ciertas inconsistencias que nos causarían fuerte dolor, es decir, nos sobreprotege, nos engaña. La sobreprotección debería ser entendida como odio. No deja que nuestros talentos pelechen. Nos hace inútiles, flojos. La sobreprotección nunca es sana, te alivia anticipadamente los tropiezos, entonces no te fortalece. La protección llana, simple sí es solidaridad, te acompaña, te impulsa a seguir por tus propios medios y siempre te tiende una mano en los momentos claves.
Por otro lado la mente nos hace ver lo que no existe pero deseamos que exista, vuelve a engañarnos entonces, nos aturde con fantasías que desplazan la lógica y el principio de realidad se esfuma, es cubierto por el pesado velo de la alegría, del placer que nos hace sentir dueños del mundo pero que se agotará pronto, se resquebrajará y nos dejará con retazos de nada en la mano. El placer efímero de encuentros sexuales sin afecto cabe en esta categoría. Claro, también existen los encuentros sexuales que, aunque no nacen del afecto, nos dignifican y nos enriquecen porque son puros en su manera de compartir la piel, hay respeto del cuerpo aunque se use por fuera de la moral e incluso se permitan ciertas licencias cercanas a la perversión, al lado oscuro. Usado así, con convicción del acto, con responsabilidad real, el meloso encuentro de sexo, nos construye, nos hace mejores.


.

domingo, 17 de julio de 2011

Diatriba B




Todos nuestros conflictos con respecto de nuestra afectividad y sexualidad (¿No son acaso sinónimos estas dos vainas?) vienen desde la infancia, la pubertad, la adolescencia, y luego les vamos sumando datos nuevos. Algunos elementos insignificantes van desapareciendo, mas los esenciales, permanecen, se afirman. Y estos no son siempre visibles, no siempre se dejan ver mientras están actuando, por lo general se ocultan y es imperativo entrenar la mirada, la valentía para descubrirlos y aceptar la magnitud de su poder sobre nosotros; y sobretodo, la pericia con que nos obligan a efectuar actos, que en primera instancia juzgamos involuntarios pero que con algo de gallardía podríamos terminar diciendo que esos actos involuntarios en realidad constituyen nuestro verdadero yo, por eso son los que se presentan en mayor porcentaje, es decir, esos actos afectivos y sexuales realizados impulsivamente, sin un dominio acertado, son el noventa por ciento de nuestra afectividad, y si los observamos con lupa y los ponemos en una balanza, descubriremos que son más sus desaciertos que su tino.


.

sábado, 16 de julio de 2011

Cápsulas 1

La mañana se extiende
por donde el tiempo ha decido llevarla.
El clima es lacayo de la conexión de los astros.

El calendario,
esa invención que pretende organizar
los giros de la existencia,
nada sabe de lo que ocurre.

Los elementos del día
se imponen sin misericordia.

Tiempo, clima, ritmo de vida...

Sueños enraizados en lo profundo
se encargan de proteger al hombre
para que no sea un ente
a la deriva de un destino que no sospecha.

Los sueños lo hacen dueño de su deambular.
Los delirios lo salvan de ser
un títere perecedero
y lo convierten en el engendro
que elige sus pasos, sus caídas, su quietud.


anuar bolaños.

jueves, 14 de julio de 2011

Diatriba A




La pareja es un proyecto pesado y si uno no lo defiende a capa y espada termina acabándolo, termina aniquilando todo. Claro que si no se puede hacer nada al respecto hay que tirar la toalla. Esa es una opción que la vida nos permite. Bueno, cada nueva distancia por recorrer requiere hacerlo mirando hacia el futuro mientras se le arrancan pistas al pasado. La comunicación es la llamada a elaborar y ajustar constantemente los proyectos de vida para sacarlos adelante. Hoy quiero creer que estoy preparándome para construir este tipo de comunicación con alguna mujer que llegue con componentes similares, la que no los tenga, no hará consonancia, y por lo tanto no ayudará a crear engranaje, no servirá.



Nota: Estas Diatribas tendrán 13 entregas, del letra A a la M.

.

martes, 12 de julio de 2011

Sexo 2

No siento culpa por la promiscuidad, ni miedo. Me lo he dicho en varias ocasiones. El amor no se encuentra una noche por ahí. Se va armando en la interacción con el otro, con uno mismo, en las puestas en escena. Esto lo se por las conversaciones con las mujeres, por esas enseñanzas que me dan, porque son el otro lado, el femenino, el de ahora, el no-anticuado. El placer por el placer es una bendición y nada nos asegura que no nos dé también ese tipo de amor que nos alimenta en ciertos trozos de la vida. A veces después de una noche sorpresiva de haber sentido ese amor de piel, yo sí espero que el amor se quede, que no sea furtivo, que se vuelva permanente. Que esa entrega que mi amante hizo no sea el juego de la promiscuidad sino que sea el amor que ha venido para quedarse, ese es mi fallo, delirar la permanencia. Y sin embargo sé que la mayoría de las veces yo mismo no doy eso, no me quedo, no me convierto en el amor eterno, perfecto. Voy sólo por el sexo, honesto, si se quiere, pero es sólo aventura, juego. ¡Cómo me contradigo! Pido y no doy. Que equivocación tan tremenda. Estoy pegado a una concepción del amor que no funciona, no es viable. Es obsoleta. Pero en mi cabeza sigo esperando ese tipo de amor, en mis fantasías, porque en la realidad de mi cotidianidad me permito amantes que no amo y sé que no me aman con ese amor épico de la literatura. Sólo nos acompañamos, nos damos ese amor de esta época que es tan suelto y divertido y da alegría y renueva la vida, y se va y no deja malas marcas y su recuerdo es siempre grato, triunfador.
Sería lindo si uno con su pareja pudiera vivir una promiscuidad de sólo dos, vivir la rumba, la locura, el desorden, todos los ensayos, todas la torpezas pero también toda la cotidianidad bien templada, la renovación de proyectos y acuerdos, como si pudiera existir en un solo amor, la combinación de todos los amores, combinar aventura y cotidianidad de modo soportable. Idealizo, deliro como siempre. Pienso que si un amor no te da la oportunidad de usar todo tu potencial para ser lo que se necesita en beneficio de la pareja, sino que patrocina los desafueros de tu torpeza, es un amor que no es maestro, y yo quiero creer que el amor debe enseñarte lo que se necesita para estar fuerte. Nos vamos armando en el otro, la identidad se forma con el otro, pero no somos infalibles, hay fronteras que se cruzan cuando no se debe, hay acciones que se dejan de hacer cuando deberían continuarse. Claro, esto es en una línea de pensamiento que está amarrada a “lo que se debe hacer”, aunque sé que la vida no es como debe ser si no como es. Esa es su esencia, su aliño que tanto nos subyuga. Sé que este romperme y rearmarme me abre perspectivas, me sacuden la entendera. No me preocupo. Tantos años siendo fanático de rumiar ideas, ácido por naturaleza, satírico por convicción, me han formado en la escucha descarnada de análisis y confrontaciones, verdades escuetas y muchas burlas. En el amor y en la vida siempre estamos inacabados pero ahí vamos, evolucionando.


.

domingo, 10 de julio de 2011

Sexo 1



El asunto es las mujeres, el sexo de las mujeres. Ando mirando curvas a toda hora y lo curioso es que imagino a este enjambre de mujeres divinas que anda por ahí, siendo mis amores. Que cantidad de mujeres interesantes hay aquí cerca. Me gustan sus nalgas, sus abdómenes, sus senos. Y no pido maniquíes. Lo que me atrae de ellas es que puedo intuir la fuerza que las hace moverse, su ímpetu que avanza dueño de sí, no desbordado, tibio, de penumbra acogedora. Y entonces, quedo atrapado en la perspectiva de los labios, en la red angelical de una mirada que asegura que es posible armar un amor como espina dorsal de la rutina. Quiero decir que las mujeres a veces sólo representan un cuerpo para una buena noche, y ya ven, me traiciona la esperanza de amor que tengo en el corazón. Sé que hay mujeres allá afuera, aquí cerca, allanando este camino en que los nuevos hombres caminaremos hacia su encuentro.

.

viernes, 8 de julio de 2011

Filigrana 2.

Las Horas Gastadas


Mariana se sienta sobre mi, la cabeza me queda a la altura de su cuello, su melena rizada me cae en el rostro, acomodo la nariz en su clavícula y respiro el vaho que sube de su axila, los calores de la piel cocinan en un solo aire el lavanda del desodorante con el sudor, la crema de peinar y el vapor que sube de su vagina mojada de jugos. Siento su peso sobre mi regazo y caigo en la cuenta de que debo volver a trotar o a levantar pesas.
Mariana me besa, tengo la boca cerrada pero ella chupa mis labios. La luz amarilla de la tarde pasa por la cortina de tela delgada y nos pone sobre el cuerpo sombras color mostaza. Yo miro sus senos pequeños, los pezones pardos de poros erizados y vellos oscuros y los beso sin muchas ganas. Siento que amar a Mariana me llena de una alegría triste que no me deja pensar en el futuro. Los recuerdos de otras mujeres amadas se resisten a soltarme, sobretodo el de mi primera mujer, aquella con la que me sentía seguro y resultó haber tenido una vida clandestina que nunca sospeché.
Abrazo a Mariana con la fuerza de un hombre desolado que teme confiar en un amor de promesas, me concentro en sentir su cuerpo compacto, caliente, adherido a mi rostro, sobándome su pecho, susurrándome un cariño juvenil que me acompaña, que me ubica en esta encrucijada de soltarme al encuentro de un nuevo rumbo o seguir mirando por el retrovisor hacia los días en que me levantaba a construir la vida sin sospechar que mi amada impenitente sumaba mis defectos para fabricar con ellos una puerta de salida, y cuando abrí los ojos me hallé perdido en mi silencio sin poder hilar una sola frase luminosa, y ahora Mariana me dice te quiero al final de cada frase y yo recibo su verbo como un sonsonete que la hipnotiza a ella y a mi me pone alerta y pasmado. Su sexo me divierte, su presencia me deja sentir que todo es nuevo, que estreno mi propia piel, que a pesar del agarrotamiento padecido por ese viejo amor que aún maldigo en mis días densos, todavía conservo esa vieja fuerza que era la veta central de mi vanidad y que ahora, bastante amilanada, sostiene la idea de que el destino ocurre como es debido y que la única labor a la que debemos todo empeño, es a la de alcanzar la templanza de aceptar lo que nos corresponde sin soltar ninguna queja.
Me aferro con fuerza a Mariana pues me siento invitado a un descubrimiento, a un recorrido en el que no debo preparar ningún itinerario ni archivar recuerdos que más adelante me dejarían atado de mente y corazón a premisas de amores eternos que no existen. Este amor tiene el sonido de una lluvia liviana, el sabor del agua fresca, la consistencia de una penumbra en la que quiero deambular.


anuar bolaños.

.

lunes, 4 de julio de 2011

R12

Los Trascendentales...


Los trascendentales tienen cara de protagonista de película trascendental. Su mirada oscila entre lo profundo y lo difuso. Fuman cigarrillos sin filtro. Coleccionan objetos. Escriben grafitis. Comen pan integral pero no odian el huevo frito. Recitan discursos sobre la métrica de los poemas Alejandrinos y los Hai Kus, los esquemas lacanianos y la semiología. Conocen las artes secretas del Vudú, la teoría cuántica, las epístolas bíblicas, los diálogos de Platón. Cómo cultivar correctamente una huerta hidropónica, cambiar un pañal o limpiar el carburador del auto.
Hablan del poder hipnótico de Moisés, la varita mágica de Mandrake y los pases magistrales del Pibe Valderrama o cualquier otro deportista cotizado del momento.
Los trascendentales son unos animales de pantaloncillos psicodélicos, gestos frenéticos, ademanes contagiosos y pegajosa aura mágica. Se sientan en flor de loto, con la pierna cruzada o imitan la sugestiva pero incómoda posición del pensador de Rodin. Se empeñan en nunca tener el alma de reposo.
Llevan a cabo recitales sobre las flores y la luna.
Se embadurnan con variadas fragancias de la tierra y la madera para asumirse como seres exóticos o afrodisiacos. Tartamudean en varios idiomas.
Expresan gozo casi hasta el desmayo, al observar obras de arte de las cuales aseguran comprender la profunda esencia del artista. Caminan a prisa o flotan. Tienen en la mente una claraboya, una bragueta en el corazón y bajo la cama una bacinilla o un alicate oxidado. Ocultan celosamente en la cartera un escapulario verde, una foto ajada y preservativo por usar.
Llevan bajo el brazo libros raros, crucigramas resueltos a medidas y el último ejemplar de Playboy. Alaban los poderes naturales del ajo y hacen culto a la cannabis. Recitan de memoria los nombres de los mejores exponentes de la música clásica, el Jazz, el Blues, la Trova Cubana y también cantan estribillos de boleros, tangos, baladas y rancheras. Aman a todas las culturas. Odian a todas las culturas. Aman a los niños. Aman los animales. Repudian a los imperialistas y los desprestigiados.
Podrían pasar horas tirados en la hamaca de las reflexiones terminando su teoría que explicará el universo.
Los trascendentales usan ropa multicoloreada, mochila Arhuaca, atuendos de accesorios variados con pañoletas, cinturones y sombreros. Llevan el pelo en la libre maraña.
Algunas veces hacen deporte como culto a su cuerpo que es un templo de sensibilidad infinita o lastiman sus tendones y coyunturas al querer adquirir en media hora las habilidades milenarias de las contorsiones del Yoga. Si tuvieran tiempo practicarían Judo, Tai Chi, Hap Ki Do y hasta Lucha Grecorromana o Boxeo.
Narran toda la historia de la cultura oriental con sólo ver una colorida serpiente en el dorso de una tacita de té japonesa. Conocen el mensaje de cualquier jeroglífico de cualquier época de cualquier cultura.
Los trascendentales se inscriben en los círculos de los sabios que están de moda en la ciudad y en hordas frecuentan la taberna, el cineclub, los parques naturales y todos los foros sobre ovnis y extraterrestres.
Se autodenominan histéricos, psicóticos, neuróticos, esquizos o simplemente artistas. Entablan apasionadas relaciones amorosas con una persona distinta cada tres meses a la cual inundan con tiernas esquelas y ositos de peluche.
Sufren insomnio y sueños inconclusos repetidos. Padecen de dolor de muela, gastritis, miopía y jaqueca. Intentan arrancar melodías de flautas, guitarras o maracas. Armonizan su voz con un sonsonete seductor y plasman ideas matizadas en batik, óleo y crayón. Tienen un cassette grabado con la verdad y el manual de la felicidad completa.
Los trascendentales no cumplen citas o son muy puntuales, pues ante todo son simples seres humanos comunes y corrientes que quieren dejar de ser simples seres humanos comunes y corrientes.
Todo cuanto actúan es reflejo del inmenso hueco que tienen en su alma. Cuando están ebrios semejan bufones o saltimbanquis salidos de una tragicomedia moderna mediocre. Alaban el suicidio pero esperan la reencarnación.
Francamente, los trascendentales me dan asco, sobre todo cuando me miro al espejo.


anuar bolaños.

.

sábado, 2 de julio de 2011

Filigrana

La Mujer Del Jueves...

Hacer el amor con Mariana se convierte en dos acciones conjuntas, mientras está concentrado en llevar a cabo una ejecución física de buen nivel en la que fuerza, ritmo y entusiasmo tengan una entrega real, honesta; la capacidad de observación de Francisco se agudiza para recoger de su rostro todos los gestos de placer que ella realiza. Esto lo desconecta de los sentimientos de afecto que siente por su mujer y lo ponen a pensar sobre lo que cada mueca puede representar. Ve una mezcla de goce y dolor, una excitación en crescendo que se acompaña de quejidos y contorsiones. Mariana se saborea pasando la lengua por sus labios encendidos, con los ojos cerrados y los puños aferrados a la sábana parece estar poniendo sus fantasías en práctica. Arrodillada, lo recibe como un jinete que la lleva a empellones y la sostiene de la cadera para no arrojarla de bruces sobre la cama. Francisco mira como la pelusa negra del tobogán de la espalda se va humedeciendo de sudor, agarra su melena rizada semi rojiza y tira de ella como riendas.

Su propio cuerpo es también objeto de atención, percibe la tirantez de los cuádriceps, el peso en las rodillas, la tensión de los glúteos al arremeter, la humedad de su pene humedecido por la vagina de Mariana, la abertura llena de pliegues, el agujero rojo y oscuro por donde entra y quiere seguir de largo, donde quiere causar un daño soportable, una desgarradura mínima que proporcione algo de sangre. Le gusta recibir el vaho cálido y agrio que sube hasta su nariz, le gusta ver las gotas de su sudor cayendo sobre las nalgas redondas, vibrantes, duras y esponjosas al mismo tiempo, carne que amasa con sus manos y quiere incrustar en su ingle, hacerla parte de su cuerpo. Sabe que la ama. Por eso antes de terminar, la invita a voltearse boca arriba y entra en ella aferrado en un abrazo y un beso intenso en el que deja a un lado el interés por los cuerpos y se va hacia la ensoñación que lo une a su mujer más allá de las volteretas de la piel y lo instauran en un mundo de proyectos románticos con planes de viajes a ciudades antiguas junto al mar, una casa con patio arborizado y un cobertizo para agasajar a los amigos, una gata brava, recetas de cocina con muchas especias y empleos bien pagados.

Durante el proceso de enfriamiento Francisco empieza a hablar reflexiones cotidianas sobre la vida y hace sentir a Mariana el centro de su existencia, el norte de su camino, el hallazgo de su búsqueda. Ella llora un llanto agradecido y risueño, y muy tranquilos, abrazados como un par de amantes antiguos que se saben completos, se quedan conversando de las pequeñeces que los conectan y les proporcionan un fluir desatento, confiado, salvo. A Francisco lo embelesan los ademanes de Mariana, su voz lo aletarga, sus besos lo alimentan.

Luego toman una ducha veloz y se sientan a comer algún platillo improvisado, engolosinados de su compañía, renovados en su amor, dueños del tiempo.


anuar bolaños.


.

jueves, 30 de junio de 2011

R10

Calle...

Días en que mis ojos desaparecen
bajo el humo de la avenida
duele el cuerpo
la mañana solloza un grito cenizo
la garganta arde
el odio del mundo subraya a los débiles.

Qué cosa soy
en este amanecer de invierno:
un verso suspendido de la bruma,
un triste funcionario
ilusionado con la música.

Días en que mi existencia cruje
y nadie se da por enterado.




De "Días De Penumbra" 1990.





sábado, 25 de junio de 2011

R6

En Ti...

Tu cuerpo invita.
Hay recodos para esconderme,
ensenadas donde me deslizo.
Hueles a día nuevo.
Voy poniendo besos en tu piel.
Recorro tu frente con mis labios
y sigo las líneas de tus cejas, lentamente.
Mis besos se pierden en tu boca
como agua que entra al mar.
También está tu cuello,
erguido como corresponde.
Me detengo en tus pezones,
son lindos tus senos de algodón oscuro.
Desde tu ombligo
soy un ave que desciende,
ermitaño que has llenado de plumas.
Bajo por tu abdomen
hacia el vértigo de tu centro,
colina donde veré el amanecer.
Pongo un beso en tu fuego
y mi saliva se une a tu humedad.
Te oigo suspirar.
Me invade tu tibieza,
me recibes, me acoges.
Cuando mi sexo entra en el tuyo,
somos uno que se salva.


.