La
soledad siempre la fabrican otros, los que prometen estar y luego se van. Las
frases dichas como máximas en momentos de pasión obnubilada, se vuelven polvo
cuando las atraviesa la monotonía. El paso del tiempo es implacable, todo lo
desgasta, no hay amor que sobreviva a semejante potencia de destrucción. Dentro
del espíritu humano anida la tendencia a la traición. Pero siempre el
traicionado es él mismo. Desatiende su intuición, olvida sus itinerarios, falta
a su palabra. Hay que aceptarlo. Toda palabra es hueca, falsa. El amor nunca ha
sido el cimiento de la verdad. Crece sobre ilusiones que el tiempo decolora.
Allí
está la puerta. Es hora de empezar a caminar.