Esta casa me convierte en escritor. Es la penumbra, las horas quietas de
la mañana, el murmullo de la emisora, la mascota en el sofá, el olor del café.
Es el anuncio del día que nada promete o mi propia voz narrando la bitácora
imaginada de mi vida.
La ecuación, la receta, involucra una porción de silencio. No sé cómo
explicarlo. Muchos ruidos y sonidos suceden mientras estoy en estado de
letras (mi renombrado Poetic Mode), y yo los escucho. Son un telón
sonoro que acolchona la voz con que narro la sensación de ser un extranjero que
ha descubierto ser huésped del mismo hábitat durante largo tiempo, entonces,
mira cada objeto con un cariño nuevo y realiza cada movimiento como
estrenándolo.
Todo ocurre sin testigos y con lentitud. El tiempo dejó de ser la
medida de la vida. Dentro de esta casa, en este cajón decorado de trópico, mi
corazón ladra tranquilo.
Es cierto, es cuestión de concentrar nuestro pensamiento en algo, inmediatamente surge vida de él, adquiere ese valor que momentos antes seguramente ignorábamos, y entonces surge ese juego de letras y palabras que nos hace volar, y nos sentimos tan...bien.
ResponderEliminarFeliz fin de semana, Anuar
Fina
Esa casa tan bien descrita invita a estar en ella. Saludos
ResponderEliminarHermosos mundo creativo el tuyo, tan personal como increíblemente atractivo.
ResponderEliminarCuando menos se espera salta la chispa que pone en marcha el incendio de la escritura.
ResponderEliminarBien hallado en esta casa.
Hay espacios que se adueñan de nuestra necesidad de escribir sin tropiezos. Has encontrado en ese casa, ese tiempo sin medida, para escribir. Faulkner, lo hacía en el silencio de eso de las cinco de la mañana, en tabernas, bares, lenocinios, cuando el estropicio de la noche rodaba al abisno, UN abrazo. carlos
ResponderEliminarLa casa es el mundo de uno, es el globo que vuela con todo dentro hacia el infinito ... de pronto suena el timbre y explota el globo ...
ResponderEliminarBueno, en tu blog también,
ResponderEliminarBesos.
Vaya, qué agradable sorpresa. Me gusta cómo escribes.
ResponderEliminarUn saludo.
Vaya, qué agradable sorpresa. Me gusta cómo escribes.
ResponderEliminarUn saludo.
Nada como encontrar el espacio en el que somos simplemente nosotros.
ResponderEliminarUn saludo
Todos tenemos un lugar así, ¿verdad? :)
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi "lugar personal".
Besos!
Que refugio tan envidiable.
ResponderEliminarQue nadie lo profane jamás.
Envidia tengo.
Saludos.
Tu refugio inspirador, Anuar.
ResponderEliminarMil besitos.
Muchas gracias Anuar por el comentario en mi blog. Te envío un saludo. juan.
ResponderEliminarFantástico texto, Anuar, me siento plenamente identificada con esas sensaciones que gratifican y mueven a la creación literaria.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me gusta esa casa.
ResponderEliminarY las casas que inspiran de verdad.
Besitos
Muy bueno el refugio, Anuar
ResponderEliminarBienvenido i mi blog
Un saludo
Muy bueno el refugio, Anuar
ResponderEliminarBienvenido i mi blog
Un saludo
un intenso texto
ResponderEliminarAnhelo el tiempo en que el tiempo deje de ser la medida de la vida.
ResponderEliminarmaravillas de un escritor! paso pues nunca, la politica me tiene en casa, y afuera, candidata a concejal por mi ciudad 4to.lugar, ayer cerraron listas! espero poder hacer UN algo!
ResponderEliminarun saludo fraterno
lidia-la escriba
www.nuncajamashablamos.blogspot.com
Los espacios pueden llegar a impulsarnos. Solo hay que saber ocuparlos, como este que nos traes aquí.
ResponderEliminarMe encanta que tu corazón ladre tranquilo, los ladridos son tan variados y dicen tantas cosas...
ResponderEliminarEn esa casa, dentro de ese cajón decorado de trópico, ocurre el milagro de la vida buena, ese que consiste en mirar las cosas con ojos diferentes, sintiéndolas nuevas y a la vez nuestras, queriéndolas sin poseerlas, solo rozando su existencia para gozarlas cada día de forma diferente.
Me ha gustando mucho hoy este Mangalú.
Un abrazo grande, Anuar.