sábado, 10 de diciembre de 2011

Parentela.

De la serie: "Ciudad Gris".


La tristeza de hoy es ancestral, invocada.
Miro pasar la vida. Como trozos de pan.
Bebo sorbos de café. La vida pasa.
Miel, hiel, amargo sinsabor.
Todo habitante de la calle es mi semejante,
El que niego, el que miro de soslayo.
La vida no pasa, soy yo quien sigue de largo
y procuro no llevar ninguna carga.
Dejo regados los recuerdos,
No acumulo anhelos.
He descalificado la espera
como estrategia de ser.
Pero mi quietud me pone triste.
Transito en círculos.
Mis pasos van, mi corazón se queda.
Mis ojos huyen, el silencio triunfa.
Permito que el otoño sea la pulpa de mis días.

.

7 comentarios:

  1. Si Anuar, a veces uno se siente así, tal como el poema. Suerte que cada mañana sale y vemos al sol. Buen fin de semana, amigo.

    http://normasoriano.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Anuar:
    Me ha encantado este poema con sus letras melancólicas como él, su ritmo lento y desazonado, en especial:
    "..Dejo regados mis recuerdos,
    no acumulo anhelos
    .."

    Parece que la quietud te inquieta,
    realza tu malestar.
    Todos nos sentimos así alguna/s vez, pero como dice Norma es como un virus que se va, de esos que duran tan solo 24 horas.

    Un fuerte abrazo de optimismo:)

    ResponderEliminar
  3. Si al menos puedes comer pan, todo es menos duro.

    ResponderEliminar
  4. Anuar, estos versos melancólicos son hermosos, el otoño tiene cosas buenas también, un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  5. No hay que dejar que la vida se nos escape.

    ResponderEliminar
  6. Me encanta la ultima oracion.

    Un abrazo bien fuerte.

    Andri

    ResponderEliminar
  7. Anuar, debo disculparme por dar respuesta a su comentario en este poema, pero lamentablemente no encontré otra forma de contacto. Creo que tiene mucha razón en su argumento, no sólo los estudiantes son culpables de lo que se les acusa. Es la sociedad en pleno la que nos arroja a ese abismo de desidia y facilismo. No son las redes sociales, es el mal uso que le dan muchos.

    El reto lo tienen los maestros y está en lo que usted bien dice: “entrenar las habilidades escriturales de los estudiantes, paso a paso, palabra a palabra, renglón a renglón hasta formar un primer párrafo pequeño y de allí ir sumando para lograr una primera página bien elaborada, desde los primeros años; y a la par, ir estimulando la autonomía y el aprovechamiento de talentos”.

    El mismo Camilo Jiménez lo reconoce: “cinco estudiantes” manifestaron interés en desarrollar de buena manera el escrito solicitado. Pues bien, ahí está la clave y la muestra de que no todo está perdido, con que uno sólo de los estudiantes se esfuerce por dar un buen resultado, la labor del maestro habrá valido la pena. A veces caemos en el pesimismo y el lamento convertido en letanía y se nos olvida que no todos nacieron para buenos lectores y mucho menos para escribir. Es parte de la condición humana.

    El otro problema radica en el sistema laboral. El sistema no exige buenos lectores, ni buenos escritores, sino personas capaces de aprender una fórmula y replicarla por el resto de su vida.

    Ojalá todos tuvieran el buen deseo de debatir con argumentos. Agradezco su comunicación. Ha sido de gran valor poder leerla.

    Saludos.

    Gabriel Umaña

    Pd. A propósito de “Parentela” encuentro en sus versos una gran sensibilidad por lo cotidiano, lo elemental, eso que la mayoría dejamos pasar desapercibido. Buenas letras.

    ResponderEliminar