domingo, 20 de septiembre de 2015

Héroe.








Siempre quise aprender el silencio de los malandros de mi barrio pero no pude. Hablo de los talentosos, los pura sangre, los nacidos malos y luego cultivados peores por la molicie de la vida. Los malvados superficiales están fuera del radar de mi admiración. Los idiotas luminosos nunca sabrán a qué me refiero. El malvado excelso tiene la mirada opaca. Impenetrable. No sabes si sonreirá o te dará una bofetada. Toda felonía de su cosecha es perfecta. Ha amado a la mejor hembra, ha logrado el mejor negocio y la peor bancarrota. No desespera. No sufre. No tiene gestos. Su silencio es monárquico. Se mueve como la lava que desciende, se posa como un monarca que no se deteriora mientras se acerca el fin. Ignora los testigos. Sabe que ha triunfado.