jueves, 31 de marzo de 2011

Náufrago 2.

La ciudad es una pizza de imprevistos salvajes, rosa cromática de colores vivos encendidos por el sol que cae, peligros acechando a los incautos, paraísos de carne exhibidos en las caderas de las mujeres, hombres presos en sus incógnitas.
Son las 4:15 de la tarde. Basta pararse en una esquina y una sátira o una premonición te atraviesan el pellejo. Hay maniobras del espacio ofreciendo atajos y explanadas. El mundo es un dulce laberinto de sorpresas sin itinerario. Lo más recomendable es desplazarse, ser un testigo con todos los sentidos en alerta. En todo caso, un transeúnte invisible, uno más que fluye en el tumulto sin entorpecer el ritmo de la perspectiva. Bloques, rutas, terrenos baldíos, centros donde la gente se aglomera a desvivir.
Ser uno que no se escabulle ni se adhiere, sólo fija su mirada en el paisaje circular en que deambula o se estaciona, y se sabe juguete del tiempo, ínfimo engendro que saborea sus agites con franca parsimonia.
Quizás el amor es el ingrediente que salta sobre todo abismo, y a quien está atento a sus susurros, le indica el norte, la meta.

Ella me distrae.


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martes, 29 de marzo de 2011

Náufrago 1.

Camino a lo largo de la avenida y creo que el mundo es el que avanza bajo mis pies. No soy yo el que se mueve. Esto ya lo he pensado antes. El asfalto es una banda transportadora. Todo el paisaje es una fábrica anti ecológica. Son las 4:15 de la tarde. Han dicho que la temporada de lluvias será brutal, despiadada, pero el sol brilla en el aire. El clima se burla de los meteorólogos. La colina por la que desciendo rumbo a la estación del bus recibe una brisa gentil que despeina los árboles. Soy obligado a achicar los ojos, hay polvo. Mi camisa amarilla relumbra. No oigo mis pasos ni mi voz. Cruzo el puente sobre el río y veo aguas verde topacio, pardo jengibre, avanzar por un cauce muy viejo trazado por su propia manera de ocurrir en el tiempo. Mi cauce es la calle y mi rumbo, una isla fuera de este naufragio de días.


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viernes, 25 de marzo de 2011

De Mi Libro: "La Sombra Dividida."

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Pintura: Anuar Bolaños.





A TU LADO

Perseguida por un mal presagio
te ocultas en un rincón.
Amedrentada,
repliegas tus alas.
Te abrazo y tu mirada retrocede
a recuerdos lejanos.
Tus ojos ruedan,
pardos,
desleídos.
¿Cuál era la encomienda?
¿Dónde queda el norte?
Has perdido el amor
y la brújula de tus sueños gira enloquecida.
La tarde te acerca a mi.
Te construyo un lecho nuevo
para que reposes con tu mirada de invierno,
con tu silencio de ramas secas.

1984.



TESTIGO

Repartes gestos por toda la casa,
dejas colgada la nostalgia del alero del día
y sobre la mesa
un ramillete de sonrisas secas.
Tu cara absorbe la palidez del aire
y tapizas las paredes
con el reflejo cansado de tus ojos.
Sollozas un ayer
que la memoria protege
mientras esperas
que los recuerdos se desgasten.
Te ocultas
tras un libro que no precisas leer
y veo atravesado en la mañana
tu llanto que no espesa.
Hay en tu pecho, lo sé —o lo presiento—
un rumor de sueños en continua redada
buscando el rastro de un amor ya muerto.
La tarde concluye.
Se van hacia la nada
tus suspiros desbandados.

1994.


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jueves, 24 de marzo de 2011

Rastros 10.

Un amigo teatrero profesional, trotamundos, Gourmet, enamoradizo de bellas divas, exquisito lector, me pidió que le contara como escribo para así darle una podada a sus propias bitácoras a partir del acercamiento a mis estrategias. Yo le dije que simplemente le contaría como es que narro eventos de mis días a través de Soliloquios. Así nació el primer Rastros, hablando de cotidianidad. Hice 10 en total. Luego mi forma de mirar la rutina me llevo por otros senderos hasta desembocar en una colección de postales que he titulado Cotidianas y pronto daré a conocer. Ya vislumbré que me dirijo hacia una serie de escritos que llamaré Versos de Transeúnte, y son la evolución de lo que desde hace años vengo llamando Soliloquios y Poeticuentos. Sólo atinaré a decir que mi alter ego de Zombi Delirante produce textos que quizás en nada han ayudado a mi amigo en su búsqueda. Sé que él sabrá perdonar los desmanes de mi vanidad, mi egoísmo de ermitaño. Sólo escribo para mi, para ser escritor. Todo es mera literatura. Ficción para redirmir a los desahuciados.

Aquí va pues, en su honor, el último Rastro.


Me obligo a ser un transeúnte en la intemperie, lo que implica deambular por la ciudad entre chubascos y sofocos. No me detengo ante ningún suceso arquitectónico o humano, no aminoro el paso, no lo apresuro. Mis pasos no tienen medida, tampoco dirección. Yo los llevo hacia adelante o en giros inesperados. No miro a los lados, sólo enfoco el frente, la avenida que se adelgaza al fondo, las nubes que pierden el tiempo anunciándome el clima, las alambradas eléctricas son cercas demasiado altas. Ladronas de cometas. No servirían para tender la ropa recién lavada.

Barrios del centro. Voy adentrándome en un paisaje pintado con acrílicos sin brillo. Los colores están manchados. Hay mostaza, verde jungla, caoba. Huele a hule. De ninguna parte llega un viento sobre mi cabeza, me pone ensoñaciones frescas que no he pedido. Las seis y quince de la tarde. No hay alimentos en casa para hacer la merienda. ¿A qué volver entonces? Mejor me subo a un autobús que me lleve a dar una vuelta por la ciudad avanzando en líneas rectas y ángulos rectos y haciendo paradas donde se ven montones de gentes con gestos de jornada concluida y miradas que buscan adentro la razón de tantos ciclos repetidos. La intemperie que llevo dentro está a punto de soltar una carcajada. Saber que tu rostro me espera no alivia mi espalda dolorida pero me jala hacia tu orilla.


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miércoles, 23 de marzo de 2011

Rastros 9.

Me incomoda el mundo, casi que me estorba. Abrazo mis rodillas sentado en este carro que avanza disparado por la autopista oscura y mojada. El ruido del tráfico me pone un zumbido grueso en los oídos. Veo las luces de los otros carros pasando sobre mí en un borrón fugaz, enceguecedor. Me estorba la gente, hablan de situaciones demasiado cotidianas, todas repetidas, efímeras, llenas de baches. Yo quisiera escuchar mensajes profundos a toda hora, que toda frase fuera una enseñanza indeleble. Lo sé, ya se me ha ocurrido antes, toda sabiduría es obsoleta, inútil. Además la superficie es tan valiosa como el fondo. La superficie es el rostro, la piel, el paisaje, las escamas, el plumaje colorido, el atuendo de lo subterráneo, la máscara que habla.

Me estorba la basura de mi cabeza, la basura nueva, cruda, pura. Me alimenta la basura vieja, la que se ha descompuesto por completo, la que se ha vuelto humus, abono fresco, alimento para las semillas nuevas, promesa que germina.
Me estorba la lengua cuando se mueve entre palabras sin oficio y cuando se apacigua y no obedece a mi cabeza despejada.
Van mal sincronizadas mi lengua y mi cabeza, cuando una se acelera la otra se aletarga. Una canta, la otra ronca. Esta suplica, aquella se pone en venta. La ilusa concibe Poeticuentos, la desencantada se vuelve vegetal. Y yo en medio del barullo, sin poder levantar una ruta distinta, me repito como un eco que no se desgasta.
Me estorba el tiempo petrificado en la memoria de mi sinrazón, palpitando en mi humanidad baldía, rugiendo a mitad de la madrugada, susurrando poemas sin sangre, gestando sucesos que reafirman el ciclo de lo absurdo, delimitando la existencia en trozos que no encajan, propiciando enlaces de fuerzas no complementarias, instantes que se arrastran hacia una latitud invisible, llevando una vida que es mero cascarón…


Me estorba el silencio.


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lunes, 21 de marzo de 2011

De Mi Libro: "La Sombra Dividida"

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Dibujo: Anuar Bolaños.



TARDE

Viene una llamarada de luz
que es fuego rosado y luego lila
y nuevamente rosado y transparente
y es río fresco que avanza
muy pausado como la brisa
o un lecho recién tendido
o como asomarme al balcón
y mirar por la ventana
y verte allá afuera
y oírte reír y reír contigo
y estar corriendo atado a tu mano
por las calles de mi ciudad de siempre
en el agosto de las cometas
y vivir la ilusión de tu amor
creciéndome dentro
tu fruta en mi boca
tu abrazo en mi abrazo
y esa sonrisa tuya tan cálida
y tu llanto en mi pecho
tus ojos brillantes
y sentir que te quiero ahora
y después de cada diluvio.


POEMA DE TÍ

He descubierto un sembradío
de luces y tulipanes en tus labios,
la luna del otoño en tu regazo.

He hallado
múltiples estrellas en tus ojos,
prado fresco en tu piel.

He sumergido mis ansias de lluvia
en el charco luminoso de tus manos,
línea final de mi sequía.

He permanecido inmóvil
recostado a tu silencio,
cautivo en la armonía de tu voz.

Más que un ángel
surgiendo de tu abrazo
soy el ermitaño
que habita en tu sonrisa.


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1990

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sábado, 19 de marzo de 2011

Rutina.

Dibujo: Anuar Bolaños.



1


Avanzan las horas.
Una congoja incubada por años, vuelve.
El dúo de amor y soledad enturbia el camino.
Pierdo las palabras.
Se humedecen mis ojos.
¿Qué mecanismo activa el llanto
para hacerlo inoportuno?

La fatiga me arrastra
por los versos de este poema sin norte.



2


Esta forma milimétrica de cortar los lazos,
esta forma de desanudar los nudos,
de dar la espalda
y arrojar el silencio en todos los caminos,
todos los horizontes.

Se llena el paisaje de puertas cerradas.

No es posible el olvido
pero como se destiñen los recuerdos,
se borran los rostros
que acompañaban la nostalgia.
¿Cómo es posible
el corazón disfrazado de roca?
El beso seco, el llanto negado, la risa postergada.



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jueves, 17 de marzo de 2011

Tinta Húmeda 6.

Dibujo: Anuar Bolaños.

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Apago la vigilia,
me absorbe un sueño blando,
tus ojos alegres me hablan cerca.
La noche se deshace en lluvia,
hace frío sin ti.

Añoro tu seno pequeño,
el que palpita en mi mano,
pezón con levadura,
rosado,
erizado por mis labios pegajosos.

Los olores dejados no entibian.
El lecho reclama tu presencia,
el croquis de tu cuerpo,
el relieve de tus nalgas,
tu piel sin túnica,
bella, fulminante…


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miércoles, 16 de marzo de 2011

Rastros 8.

Me miro los ojos, me miro mirándome los ojos, y descubro que mi mirada es un espejo sin fondo. Una mujer está abrazada a mi cintura y yo miro a la pared de enfrente, en su pintura opaca encuentro mi reflejo, y sobre mi rostro un par de ojos perdidos en un horizonte desteñido.
Fui programado para sentir más despacio en las tardes de domingo. Mi cabeza está fría, mis manos quietas. Las palabras con que redacto esta parsimonia en realidad no dan cuenta de lo que siento.
Tal vez quiero decir que cuando el amor desocupó mi cuerpo se llevó mi sangre y a cambio me dejó un fluido sin temperatura.
Entiendo que toda emoción es pasajera aunque su recuerdo sea indeleble.
Mis ojos son el agujero por donde escapan las imágenes del recuerdo, y a la par, el embudo por donde recibo al mundo que viene a saturarme con su mansa podredumbre de absurdos hermosos.
Miro a la mujer que me mira y sé que su abrazo me pone sobre tierra firme aunque no me quita el vértigo.


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martes, 15 de marzo de 2011

Rastros 7.

Aquí nazco yo o evoluciono. Me desentiendo de la semilla que me dio origen y tampoco presto atención al fruto que la vida hace de mí. El tiempo es el amo al que no se le debe pleitesía. Las ideas deciden el límite de su expansión o el punto en que su podredumbre se vuelve excelsa.
Mis manos fueron creadas sólo para maniobrar estos símbolos que levantan la imagen desnuda de mi rostro. Y en la elaboración, el ripio sobrante que cae a mis pies es el abono que nutre los líquenes que van poblando mi cuerpo.
Entiendo que soy una estatua que se auto diseña. Mi carne es un producto de tercera, la estructura interior no cumple con los preceptos de un ensamblaje de alcurnia, sólo alcanza para sostenerme pero no para dar origen al desplazamiento.
Soy un engendro que pretende amarte.
Mujer, si te pienso, descubro que un rompecabezas se ha adueñado de mis ojos. ¿O es un vitral?



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domingo, 13 de marzo de 2011

Amor Oculto.


 

Nadie sabe
de la angustia por poseerte
ni del deseo intranquilo
ni de esta lluvia rucia
que en mis ojos atestigua
el amor tardío
ni de mi adicción por ti
ni de esto que duele.
 
1990

 

viernes, 11 de marzo de 2011

Parentela.

Foto: Anuar Bolaños.



Días planos como un mural
que no conmueve,
las inclemencias del tiempo lo varían
pero no hay mutación real,
ni graffitis piadosos,
ni escupitajos, ni perros,
ni hombres gratos.

Así son estos días en Mangalú,
rígidos en esencia,
impecables en su nulidad, pasmosos.
No hay quien haga algo al respecto.
Todo lo enmarca el plano visual, daltónico.
Los días son un sábana parda en mis ojos.
Todo es carmelita, cálido e inoficioso.

Qué hacer con tantos días vacíos,
idénticos como monedas y así de metálicos?
Podrían colgarse como fotografías
en el patio y ver como el viento
los incrusta al horizonte
que es otro muro de colores destemplados.

Soy la planicie en que vivo,
una línea sobre un plano cartesiano.

Qué cuerda me bambolea
a través de estos días de aire rucio?
Estoy atado a una rosa cromática
labrada con matices de la arena.
Deambulo sin ritmo ni cadencia.

Soy una hoja como cualquier hoja,
un hombre como cualquier cosa,
un día como un muro inquebrantable.
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jueves, 10 de marzo de 2011

Rastros 6.

Mismo sitio de poder, es decir mi casa, mi mesa de divagaciones aterrizadas, mi mente que conversa soliloquios y bitácoras para la mujer que me habita.
Como de costumbre el sudor baja por mi cuello y yo lo ignoro. La brisa hoy ha pospuesto su llegada pero no dudo de ella. No le pierdo tiempo, no la espero. La dejo sorprenderme a la madrugada cuando acentúa su frío para despertarme.

Ya la merienda es víctima de los jugos digestivos. Repetí el menú de ayer. El aire esta grueso, raspa la laringe, llega a los pulmones y me hace sentir más pesado. El gesto de la boca hoy tiene líneas de reproche. Quizás estoy un poco molesto con la lentitud con que suceden algunos hechos de la vida. Lo sé, ya he concluido mil veces que nada sucede a destiempo, todo va al ritmo exacto. Aquí hablo es de mi lentitud para aceptar esa velocidad de la vida. Es decir, mi lentitud de entendimiento. Pero tampoco quiero entender todo. Los recursos que pretendo recolectar son pocos, de todos modos un zombie vegetal no necesita mucho para seguir deambulando sus paso de delirante inútil, obsoleto, invisible.

Como referente de esta puesta en escena en solitario tengo el rostro de la mujer que amo, sus ojos oscuros, su risa grande, su desnudez obsequiada a manera de álbum. Soy coleccionista de los ángulos redondos de su cuerpo, de las parcelas de su piel que muestran como el sol la ha horneado con tonos de miel opaca.
Entonces quisiera poder hacerle un poema esponjoso y candente, brutal y baladí; y no se me ocurre ni una puta línea. Esta verborrea vanidosa no cuenta, tiene música de lamento, ritmo de fatiga, secuencia de desolado.


Escribir...

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martes, 8 de marzo de 2011

Confesión.

Foto: Anuar Bolaños.

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Mujer...
Me tienes colgado !
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lunes, 7 de marzo de 2011

Rastros 5.

Escribir...

Vengo a hacer este ritual nocturno que es una charla en la que participan mis movimientos y mis ideas, no estoy dejando los sentires de lado, pero el propósito de teclear esta bitácora es descriptivo.
Llego, la primera porción de la noche trae buena frescura a mi casa, abro la ventana, corro la cortina y dejo que entre el viento que primero des peluca la palma del jardín, levanta la falda de la cortina de lienzo crudo, sigue por el CD player donde una mezcla de mis canciones escogidas susurra voces y versos de España, sigue por una banca de madera de diseño alemán, pasa por la mesa de los libros donde La Poética de Aristóteles me espera seductora y esquiva, y llega hasta el teclado a remover el polvo que nunca sacudo.
Quiero decir que me llega la brisa de las 9:25 pm directo al rostro donde mis ojos suben a la pantalla y bajan al teclado en una cabeceada imperceptible y cómoda.
Al lado, sobre una butaca redonda, tengo leche en una copa para vino y sobre varias servilletas de papel, un pan integral parecido al de las hamburguesas, partido al centro y embadurnado de mantequilla de maní y miel, al que ya le he dado un par de mordiscos saurios.

¿Necesito decir que estoy pensando en ti?

Hay poca luz. Como de costumbre la penumbra es fabricada al dejar sólo la lamparita de lectura cayendo de medio lado sobre mis dedos. Me he quitado la ropa del laburo. Calzo la pantaloneta de la piyama, y medias que protegen mis tobillos de los zancudos. Torso desnudo, abdomen de Buda, espalda semi encorvada, boca seria, gesto total casi impasible, mente un poco embombada. Hubo mucho sol en las horas de la tarde y debí caminar varias cuadras hasta le estación del bus camino de la Universidad.
Es lunes. ¿Qué se puede esperar de un día de tan mala reputación, todos asumen que nace fatigado, lento. Y así actúan.

A veces creo que el paso del tiempo no me diría nada si no fuera por los cambios que sufre la luz. No podría decir que todos los matices luminosos que me muestran los días, dependiendo de la hora y la estación del año, son infinitos, aunque sí me atrevería a asegurar que pocas veces se repiten de modo idéntico.
La luz me habla desde adentro y se hace acompañar de la temperatura. El frío y el calor le hacen coro a mis penumbras mostazas, penumbras salmón, penumbras mercurio, arenosas, lisas, de algodón azul, de papel lija, de sarpullido de pimienta.
Ah mis tibias penumbras agridulces, llenas del cascajo que cae de mi cabeza cuando me obligo a este ejercicio de escribano de brújula sin aguja, de escalera sin peldaños, de hamaca sin colgar.


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jueves, 3 de marzo de 2011

Rastros 4.

Mujer,


He empezado a conversar contigo en mi cabeza del mismo modo en que converso conmigo, con esta voz que de tanto entrenarse para ser literaria se ha convertido en la única voz que tengo. En el fondo pienso que todo lo que escribo son cartas para contarle a todo el que me quiera oír como es que veo al mundo, como es que me siento a toda hora, como interpreto la vida. Hablo para quien me quiera escuchar, usualmente me quedo solo.
Redacto Soliloquios para inventar un camino. No es nada fácil construir un hombre, menos uno que delire literariamente bien. Estudio, me zambullo entre libros y fotografías, me sumerjo en canciones y sinfonías, buceo en la torpeza de los humanos, colecciono gestos de grandeza hallados en la cotidianidad de todos...
Mi mirada termina siendo una amalgama de trozos de vida recogidos en toda coordenada, un vitral del trópico que se balancea entre brillo y opacidad e invita a que me vean por dentro.
Quiero volcar fuera lo que soy, lo que me ocurre.
El arte es una excusa para existir en público, para completar afuera lo que es imposible llenar adentro.

Quizás tu sonrisa...


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martes, 1 de marzo de 2011

Alacena De Piropos 3.

Tu silencio es esta trampa que me abraza.

En toda coordenada voy atado a tu promesa.

Desnudo y clarividente me dirijo hacia tu abismo imantado.

El conjuro triunfó, te sigo en silencio.

Tus manos han agarrado mi corazón que flotaba.

Necesito tu cuerpo para vencer el ayuno.

Al recibir tu mirada supe para qué había venido a la vida.

Te veo venir con la daga en la mano y mi corazón alumbra

Tu recuerdo es esta luz que no flaquea.

Tus ojos se adueñan de la aurora,

Me recibes como a un náufrago que vuelve.

Ay las curvas al final de tu espalda…

Si te encuentro en la noche no habrá barricada que me contenga.

Tomaré tu cuerpo como quien se aferra a un madero.

Eres la certeza de que el olvido no existe.

Tus besos me cambian el corazón de lado.

Qué veredicto has dado a mi sangre enamorada?

Duermo hamacado por el arrullo de tu aire.



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