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Había imaginado tu cuerpo,
la noche siendo arrinconada
por la luz de la lámpara.
Tú,
desplegada en la cama,
desmadejada, cubista, blanda,
adormilada, risueña, en espera,
sin curiosidad,
convencida de mi arribo,
dispuesta al enlace.
La nota sobre la mesita decía:
“Regreso tarde. No me esperes despierto.”
la noche siendo arrinconada
por la luz de la lámpara.
Tú,
desplegada en la cama,
desmadejada, cubista, blanda,
adormilada, risueña, en espera,
sin curiosidad,
convencida de mi arribo,
dispuesta al enlace.
La nota sobre la mesita decía:
“Regreso tarde. No me esperes despierto.”
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Muy buenas estas letras. Confundido entre el deseo y, quizá, el reproche.
ResponderEliminarmi abrazo
Decepción, ahora, esa mano no pertenece a ese cuerpo no? Sería ota decepción, abrazo Anuar!
ResponderEliminarVaya...
ResponderEliminarHace tiempo que te sigo. Leo con atención cada una de tus entradas y no dejas de sorprenderme. Es triste que la inspiración, las frases más clarividentes, los pensamientos geniales, sean fruto de las experiencias más dolorosas. Pero el sol siempre está allá arriba, aunque las nubes no te permitan deslumbrarte con su luz.
ResponderEliminarEnhorabuena. Un saludo
Es lo que tiene el imaginar..., que a veces se desvanecen las visiones tras la neblina. Aunque imagino que la esperarías, solo un leve contratiempo recuperable en el tiempo y la acción.
ResponderEliminarMe ha encantado el tono, consigues que parezca desenfadado con ese final que no termina.
Un abrazo.