Cansado de mirar imágenes en la pantalla, motivado por encontrar ese rostro femenino que reúne la nostalgia, la alegría, la perversión, la picardía, la ternura, la soledad, el deseo, la lujuria, todo en uno, todo a la vez.
Rostro invariable, eterno, sensual, rotundo, impostergable, volátil…
Eso que ves son los rastros de un paraíso que no se puede visitar, fuerza subterránea que acabará con tus cimientos, placer que no te será concedido, ternura que se burla.
Miradas cuestionan las pasiones que no entienden.
De nada sirve acumular imágenes, promesas sin sustento.
La voracidad de un mal poeta es insaciable.
Solo si te lo imaginas, puede llegar a existir realmente.
ResponderEliminarsalud-os
Qué buenazo está este post.
ResponderEliminarNo es nuevo que te diga que me das envidia.
:))))
Besos.
Andri
Me gustó poeta, un abrazo grande.
ResponderEliminarNuestros ojos son la boca de nuestra hambre y voracidad.
ResponderEliminarSaludos.
Tienes que estar muy atento, no vaya a ser que, de tan mudable, no la reconozcas cuando llegues.
ResponderEliminarUn abrazo.
PD: este verificador de palabras es una lata!
ResponderEliminarDe nada sirve, efectivamente. Las fuerzas subterráneas pueden acabar con los cimientos, sobre todo si estos estos se dejan corroer y no oponen resistencia.
ResponderEliminarMala voracidad es esa, no por ser malo el poeta, por tenerla desmedida... ¿exigencia?
¿Perseguimos acaso una utopía?
ResponderEliminarPero hay quienes dicen que la vieron...
¿?
Muy bueno Anu, te sigo.
ResponderEliminarOriginal relato, da un poquito de susto pensar en caminar y ser levantado por el aire...
ResponderEliminarUn abrazo