lunes, 18 de junio de 2012

Laura



Cuando llegó, Laura se sentó frente a mi y empezó a hablarme de no sé que vaina que le había pasado a su hermana antes de salir y por eso había llegado tarde. Yo realmente nunca le prestaba atención a lo que decía. La invitaba a tomar café con pastelillos de mora los sábados por la tarde en los altos de la Librería Olvido con la sola intención de aliviar mis días de desempleado y zafar mi mente de tanta idea inútil con que llenaba las horas. Sus tardanzas en nada me tocaban.
Ese fue el sitio de encuentro desde la tarde en que coincidimos buscando revistas. Ella de moda, yo de superhéroes. Días después pasaríamos a las de pornografía. Sin malicia, más bien con una curiosidad distraída, casi insípida.

Estaba vestida  del mismo modo barrio popular que tanto me chocaba. Su dosis de maquillaje de telenovela y el perfume de tienda del centro le aumentaban su aura campesina. A pesar de ser tan hermosa Laura no siempre lucía agraciada. Alta, muy delgada, de pocas curvas y sin matices en la piel,  albergaba toda su fuerza seductora en sus enormes ojos negros. Expresivos y coquetos, acompañados de cejas bien dibujadas y pestañas espesas, me hacían hervir con cualquier insinuación de reojo. Cuando le hablaba cochinadas ella se sonreía y al tiempo se saboreaba con un gesto vulgar, provocativo.

Era una joven linda y plana. Cero imán, cero perspectiva. Pero exquisita en textura, color y sabor. Y me decía que sí a todo lo que yo le propusiera. Así que yo me dedicaba a mirarla con paciencia y a entretenerla con historias de viajes inventados que la hacían suspirar mientras amasaba sus pechos diminutos. No se inmutaba con mis abusos en público con tal que la llevara cogida de la mano.


(Si deseas seguir leyendo ve al siguente enlace)

http://www.odradekelcuento.com/3odradek19.htm


Revista "Odradek, el cuento", de Colombia.



lunes, 4 de junio de 2012

En...

Este rincón de tu cuerpo que saboreo
sin saciarme,
ni esfuerzo ni fatiga.
Carne almacenada viva
que no se añeja,
olor agridulce
diseño de alta orfebrería.
Piel que devoro sin engullir,
Libre,
huésped de un ritual antiguo
siempre nuevo.
Tu vagina,
rúbrica de tu ser
donde el tiempo es vencido
y mi sangre se deslíe.