Hay
sangre, espesa, casi fría. Su recorrido por las venas es muy lento, no quiere
llegar a su destino. El otoño averió su ritmo de trópico. La tierra caliente es
sometida por las lluvias. Los expertos nombran este suceso con la palabra
fenómeno pero nada tiene de fenomenal. Bueno, quizás la evidencia de que la
gente se ha vuelto gris y exhala neblina al respirar, tiene la piel escarchada
y los ojos anuncian llanto a toda hora, confirma que los desastres del temporal
se han desbordado sin misericordia.
El
consumo de café caliente se ha triplicado, la locomoción es torpe y húmeda.
Todos llevan por techo un paraguas y los brazos escondidos. Desde la mesa de la
cafetería yo miro la avenida buscando los edificios de siempre. Sé que están
ahí. Dentro de esas viviendas, la pequeña tibieza almacenada sirve para que la
gente se recoja en diminutos rituales de vida cotidiana y haga planes para
cuando el sol regrese. Ya han gastado tres almanaques completos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHoy que, curiosamente, extrañaba tus escritos, vuelves a reaparecer. Llueve para que resucitemos a nuestros mortecinos paraguas. Llueve para que aflore con frescura nuestra anhelada primavera. Llueve para ablandar la coraza de nuestra oxidada nostalgia. Llueve para conectar de nuevo contigo. Saludos
ResponderEliminarA veces, incluso el sol, lagrimea sin necesidad
ResponderEliminarBuena entrada.
Saludos, Anular
Fina
Perdón el gazapo. Quise decir: Anuar
EliminarAnudar, Anular, Anidar, Anhelar, Anual, ANUAR...
EliminarTodas valen !
A veces nuestra sangre caliente también es sometida por la lluvia de melancolía, tristeza y soledad y los pequeños rituales no nos animan...vamos a ver cuántos calendarios hay que gastar.
ResponderEliminarLa lluvia hecha temporal, inunda las calles y genera desastres físicos, como también anega el alma de tristeza. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarQue interesante forma de escribir
ResponderEliminarSaludos
intenso y maravilloso escrito
ResponderEliminarte dejo lluvia de magia
Eliminaryo tambien paso solo a saludar
ResponderEliminarja ja ja ja
Esperar y esperar, mientras las hojas del calendario pasan y pasan.
ResponderEliminarun saludo
Esperar y esperar, mientras las hojas del calendario pasan y pasan.
ResponderEliminarun saludo
Hola Anuar. Cuando terminé de leer tu escrito no pude sustraerme del dolor que sufren mis compatriotas por el reciente alud en el norte de mi tierra.....Cuando las nubes estallan en miles de gotas y esas gotas se multiplican y arrasan con todo, la belleza de observarlas se puede transformar en tragedia.
ResponderEliminarUn abrazo Anuar.
Disfruto como siempre, leerte.
ResponderEliminarSaludos!
Esta maldita lluvia anega nuestras almas y la paciencia se agota.
ResponderEliminarBesos
excelente metáfora de una parte de la vida................
ResponderEliminarBs
El caso es que a mí la lluvia me gusta...
ResponderEliminarGracias por tu visita
Un saludo
la natura es rotunda
ResponderEliminarimpredecible
pero a los humanos les gusta pensar que tienen el control...
por eso después el lamento es siempre cíclico en todos los aspectos
salutos
Dentro de cada vivienda hay una gran novela por escribir.
ResponderEliminarPor las calles caminan sus párrafos.
Bajo una tormenta de lluvia y lágrimas a veces todo es tristeza y nostalgia que brama en la noche gris.
ResponderEliminarLa lluvia me gusta pero estos días que vienen, me llenan de tristeza.
Gracias por tu visita.
Saludos.
En eso se nos mide la vida en calendarios.. Nubes, lluvia y esperando los soles.
ResponderEliminarSaludos
La lluvia es necesaria como también las lagrimas.
ResponderEliminarMe encantó volver a leerte en mi blog y en el tuyo.
Un beso.
Un texto complejo
ResponderEliminarno lo entiendo
Perfecto me parece, que mientras pasa la lluvia, se viva lo cotidiano, lo que no quisiera es que gastemos almanaques esperando que amaine el agua, es decir, que la vida se vaya sin hacer nada por esa nube gris que no parece abandonarnos, a veces porque no queremos, otras pq no podemos.
ResponderEliminarExcelente, me encantó!!!
Gracias por tu visita, saludos!
Siempre sale el sol después de la tormenta... pero creo que eso no significa dejar de vivir. Siempre se puede hacer algo, por pequeño que sea. Aunque sean esos planes de calendarios.
ResponderEliminarAunque no me gustaría gastar tantos.
Besote.
Es difícil pensar hacia dónde vamos...
ResponderEliminarAbrazotes.
Hola. Como lei en un comentario anterior es algo que también ocurrio hace poco en varias provincias de mi país. Con aludes e inundaciones. Cuando el agua que es tan necesaria para la vida a veces viene de a montones y arrasa con todo a su paso. Con la impotencia de la gente como ve que sus casas, el fruto de lo construido tal vez de toda una vida se le hace añicos. Sumado a otra gente gris que lo único que les importan son los negocios. Que arrasan los bosques nativos con tal de plantar grandes extensiones de monocultivos. Y a la larga la naturaleza después se venga. Te mando un fuerte a brazo y gracias por la visita en mi blog
ResponderEliminarMe gustan tus escritos...abrazos
ResponderEliminarTodo parece normal en ese mar de gente, con sus tonos grises y su incesante lluvia. Pero seguramente nada lo sea.
ResponderEliminarBonito escrito. Saludos.
Me has hecho caer en cuenta que mientras amo la lluvia con todas mis fuerzas, es ella misma quien ha sumido a mi gente en la más profunda devastación con sus estragos.
ResponderEliminarDe todos los polos estamos hechos...
Un gusto conocerte.
Mientras la pienso me mastubo los deseos
ResponderEliminarInteresante reflexión
ResponderEliminarAbrazos
El sol y la alluvia se necesitan por igual. Besos.
ResponderEliminarUna reflexión muy intimista y sutil sobre el otoño Acá estamos a dos pasos del verano.
ResponderEliminarUn abrazo.
¿Para cuándo tu próximo relato? Te extrañamos tus lectores. Un abrazo.
ResponderEliminarLa gente se ha vuelto gris y exhala neblina al respirar, tiene la piel escarchada y los ojos anuncian llanto a toda hora...
ResponderEliminarAsí es la gente de forma casi permanente en Bogotá, buscare una foto que convierta en imágenes tus palabras...