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Nunca podría calificar a los objetos como bultos inertes pues me consta que tienen vida propia e incluso una personalidad que se va manifestando en su forma de estar dispuestos en el espacio y de relacionarse entre sí. Puedo dar fe de su deseo de interactuar conmigo, su forma silenciosa de mirarme, de ponerse en mi camino, de hablarme.
Ilusamente había pensado que era yo quien les daba su sitio, yo el que decidía la armonía con que ocuparían la casa para hacerla funcionar como un laberinto descifrado en el que yo pudiera desplazarme a ojos cerrados sabiendo con exactitud mi ubicación. Pero esta mañana, lluviosa por demás y harto fría, con la penumbra arenosa de un otoño artificial impuesto al trópico por causa del global warming, descubro que son los objetos los que dominan el diseño de mi hábitat.
De algún modo secreto que no descifro, son ellos los que influyen en mí y me manipulan para que yo los disponga de tal o cual manera. En medio de esta oscuridad gris del cuarto de los libros, descubro miradas siguiendo mis movimientos. Son los libros los que miran el rinconcito exacto de la mesa donde dejo la taza de café. Veo ahora sus narices estiradas absorbiendo el aroma. La nueva receta incluye un par de astillas de canela, una cucharadita de leche en polvo que sólo pinte el café de pardo muy oscuro, y miel de abejas.
Las artesanías recogidas durante años como obsequios de amigos que sí viajan (yo sólo voy al exterior a través de las fotos de las revistas de viajes), giran sobre su eje en una danza que sigue mis pasos cuando voy del estante de las fotografías al de la colección de flautas andinas que hace años sólo toco para desempolvar. Los lápices de colores, en su residencia tubular, registran los gestos de mi cara cuando tomo algún juguete dejado por mis hijos en su última visita decembrina y ven allí una mezcla de nostalgia dulzona y picardía juvenil que los deja tranquilos, pues entienden que dentro de mi hay una templanza nueva que me hace un hombre pausado, uno que cada vez se ocupa menos de su desencanto por el mundo. Miro las caricaturas hechas por mis hijos pegadas en el tablero de corcho y me engolosino con sus distorsiones y amasijo de colores.
Los cojines tirados sobre la alfombra, el rincón pegado al ventanal por donde entran luz y viento frío, apodado Nirvana por la calma que me insufla, espera mi visita de domingo al amanecer cuando me siento, lápiz en mano, a redactar bitácoras que vinieron de ser poeticuentos a fundar este archivo de verborreas cotidianas sin norte y sin sabor.
A la altura de mi pecho, en el estante principal de la biblioteca, hay un entrepaño compartido. Allí, en el lado izquierdo, organizados por familias, habitan los CDs. Los de Blues son los más ansiosos en estos días grises, quieren sonar sin descanso; los de poemas cantados son incondicionales a mis antojos y siempre están atentos a mi llamado. Los eternos olvidados son los bailables que ahora ni siquiera en épocas de festival son sacados de sus estuches. Y al lado derecho, las películas favoritas que repito para renovar esa visión mostaza de la vida que me confirma que cuando nadie nos ama, no existimos.
Por último, de salva pantalla (en este aparato donde las palabras dan cuerpo a mi soliloquio) está la fotografía de La Mujer Del Jueves que tengo la suerte de cambiar cada que me visita. Manjar visual gozado con la piel y corazón.
Todos mis objetos amados son la parafernalia de mi psiquis desvencijada que se entretiene pensando que el tiempo es esa sustancia que nos define y aniquila, y que todos nuestros actos de amor son nada ante su voracidad desmedida.
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Qué bueno esto de darle vida a los objetos que nos rodean, y que nos dominan de algún modo, "si nadie nos ama no existimos" es una bella manera de decirlo.
ResponderEliminarGracias por la visita y por los versos que dejaste de regalo.
ResponderEliminarSaludos!
Haces de lo cotidiano algo hermoso. Que bueno que alguien puede darle sabores, colores y formas a los objetos que nos rodean.
ResponderEliminarTu literatura es muy linda!
Un abrazo
Creo que a partir de ahora miraré de otra manera los objetos, que no me había dado cuenta de que me miraban. Una forma de sentir un poco más el tiempo y la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
es que los objetos que nos rodean, aunque sean regalados, tienen mucho que ver con nosotros. No podría ser de otra manera ya que conviven en nuestros espacios, casi diría que es un ida y vuelta entre ellos y nosotros
ResponderEliminarun abrazo, magnifica descripción por cierto
Preciosísimo soliloquio...con estilo propio. Me ha encantado. Y es verdad que los objetos tienen vida propia, y nos hablan y nos dan y nos piden cosas...pero míralo desde el otro lado. ¿No es cierto que hay seres humanos andando por las calles que parecen bultos sospechosos y a los que nadie tiene en cuenta? Quizás sean "cosas" muertas y ya no interesen.
ResponderEliminarUn saludo.
Me imagino, en una estantería sentada y con mi espada sosteniendo tus amados libros, y claro contemplándote!
ResponderEliminarUn Besito Marino
Gracias por tu poesía en mi blog.
ResponderEliminarMuy buena narración de lo cotidiano,y de lo que nos rodea.
Besos
Gracias por tus palabras y por tu visita
ResponderEliminarlas tendre en cuenta
pero es al reves..ahora que ya se llorar, volvere a reir
tienes el don de las palabras, cuidalo
un abrazo
angie
siempre seras bienvenido.
Aqui sigue todo......
http://ambullsdesargantana2.blogspot.com/
los objetos personales siempre cobran vida propia, por eso cuando vamos a un hotel llevamos siempre nuestro reloj despertador y una foto de la persona querida para que nuestro corazón se sienta acompañado, un besin de esta asturiana que te da inmensas gracias por visitar mi humilde morada y así darme la oportunidad de conocer la tuya y quedarme en ella para deleitarme con tus letras.
ResponderEliminarGracias por tu bello comentario.
ResponderEliminarEs cierto que los objetos cobran vida propia. Yo soy muy maniática para todo lo que les concierne. Si me los cambian de lugar, me transtorna. Igual me sucede con el lugar que ocupa cada libro en mis estanterías. Sólo levantando la vista ya sé cual me han cambiado de postura.
Sí, tienen vida propia y nos pintan lo cotidiano con las historias que les hemos ido acumulando con el paso del tiempo.
Un relato lleno de vida, aún en ese inmovilismo que recoge cada objeto.
Besos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe quedo en tu blog con tu permiso y me pongo cómoda.
ResponderEliminarNo sé si las cosas se preguntaran si nosotros tenemos vida propia...
Un azul
Anuar, sos un Don Juan, varias chicas fueron destinatarias de tus poemas!!! Así no vale, tendremos que tirarnos de las mechas, ja ja ja
ResponderEliminarHas dejado unos versos muy bellos en mi blog. Como no has comentado, elijo suponer que te agrada lo que allí leíste y por tal motivo me regalás tu poesía.
ResponderEliminarEspero que así sea
Saludos cordiales
Me gusta mucho el poema que dejaste en mi bloG.
ResponderEliminarBonito espacio, me quedo
Publique algo en www.icaroincombustible.com
ResponderEliminarSería un honor.
Recreas un ambiente tan plácido que me dan ganas de sentarme en esos cojines y probar ese café tan diferente a como suelo tomarlo!
ResponderEliminarMe ha encantado lo del mirar de los libros y sus narices inhalando el aroma.
En fin:todo
Un placer conocerte.
Un beso.
Hay objetos que tienen muy claro dónde quieren estar y con quién.
ResponderEliminarGracias por el poema que has dejado en mi espacio.
Un abrazo
Me ha encantado volver a pasar por tu casa. Pasa una buena semana.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Muy bella tu narrativa, a veces no nos damos cuenta de la importancia de los objetos que nos rodean.
ResponderEliminarGracias por tu paso por mi mundo de letras y por dejar tu huella.
Un fuerte abrazo y vuelve cuando gustes estás en tu casa
Los objetos tienen forma, cuerpo e inclusi olor. Muy bueno tu relato.
ResponderEliminarGracias por tu poema en mi blog.
Un abrazo
Gracias por dejarme tu comentario en forma de poesía, me gustó mucho!!
ResponderEliminarEstoy curioseando tu blog, y escribes muy bonito. Nos seguimos leyendo, Anuar!!
Vengo a darte las gracias por tu paso por mi blog y esas maravillosas letras plasmadas en él...me ha gustado mucho tu espacio, es muy agradable y si no te molesta me quedaré por aqui.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta leer por aquí las letras de un hombre pausado. Algo de esa templanza alcanzó mi rincón con tu bellísimo poema. Mil gracias.
ResponderEliminarSi te doy la razón, hasta somos marionetas de los inertes objetos.
ResponderEliminarLinda la nueva imagen de tu blog.
Biquiños.
Me ha gustado mucho el relato, Anuar.
ResponderEliminarSiempre he pensado que los objetos del hogar no son más que proyecciones de nosotros mismos, es el paisaje que, a la carta, podemos decidir para que invada nuestra cotidianedad con reflejos íntimos.
Gracias por tu bello poema en mi blog.
Un abrazo.
hola,bellisimo post...me quedo con las últimas palabras,sobre la imaginería,de quien escribe!
ResponderEliminarte dejo un abrazo,gracias por compartir!
lidia-la escriba
http://www.deloquenosehabla.blogspot.com