La calle hierve. Nos cuece a fuego lento. Mi cabeza escurre aunque voy quieto. El bus que me lleva se mueve raudo, corcovea. Avanza sobre una pasarela escoltada por edificaciones de mediana estatura. Su aire acondicionado es fútil. Agradezco los ventanales enormes y limpios pues liberan la mirada. Sombras claras y charcos de sol se intercalan donde suceden las bocacalles. Fila de ajedrez intermitente. Voy al sur. Son las 4:15 de la tarde. Sé que los farallones me acompañan a la derecha, confirmo su presencia azulverdegris. Estoy rodeado. Quienes callan cuentan con su rostro lo que no podrían armar con sus voces. Creen saber donde van, calculan las distancias, estiran el tiempo, acentúan los ritmos. Extraigo esta idea de sus miradas. Los afanes les trazan líneas en la frente. Las bocas cerradas se mueven protagonistas en un teatro de audiencia semi distraída. Pocos se miran de frente. El soslayo se impone. Flota un miedo milenario, insondable. Silenciosos ruegos de un abrazo prolongado y firme. Somos historias sueltas apelmazadas en una lata de transporte urbano.
Al frente la ciudad me habla, me saca a flote.
Tu risa es el espejismo que reverbera en el horizonte. Hacia allí me dirijo.
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Insisto: así da gusto recorrer la ciudad.
ResponderEliminarUn placer debe ser viajar contigo !
Un beso o 2 *
Anuar...
ResponderEliminarte abrazo!
creer saber cuenta una historia, tu dolor te llevar a la historia, un abrazo
ResponderEliminarDeberías darte un paseo por el mar, con tus letras, inspiraciones, caricias, el mar te aclama!
ResponderEliminarUn Besito Marino
Amigo, viajo contigo por la ciudad. Estoy de acuerdo con Tita, hazte un paseo por el mar y luego escribe. Amo el mar.
ResponderEliminarCariñossssssssssssssssssssss