El amor cambia de rostro sin previo aviso, se esconde,
no logras mirarle a los ojos, por alguna razón te evade. De no ser un ente
atrofiado, quizás se apiadaría de ti pero sabes que no hay remedio. “El amor es
un cabrón”, te dices.
Algunos días supones que el ciego eres tú, por tu
culpa el amor huye, la luz negra de tu pecho todo lo echa a perder. Otros días
hallas una margarita en tu jardín y los ventiladores gigantes del cielo te
obsequian la frescura, mandas al amor a freír espárragos con un ademán
enérgico. “El amor no es Dios”, concluyes y te vas de juerga al viejo burdel
del centro, y regocijado en el lecho de la Dulcinea de turno, ungido con el
barniz agridulce y tibio de su vagina, bebes cerveza, fumas, cantas poemas. La
noche ya no está sola te olvidas de lo inútil de existir y comiendo aceitunas o
queso amarillo dejas de putear tanto al destino y ríes. Te duermes tranquilo.
Me encanta. Un saludo.
ResponderEliminarDudas, luego existes. Un abrazo, Anuar. Gracias por escribirnos.
ResponderEliminarLa duda misma, nos da salidas para no seguir puteando el amor. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarViva el amor amigo. Jajajaja. Abrazos.
ResponderEliminarPor algo dirán que el amor se hace, no nace.
ResponderEliminarSaludos,
J.
El amor es un cabron... Buen escrito Anu
ResponderEliminarsolo GRACIAS!
ResponderEliminarlidia-la escriba que ya no pasa de visita
www.nuncajamashablamos.blogspot.com.ar
Dormir tranquilo tras una visita al burdel ante la frustración del amor huidizo... Da para pensar. Me he recorrido tus últimos escritos, tres meses sin pasar por aquí. No tengo perdón. Siempre disfruto de cuanto escribe, por favor, no dejes de hacerlo nunca.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Mafalda, siempre te espero con cariño en mi blog. No te preocupes, yo tampoco he estado my hacendoso por aquí.
EliminarUn fuerte abrazo.