Cuando uno se inventa que es escritor algo hace le crack en la mente, y no sólo allí, también en el estómago pero sobretodo en la espalda. Bueno, no quiero decir que mis achaques de adulto mayor se deban a la intensa actividad mental a la que me veo avocado tratando de hacer de cada giro de mi cotidianidad una narración literaria.
Hoy es domingo nuevamente. Amaneció hace varios minutos. La Mujer del Jueves ha venido a pasar la noche y yace a mi lado, semidormida. Una mitad de su cara está aplastada contra la almohada y la otra me muestra gestos de una modelo gótica. Es encantadora. La penumbra del cuarto acentúa las líneas de sus labios, de sus cejas, y sus ojos cerrados. Su pelo crespo alborotado me recuerda a Helena Bonham en la película Sweeney Todd.
Esta mujer es chiquita en varios sentidos y gigante en otros tantos. Su mano juega con mi miembro hasta endurecerlo. Entro en ella y me quedo quieto. Sólo quiero arroparme con su tibieza y absorber su olor a galleta de chocolate. Desatiendo sus quejiditos despedazados pues no quiero moverme. Somos un abrazo blando con la ropa de cama adherida a la piel como una enredadera. Pongo mi oreja sobre su seno y el sonido de su corazón me recuerda a un tren que está a punto de detenerse pero no lo hace.
Hace frío. Llovió toda la noche. Seguramente las inundaciones ya han cobrado más víctimas en muchos sitios del territorio nacional. A falta de televisor miro las imágenes en el periódico. Quedo con una desolación inoficiosa que no alcanzo a usar en ninguno de mis escritos.
Soñé que vivía en una casa de inquilinato. La situación es recurrente. Anhelo vivir en un segundo piso, en un salón grande donde la cocina tenga un ventanal sobre el mesón del lavaplatos que exponga el paisaje de un bosquecillo de árboles medianos o la perspectiva de una calle de casas enanas y tejados de tejas rojas de un barrio popular. En el sueño me veo cocinando y tomando sorbos de vino de una copa mientras miro la tarde desteñida y sosa. Los colores del sueño me llenan de una mescolanza de sensaciones. Melancolía y añoranza. Alegría agridulce sentida junto a los amigos una tarde de verano soleada haciendo un asado en el antejardín de mi casa. Este recuerdo vive fijo en mi mente como una postal gastada por la intemperie.
Los colores de la cocina soñada, azul aguamarina, verde turquesa, rosado lila, amarillo mostaza, magenta; me acongojan, me renuevan la certeza de que los días son una secuencia sin impulso que avanza con la parsimonia de ola de aceite entrando en una playa de mármol.
Finalmente logro ponerme de pie. Cada músculo del cuerpo me duele de un modo distinto, como si hubiese participado en una competencia de triatlón demasiado larga. Mi mujer lo adivina y se mete conmigo a la ducha. Masajea mi abatimiento con la barra de jabón. En mis ojos ella adivina que mi cabeza está prisionera de una obsesión narrativa que no descansa. Me abraza con fuerza.
Después de un desayuno de pan tostado con crema de aguacate y café con canela, ponemos la radio a mediano volumen y comentamos cada noticia escuchada. Planeamos el resto del día, es decir, el resto de la vida.
La mañana sigue su curso.
.
Cuidate la espalda, escritor.
ResponderEliminarBendita obsesión narrativa.
ResponderEliminarEso es un don.
Saludos.
:)
ResponderEliminarBjinhos
Paula
Y cuando esas obsesiones narrativas se convierten en una cotidianeidad, se mezcla esa realidad y esa ficción bajo la ducha, o entre sábanas mojadas de deseo, o bañadas de tostadas calentitas para que luego una prosaica y terrible tempestad venga y se lo lleve todo.
ResponderEliminarUn beso.
Suave erotismo y reminiscencias, qué lindo.
ResponderEliminarMe gustó. Qué suerte tener a alguien ahí para mimarte.
ResponderEliminarA mí me gustaría más ver un bosque de árboles. Encantada de conocer tu espacio y gracias por la poesía tb., muy bonita.
Saluditos.
Ay Anuar: quien pudiera hablar de la cotideanidad de la manera tan bella en la que lo haces.
ResponderEliminarUn beso o 2 *
Pd: qué hermoso el cambio de look !
!Caramba Anuar tu texto transporta a esos instantes cotidianos, y casi se puede saborear ese café con canela!... tus palabras dibujan ágiles escenas y escenarios, dejandote además espacio para saborear sonidos y palabras. Me ha encantao leerte, muchísimo, es más, me quedo contigo porque quiero seguir con esa cotidianeidad que tú dibujas con palabras.
ResponderEliminarMil besotes gordotes (el poema que me dejaste en tu comentario, me encantó... no se podría transmitir mejor esa opaciedad frente a los tiempos que corren. Millonazo de gracias)
es un placer leerte. Veo que vas regalando flores por el camino de vuelta a casa, es hermoso ...besos frente al jardín
ResponderEliminarun romántico sensual de pura sangre
ResponderEliminarsaludos ANUAR
Hola Anuar, de vuelta contigo, nos hemos hecho una escapada al mar, y, cuando vuelvo entro a tu blog y me encuentro con tu sensualidad, tu sensibilidad, tu erotismo, tu amor por la mujer.
ResponderEliminarAnu, me encanta cómo escribes, cómo cuentas lo que cuentas, también me río de los comentarios.
Ah! comparto eso de cuídate la espalda, o, ponte un buen almohadón ji ji ji.
Amigo, te mando besossssssssssssssssssssssssss
Mañanas de vidas paradas en carreras sin fin
ResponderEliminarasí el dolor de huesos es
ResponderEliminarpor tu mujer chiquita?
por la pose sentada delante del ordenador haciendo ver que eres escritor?
por la humedad de la tormenta?
por los años que no te perdonan?