lunes, 18 de septiembre de 2017

Sofía.



Sofía



¿Quién le habrá dicho que ese es el ritmo
con que se camina?
Enloquece al barrio sin enterarse.
No. Es sólo a mí. 
Apenas cruzó los quince. 
Vive en la casa de enfrente
y la veo salir cada mañana rumbo al liceo.
Su falda inventa el viento. 
Gracias a Dios no tengo una condición cardíaca
pues el voltaje de ese vaivén es letal.
A ver lo explico: no tiene cadencia, es torpe. 
Sus nalgas brincan de arriba abajo
como bajando una colina,
casi desbocada, pero no.
Su paso luce antiguo, montañero.
Así es la pasión.
Sofía, no me mira.
¿Sabe que mis ojos bajan por su espalda?
Hola,
soy el vecino del carro blanco,
el que pasea el perro todas las noches.
Sabías que tu ventana es mi horizonte.
Te he visto tras la cortina,
tu silueta 
podría ser el mapa de una isla nueva.
Gracias a ti 
mis sueños hallaron el cauce justo:
voy hacia la hoguera.