miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las Voces De Mi Hábitat

Logo diseñado y pintado por Anuar Bolaños. Nombre de su casa.



¿Qué es la vaina con los paisajes?

Yo creo que nos conectan con algo guardado. Puede ser algún anhelo para el futuro o la reminiscencia de algo que nos jala hacia atrás. Seguramente se da una combinación de ambas sensaciones. Contemplar un paisaje une recuerdos y sueños.

El mar, su sonido, el olor de tiempo oxidado que anuncia, su oficio de espejo de cielo y sol combinando matices que se difuminan o colores nítidos que afianzan contornos. Sobretodo la promesa de espacio y lejanía es lo que nos seduce del mar si queremos partir.
Si la situación es de espera y coincide con el otoño o la lluvia, el mar nos arropa con la nostalgia de sus aguas grises y un sonsonete lánguido que nos hace sollozar o hacer gestos de resignación con la boca.
Cuando el corazón está casi adormilado y no padece agitaciones de amoríos, y la mente no está escarbando en la letra menuda de la existencia para dar con explicaciones que luego resultan inoficiosas, la mirada simplemente se entrega al mar con la soltura que da no perseguir nada. El hipnotismo de las aguas nos hace levitar, el tiempo se vuelve una cosa sin bordes que no nos ataja. Pero esa quietud, esa calma, pronto se vuelve incómoda.

Las montañas por su elevación aportan frío, neblina, vegetación espesa, ruidos vivos. La perspectiva nos envuelve de modos distintos si estamos en la cima o en el zócalo. Escaladores o aves. Lianas o parapente. Yo abogo por la quietud. Dejar que el cuerpo sea atravesado por la fuerza del silencio, el frescor que pasa en rayonazos de viento, aromas de tierra verde dueña de su evolución.
Si hay un río arrastrando su cosa viva, seguramente cautivará con su estruendo interminable o su falsa parsimonia de profundidad insospechada.
Una cabaña incrustada en la montaña es un abrigo, un pívot, centro de operaciones de los antojos.

El desierto de día es una gama de colores pardos que reverberan y derriten la mirada. Alambique que saca el agua del cuerpo y pone en la mente premoniciones del infierno.
Polvo, arena que se embadurna en la piel y troquela un enjambre de grietas diminutas.
En la boca un engrudo de saliva añora una cerveza helada. Los ojos se achican para salvar la mirada, la respiración es un jadeo sordo.
De noche el viento sopla aullidos. Un engarrotamiento oficia sobre tu cuerpo. Maldices entre dientes que la teletransportación no haya sido inventada todavía.
Claro, sentado en el porche de un rancho al borde del desierto, al caer la tarde, cielo pardo, brisa solidaria, calor franela, refresco con hielo, silla mecedora, contemplando la tierra reseca como un mural a la distancia, la visión dejaría tranquila tu existencia y eventualmente podrías soltar tu mente por ensoñaciones junto a jovencitas acaloradas, ligeras de ropas. O seguir con la trascendentalidad inoficiosa de querer saber por qué la vida esto y aquello.

4 comentarios:

  1. Anuar que bonito... Me transportaste a mi tierra montañera, al mar de Necoclí y al desierto de Villa de Leyva, paisajes que hace muchos años no contemplo y que luego de leerte añoro y extraño más, si cabe...

    Soy paisa hasta la médula pero crecí en Boyacá (hasta los 16) y trabajé un tiempo en Barranquilla, ahora vivo en España, una mezcla un poco rara, algo así como dejarte un trompo bailando en la uña jajajajajaja

    Besos brujos, pero para vos cargados de magia

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  2. MIra Anuar soy una romántica empedernida, hoy me has hecho viajar, mis ratones bailaron y corrieron como nunca, ji ji ji. Te felicito por escribir tan bien, el lugar encantador.
    Besos a la distancia.

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  3. Me gusta lo que escribiste sobre todo lo del mar, me identifico mucho con esa forma de pensar que tienes a cerca de él.


    Un gusto.

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  4. El desierto me coge y me atrapa sin duda, aunque me gusta mucho ver a los surfistas surcar las olas. El frío de la montaña, siempre que no cale la médula, es delcioso. Voy a aprender a apreciar el silencio tal como lo retratas. Aunque lo dudo mucho.

    Hasta otra! Sigue, no te detengas, quiero más.

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