Pensé que podría hacer de La Pausa mi modus
vivendi, mi filosofía. Caminar despacio, hablar con frases cortas,
espaciadas o no decir nada. Casi no mirar el entorno, ignorar el ruido, captar
sólo las voces esenciales de la música, olvidar la gente. Eso implicaba ordenar
a la adrenalina no dar brincos por motivos absurdos. Soltar la respiración sin
resoplidos, masticar despacio. Nada fácil. El corazón desbocado se resistía
ante la exigencia de trote lento. La mente, estrambótica y dicharachera, no
podía con el ritmo lineal del nuevo itinerario del silencio, balbuceaba teorías
y máximas sin filtro. La piel, golosa de la noche y el baile, insistía en
recorrer los vericuetos cálidos de las divas y saborear el antiguo almizcle del
vino. Se dejaba llevar en andas. La mirada se escapaba tras los espejismos que
la vida impone a diario, y los sueños ni se dieron por enterados de mi
insensata pretensión de vivir aletargado y mudo. Siguieron llevándome por los parajes
de fiebres, incertidumbres y promesas que tanto disfruto, que siempre agradezco. Así que desistí. Sigo siendo el obsoleto Monje Mundano escritor de estas bitácoras.
lunes, 19 de junio de 2017
domingo, 11 de junio de 2017
Horizonte.
Quizás este día alcance a ser un poco triste.
Llovió fuerte antes del amanecer,
ahora el sol sofoca, arde en el aire.
Decido saltarme varios peldaños de la mañana,
no café caliente ni panecillos con fruta,
nada de música clásica ni ventanal abierto,
cero mirada lánguida
o gesto de hombre sin buenos recuerdos.
Todo día es un puente hacia otra vida
y también tiempo que huye.
Invento que la quietud es sabiduría.
Entonces, un silbato me llama,
hay que zarpar,
aunque la maleta no esté hecha
y las manos no estén listas
para ondear un adiós apresurado.
Qué más da lo que se deja
tampoco importará lo que se encuentre,
el recorrido es igual de inútil.
Por más que inventes
la vida tiene un número limitado de versiones,
abandona el por qué,
olvida que has existido,
no te recuerdes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)