Soy un pulpo de brazos cortos. Sólo alcanzo a
abrazar a mi pequeña mujer. Envuelvo su cuerpo forrando a una reina que
atravesará el tiempo si mella. Podría marinarla a besos pero prefiero
sostenerla inmóvil y sentir su aroma agridulce arroparnos en una escafandra de
aire tibio.
Soy un ogro de felpa. Mis gruñidos no avanzan más
allá de la curva de tu oreja. (¿Podría haber poeta más cursi?) Y te ríes de mi
porque me crees un macaco de mirada almibarada pero no, en verdad soy el
sátiro taimado que decora tu noche con garras y maromas, el monje mundano que agarra
tu talle para poseerte y mientras afila su daga te dice una frase absurda para
explicar que el amor no es el dueño del tiempo.