martes, 30 de abril de 2013

Bitácoras de Arlequín


Rincón imantado



Lo único que me queda es la soberbia, escudo contra todo poder que me arrincona. Siempre ando vencido. La búsqueda del equilibrio ha sido infructuosa. Ningún acto me hará puro. Ningún sentir. Sólo la turbulencia interior mantiene su ritmo, su convulsión. Yo soy un pelele de la indiferencia. Ningún misterio de la vida me resulta digno de esclarecimiento. El tiempo me va sazonando. No podría haber aliado más fiel.


domingo, 21 de abril de 2013

Bitácoras del Monje Mundano 1

Cubos de Ciudad


Soy un obrero. Gasto mis días en el blando fluir de acciones programadas. Cruzo las rutas diseñadas para avanzar desde mi refugio hasta la Plaza de los Solitarios. Voy en silencio. De ser posible intercambio miradas con otros, les añado una sonrisa pequeña. De las mujeres bonitas guardo su figura. La efímera promesa de que su piel me otorgaría la felicidad. De los hombres de clase baja  recibo su desencanto, sus ganas de matar.

Trabajo sin emoción pero sin pereza. Me digo que poco a poco la vida nos va condensando en el ser que debemos ser, uno que se deshace de lo que le sobra, afina el diseño, deja la pulpa con que existe, aunque no siempre sea la correcta. Alcanzado ese punto de gestación, empezamos a añejarnos, a  descomponernos. Es tan lento el deterioro que tarde percibimos el olor a podrido.
¿Cómo reconocer, a tiempo y con nitidez, nuestro exacto y mínimo lugar en el mundo?


domingo, 7 de abril de 2013

Mujeres Bellas

Mariana Carbonel



Las mujeres hermosas me producen este pánico ancestral que me deja paralizado ante la gestación de un misterio. Ellas tienen tal dominio del escenario que no queda espacio para intromisión alguna. Me espanta el hermetismo que en su rostro repele todo intercambio visceral. Su mirada esquiva me arrastra por espejismos de aturdimiento y hambre. Quedo desorientado y desnudo. Sus miradas fundan la nostalgia. No hay embeleso más contundente que la cadencia de su andar o las poses fluidas en que estacionan su cuerpo mientras están ahí, emanando cataclismos de pasión. Sus aromas son neblina para toda sabiduría. Miro sus bocas, la delgadez de sus manos, el abdomen de maja medieval, el cabello irreverente y sensual que se niega a mis manos…

Me imagino habitando sus noches y sucumbo.