miércoles, 18 de mayo de 2011

Cotidiana 4.

Poeticuento.


La sensación parece incontrolable, de hecho creo que lo es. Me despierto muy temprano, sacudido por el frío de este invierno que se ha desbordado por encima de cualquier capacidad de buceo. Abro la ventana, masoquista recibo el viento frío que viene de los farallones, los gallos tercos de la finca de enseguida se empeñan en anunciar un sol que no aparecerá.

Busco un abrigo pero no me lo pongo, enciendo la lámpara encima de la mesa de los libros, tengo textos por leer pero ni siquiera los miro. Prendo la radio para dejar que su ruido musical invada la casa. Estoy obnubilado con todas las sensaciones que me produce mi rutina de soledad y quietud. Miro mis manos largo rato, son demasiado blancas, veo las venas azules y los nudillos colorados, la piel está reseca, recuerdo la crema de manos que está en el tope del estante del baño, olor a macadamia.

Quisiera tener las palabras que desvanezcan esta sensación preludio de un sonsonete sostenido que me mantendrá engarrotado por horas, me descubriré deambulando por toda la casa arrastrando un pensamiento que anhela ser el preámbulo de alguna idea explosiva pero simplemente se desgasta en redundancias planas, inoficiosas.

Un pensador agudo tendría la habilidad para sacar una premisa filosófica de esta sensación de inexistencia. Yo me quedo hilando conjeturas que en lugar de desenredar los hechos que me aturden, les añaden versiones improbables, recovecos donde no se puede elaborar un desenlace práctico. Me ha sido imposible aceptar que no puedo cambiar el pasado, y mi forma de recordarlo es bastante torpe, densa. Me atemoriza la falta de lucidez de estas ideas. Ser consciente del deterioro de mi mente me hace pensar en el tiempo perdido. Ya debería haber franqueado el umbral de esta guarida inservible y estar marchando sobre la ruta que me llevaría a un hábitat menos desencantado. Me refiero a mi lúgubre guarida interior y al anhelo de llegar a un hábitat en el corazón de trópico.

Mi polo a tierra es la mujer que me visita los jueves y alaba la armonía de mi desquicio. Para ella soy un espécimen de colección, un dinosaurio galáctico fabricado con una mezcla de adamantio y arcoíris, un acróbata de las palabras que habla mucho sin decir nada, un predicador obsoleto, insobornable. Ella para mi es un remanso tibio que me mantiene alerta. Su cuerpo me hace creer que es posible cometer el crimen perfecto: amar.


anuar bolaños.

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8 comentarios:

  1. me dejas sin palabras......x.d!!!!!....eres increíble, que realismo...desde mi humilde opinión, es genial...un abrazo y cuida esa espalda

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  2. Yo iría a visitarte otros días...

    Un beso o 2 ***

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  3. Ahhh... la mujer de los jueves! Muy bien Anuar

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  4. comprendo, y me cuesta entender

    besos

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  5. Recostados en la penumbra de los días, hacemos y deshacemos, con las manos engarrotadas, la mente haciendo de las suyas en ese invierno cargado de soledades del que sólo la inocencia de una mujer inusitada nos pueda despertar del letargo.
    Besos, Anuar.

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  6. Abrazo tu invierno y te entrego mi primavera.

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  7. La mente es todo un paraíso de sensaciones, de cavilaciones fundadas o no,de revoloteos con o sin alas.
    Menos mal que te visita esa mujer los jueves,al menos te adhiere a una certeza.
    Un beso.

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  8. Por qué sólo los Jueves.....????????????????
    mar

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