Lo supo de repente. En el instante en que la
música se detuvo y levantó la cabeza para buscar a su mujer y no la encontró,
descubrió su nueva soledad. La descubrió como un hallazgo real, contundente.
Siempre supo que la soledad estaba allí, pegada a su piel, espolvoreada en su
aire, leal. Pero se había sentido tan cómodo durante tanto tiempo decorando esa
soledad inofensiva con evasivas alegres que se sentía a salvo de su zarpazo. Y
allí estaba ahora, la soledad reina. Descomunal y silenciosa, nítida e ineludible.
Supo que le hacía falta su hembra. Esa chiqulilla negra desteñida que lo
colmaba de contradicciones e intenciones secretas y lo hacía languidecer de
antojo nocturno. Sirvió otra copa de vino, reinició la música y se resbaló en
el sillón con los ojos cerrados a recordar tramo a tramo el cuerpo desnudo de
quien ahora protagonizaba el ritmo de sus taquicardias. Sonrió. Supo que su
caída era un triunfo. No hay mejor obsequio en la vida que las sacudidas del amor.
Brindó por los besos blandos y los gestos de gozo, la calurosa batalla y la
risotada exacta, todo manjar improvisado para sostener la escena, el unánime
desvanecimiento a dúo, el poroso sosiego de ser acogido por otro, el agridulce
espejismo de la felicidad. Brindó por su mujer y lloró un poco.
Anuar, qué soledad...
ResponderEliminarBesos,
Está bien llorar, eso es que esta vivo. Besos.
ResponderEliminarAnuar, si nos hicieron felices solo tenemos que agradecer y soltar, un abrazo!
ResponderEliminarPor favor, tengan presente que yo escribo literatura de ficción. Mariana Carbonell y el narrador que escribe son personajes inventados.
ResponderEliminarIncluso los poemas y reflexiones son una construcción literaria. Nunca serán fragmentos del diario de la vida de Anuar Bolaños.
Ficción, fricción o realidad, escribes muy bien anuar.
ResponderEliminarBesos para ti.
mar
La soledad reina, pero tambien con ella hay que aprender a bailar aunque tan solo sea un tango.
ResponderEliminarMuy bueno, comparto el comentario de Cristina. Besos.
ResponderEliminarque nos sacuda el amor entonces, y brindemos mientras lloramos, porque sucedió.
ResponderEliminarHoola!
ResponderEliminarAntes llevaba bombasdecristal.blogspot.com pero Google no quiere devolverme la cuenta!
AHORA ESTOY EN http://cristalesefimeros.blogspot.com.es/
Te sigo aquí también, otra vez.
Besitos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAlguna vez, hace muchos años también me senté a llorar el desamor, pero en vez de vino...coca cola con hielo.
ResponderEliminarBonito relato Anuar
ResponderEliminarEl desahogo sobreviene por diversos motivos, entre ellos el desamor.
ResponderEliminarDescribes con acierto los desgarros internos que nos produce el amor.
ResponderEliminarSaludos.