Esta
tristeza es dulce
benévola
no
me adormece
ni
fatiga
Quizás
me impone
un
andar cansino
el
hábito inoficioso
de
pensar finales felices
para
los días vacíos
en
que medio vivo.
De
noche me acompaña
mientras
tomo té de piña
y
como pan de ajo
y
oigo las noticias de la radio
-el
mundo sigue loco-.
Mi
tristeza
se
queda junto a mí
cuando
doy vueltas sin dormir,
pero
no me dice nada
sabe
que no presto atención
a
las derrotas,
me
he vuelto un hombre
silencioso,
agradecido
por no tener deudas
de
amor ni estar esperando
premio
alguno de la vida.