domingo, 30 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 2B.

Tramo Final.


Esta mujer con su aura medio sombría
y su tristeza antigua que parece
acumulada adrede,
con su silencio que anuncia berridos
o frases en contravía,
con sus senos grandes un tanto descendidos,
y su blando abdomen ardoroso y convulso,
con sus ademanes que se mueven
entre agarrotamientos y estallidos…

Esta mujer,
con toda su fuerza sexual imantada,
mas que atraerme me repele.
No huyo pero tampoco me acerco.
Intuyo que hay
arenas movedizas en su corazón,
laberintos en su cabeza,
manigua en su entrepierna,
itinerarios inconclusos en sus días,
sueños angustiosos,
bitácoras imprecisas
de un pasado que no abandona ni corrige.

En fin,
todos los componentes
para un amor embriagador y caótico.
Me quedo quieto.
Me obligo a ser el espectador
que se enamora de su imagen
y se hace invisible en el día que avanza.
Afortunadamente
nuestras rutas no se han cruzado.

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miércoles, 26 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 2A

Tramo Inicial.


Veo una mujer de caderas anchas.
Tez blanca.
Su blusa corta me permite ver
la piel de su cintura.
Está de espalda a mí. Muy cerca.
Espera al mesero.
Veo su piel forrada de vello diminuto,
y una ebullición espontánea
me saca del aletargamiento matutino.
No tiene maquillaje.
Su rostro está pálido, como mal dormida.
El cabello negro, liso, brillante, grueso, está seco.
Rasgos finos,
de india mezclada y vuelta a mezclar.
Luce cansada, nostálgica, casi dolorida.
Gira un poco su cuerpo
y alcanzo a ver los huesos de su cadera.
Sobresalen, brillan con la luz que llega.
Paga la cuenta. Camina, se aleja.
El ritmo de sus nalgas se lleva mis ojos.

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jueves, 20 de octubre de 2011

En La Mesa De Al Lado 1.

Nueva serie.



Otra mujer se sienta aquí cerca
su rostro ha llegado de Hawaii
y aunque viste como colegiala
descubro que es bailarina moderna,
me lo cuentan sus ademanes
sus cejas
la imponencia de sus labios
su jugosidad
la manera silvestre de atarse el pelo
la mirada que oculta secretos
o interroga el tiempo
las manos que se apoyan sobre la mejilla
en un gesto de pensamiento agudo.
Todo indica que de llegar a su piel
una turbulencia selvática
me crecería dentro.

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martes, 18 de octubre de 2011

Espejismo 10.

Última entrega de la serie.


Escribir estas bitácoras es más sencillo de lo que puede parecer. Sólo es imperativo encontrar el sitio donde funciono como una antena receptora de fuerzas combinadas que dan origen a una narración que simplemente sucede porque sí. No es la narración buscada o esperada, ni siquiera la que se necesita. Es la que se da, y punto.
Pero ese sitio de poder no puede ser cualquiera. Tampoco puedo precisar un estereotipo de lugar, no es una elección racional. Es sensorial. Yo camino, voy hacia donde las sensaciones me jalan. El deseo de encontrar un espacio de dominio no es constante, sucede por impulsos irregulares que me resultan inasibles. Hay múltiples elementos que se combinan entre sí a medida que se presentan, y su presencia es voluntaria, irreverente, llegan sin preaviso, sin que haya un patrón que pueda explicarlos ni anunciarlos. Un conjunto de fuerzas, no inmediatamente reconocible, me asiste. Quizás haya algo en mi que lo invoca pero no puedo precisar qué es. Es posible que sea la veta existencial que me atraviesa el pecho o los delirios vitalicios que se hospedan en mi cabeza o mi manía irreductible de almacenar sucesos cotidianos como postales de otoño.
Yo sólo me doy cuenta de estos elementos cuando ya están sobre mí y me han invadido completamente. No sabría precisar si vienen de adentro o de afuera, más bien llegan de todas partes al mimo tiempo. Tan sólo se presentan, se dan, se expanden hasta lograr su objetivo, hasta colmar mi mente con la sensación que me pone a escribir, a narrar historias que se condensan en mi cabeza, visiones de vida que vienen de muchos lugares y momentos, y quieren ir a todos lados, regresar llevando la versión mundana que yo he elaborado, dejar al desnudo, y sobre la tarima solitaria, mi sucia vanidad de ermitaño urbano, mostrar el talante de mi literatura insípida, sin aditivos, magra, biodegradable.

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jueves, 13 de octubre de 2011

Espejismos 9.



No tengo nada que ocultar, por lo menos no ante mis propios ojos. La realidad sabe cómo imponerme sus criterios, la forma como anda el mundo es la que decide por mí. Yo soy tan sólo el pelele que debe aceptar que los sucesos han sido desenvueltos en la secuencia adecuada, exacta. Los días avanzan por una cuadrícula diseñada para orientar a quienes la habitan. Y aunque es invisible, se puede percibir si la mirada tuvo la suerte de ser dotada de la agudeza para saber por dónde avanza.
Finalmente puedo especular que soy dueño de la mayoría de mis pasos. De hecho ya casi ni les presto atención. Tomo una panorámica rápida pero exacta de hacia dónde me dirijo, y si me percato de que la superficie es resistente, avanzo mirando en varias direcciones. Es la mirada la que se encarga del reconocimiento del terreno y la ruta a seguir. Claro que la mirada vive al servicio de varias fuerzas anidadas en el corazón y entrenadas por la mente. Ese dúo de señores, mente y corazón, no siempre se pone de acuerdo con facilidad sobre lo que es prioritario, adecuado o importante. Soy testigo y víctima de las discusiones en las que se enredan a menudo. Para mi fortuna puedo asegurar que de tanto compartirme como hábitat y dominio de sus indecisiones y ensayos, y a sabiendas de que nunca podrán abandonar su sitio de existencia, han terminado por aprender a convivir con sus desatinos y excentricidades, y han hecho de mí un engendro que se sobrepone, de modo aceptable, a los baches por donde deambula en busca de su voz y sus certezas.
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lunes, 10 de octubre de 2011

Espejismos 8.

No es fácil decidir la ruta por donde se desea seguir. Uno se levanta cada mañana con la cabeza llena de ideas sobre cómo redactar su vida. No existe un estilo predeterminado que se deba seguir. O quizás sí, pero lo desconocemos. Uno se mueve guiado por varias fuerzas. Sobretodo hay dos que se mezclan para formar un solo impulso. Los recuerdos y los anhelos.
El pasado se impone con fuerza propia y no da tregua, nos empuja desde atrás.
Por su lado, los sueños nos jalan hacia adelante y parecen llevarnos por las rutas que mejor nos vienen.
Sin embargo no todos los recuerdos funcionan como resorte. Algunos se empeñan en mostrarnos, con extrema nitidez, escenas vividas en las que el desenlace ocurrido no era el esperado y por lo tanto exigen ser editados. Es así como los recuerdos influyen sobre los anhelos, les imponen un itinerario que usualmente no se sospecha, y los fuerzan a andar por un cauce inmodificable.
Los incautos no se enteran de la mezcla de imágenes que los dominan desde adentro, pues ésta se presenta tan fluida que se siente natural, normal, y no se percibe que es la amalgama de dos fuerzas que el destino impone en una confabulación que hipnotiza y confunde, y no siempre resulta benéfica.
Los sueños nunca logran reparar los sucesos fallidos del pasado y, en su impotencia, sólo atinan a dejar un tenue sabor agridulce de frustración que se impone a diario y es indeleble.
Algunos elegidos nacen dotados con la agudeza de pensamiento necesaria para percatarse de lo que ocurre en su mente y descubren cómo se traslapan las imágenes de los recuerdos con las de los sueños para formar la punta de lanza que los guía cada día. Así logran que los sinsabores de su impotencia se reduzcan o se hagan llevaderos. Esos son los seres impasibles que vemos deambulando por ahí como si no quisieran avanzar hacia ningún lado pero con toda la firmeza de saber hacia dónde se dirigen. Son seres sombríos, tranquilos, casi alegres, que muchos admiran y de alguna manera les gustaría imitar. Es como si ellos supieran algo que la mayoría desconoce. Quizás su temple les viene de no esperar nada. Y no es que no sueñen, es que no le dan tanto crédito a lo soñado y a la par se alzan de hombros ante el pasado lastimado. Tampoco se podría decir que simplemente se dedican a vivir lo que va ocurriendo. Aunque parezcan zombies que ni si siquiera fijan la mirada, están muy al tanto de lo que sucede a su alrededor. El engranaje de su mente permanece bien aceitado, nunca cruje. Intuyen con precisión los remezones del tiempo. Saben que la existencia es una batalla inútil y no se enfrascan en proyectos absurdos. No malgastan su energía en las emociones. Viven.
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viernes, 7 de octubre de 2011

Espejismos 7.

Trabajar sobre la escritura es una tarea de todo instante. El pensamiento termina convirtiéndose en la forma narrativa que va construyendo las historias. Todo es una historia. Incluso aquellas ideas que son reflexiones filosóficas. Cuando esto sucede, en realidad se narra una conclusión sobre algún suceso de la vida, y esto es exactamente lo que la convierte en una narración.
Cuando voy caminando mis días no voy deambulando a tientas. Mis pasos tienen una intención, ya han decidido sobre la ruta que van a seguir, tienen un itinerario, y aunque no está escrito sobre piedra, sí es el esbozo de un programa de trabajo en constante revisión. Yo sólo trabajo sobre mi pensamiento, esa es la única tarea que tengo en la vida, todo lo demás se deriva de allí.
El pensamiento es una amalgama de percepciones agudas y elaboraciones almacenadas que son corroboradas en la acción. La sabiduría es el remanente obtenido al poner a prueba la redacción de lo pensado.
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lunes, 3 de octubre de 2011

Espejismos 6.

La felicidad es una goma extraña y escasa que uno quisiera se le pegara alguna vez sin estarla buscando. Por supuesto uno secretamente delira los sitios en que se toparía con ella, y aunque uno suele creer que anda ensayando nuevas rutas cada día, en realidad deambula haciendo círculos deformes. Ningún atajo sirve. De hecho, no existen. Así que esas rutinas que solemos creer excéntricas o estrambóticas son simples aspavientos de desahuciados confusos que insisten en negar que su suerte está determinada por la ansiedad con que invocan lo que les sucede.
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