Ventana Al Sur |
En cada rincón del mundo hay un hombre que se
cree el centro de todo lo existente. No reconoce que su vida es apenas otra
versión más de las tantas que el tiempo ha fraguado sobre la faz de la tierra a
golpes de intemperie e incertidumbre.
Por insólito que parezca, todo acto humano
resulta predecible, sólo busca la realización de sus delirios, el placer de ser
adorado como el dios ciego que es esclavo de la mezcla de sus lados oscuro y
luminoso.
Aquellos afortunados que logran detener los
impulsos de la idiotez y se estacionan en la inacción lejos de los pensamientos
y sentires -a toda luz inútiles- son los héroes que reconocen en la muerte el
tope excelso de la evolución y, aunque saben que no existir es la verdadera
libertad, tampoco esperan la muerte con ansiedad. Cumplen su ciclo sin más
veras.
Esos sabios son los fundadores de mi doctrina:
Venerar la nada, adoptar la quietud.
No estoy de acuerdo, no mucho. Sólo la emoción crea el movimiento y la vida es eso: cambio, movimiento, desplazamiento. Pero me gusta el color de la pared que sujeta la ventana al sur. ¿Como tienes la del norte?
ResponderEliminarMás que la nada sin más, es la paz en la que anidar todo lo demás, la sencillez.
ResponderEliminarMe gustó el comentario de Francesca.
ResponderEliminarBesos mi querido Anuar.
Andri
ja ja ja muy bueno, muy propio de tí amigo. Mira personalmente, no me creo el centro de lo que existe. En mi delirio pienso que soy única e irrepetible, que vine con una misión para ser feliz y plena, y, hacer felices a los que me rodean. Que todo lo que desee se me será concedido.
ResponderEliminarAdemás como Francesca, me podés decir de qué color es la pared norte?
Besitos, y muchos.
Se dice que en esta vida hay tres tipos de personas: las que esperan que las cosas sucedan, las que hacen que sucedan las cosas y las que preguntan qué pasó?. En resumen, todo es asunto de ver con qué actitud asumimos y enfrentamos nuestra existencia.
ResponderEliminarSaludos.
Anuar, iba a comentar y me encontré con el último (Jorge) Mi hijo más chicos me dice, mamá, no esperes que las cosas sucedan, andá en su busca. Pero él no sabe que yo espero buscando en silencio dentro mío. Preciosa prosa, apuesto a mejor mirada tuya, otro día, un abrazo!
ResponderEliminarInteresante doctrina, sin duda; pero con pocos afortunados que puedan practicarla. ¿Cómo neutralizar el lado oscuro y el luminoso? ¿Y cómo hacerlo con los pensamientos y los sentires? ¿Pueden darse los unos sin los otros? ¿Seguiríamos siendo humanos si así fuese? La inacción como modelo de existencia..., creo que no se sostiene, ni siquiera un gato doméstico permanece en la inacción total, aún no precisando la búsqueda de alimento persigue moscas y polillas en ese afán cazador que su genética mantiene a pesar de nuestro empeño por domesticarlo; sigue afilando sus uñas en cualquier superficie aunque nunca haya subido a un árbol ni tenga a qué o a quién enfrentarse. Y, de todos modos, si los que optan por la inacción completan el ciclo; los otros también lo hacen, el ciclo que se hayan buscado o el que lse hayan dejado. ¿Es más auténtico el uno que el otro? Si la premisa de la que partes fuese cierta, el mundo estaría poblado por siete millones de egocéntricos, y aunque en cierto modo todos lo somos, no hasta el punto de creernos el centro de todo lo existente.
ResponderEliminarLa ventana al Norte ¿existe?, quizá el color de la pared que la sostiene sea el verde.