Ahora
lo sé. Soy este espectro que absorbe imágenes de sí mismo. Salgo de mí, me paro
en frente, soy dos, uno actuando y el otro registrando la puesta en escena, los
gestos de nostalgia y melancolía, el desconcierto, la parsimonia de existir en
pálpitos muy pausados y moverme en fotogramas, vacilante pero tranquilo,
incompleto pero sin ansiedad, quizás más pensativo de lo que se requiere para
estar adaptado a un mundo donde las personas urgen estar conectadas a alguien
que los apruebe sin titubeos ni distracciones. Y yo, sarcástico hasta cuando
guardo silencio, impetuoso desde la ausencia, altanero, con un tono de voz que
regaña incluso cuando dice frases melosas, filoso de mirada y malabarista de
palabras pomposas, nada solidario, ubicado en una cumbre de niebla, caminando
hacia mi reflejo, mirando sólo mis ojos que simulan la opacidad de un otoño que
supongo proyecta un ambiente de enigma sugestivo, produce el magnetismo
necesario para llamar la atención, para hacer eco en los recuerdos que los
demás se llevan y ser ese cómodo espejismo tropical que se anhela en el verano
o la tibieza de una manta de lana en una noche lluviosa de octubre cerca a
las montañas. Quizás debería caminar en la ciudad cuando el clima inspire el
letargo dulzón que precede al olvido. Ser parte de la multitud solitaria,
invisible como todos, magníficamente absurdo. Prefiero quedarme enconchado,
hibernar hasta llenarme de líquenes. Mirarme es estar abrazado a mí mismo con
una firmeza blanda que arrulla y no adormece, lleno de mi ausencia sin quedar
asfixiado, testigo del avance del tiempo con el alivio de saber que todo llega
a su fin, que es inoficioso buscar lo que no existe o dar lo que no te han
pedido. El único obsequio valioso es este hábitat que me acoge, cómplice
engañoso elaborado para sobrevivir sin que nada importe. El tiempo gotea su
parsimonioso ácido letal, fabrica humus con todo lo que toca. Me inclino
agradecido ante su toque redentor.
Estuve por un rato asomándome sobre tu espejo de palabras. Fue bonito.
ResponderEliminarEs bello lo que has escrito, enhorabuena.
ResponderEliminarA veces con quien mejor estamos, es con nosotros mismos, y ademas creo que es hasta necesario.
ResponderEliminarGracias por llegar a mi blog, y así poder conocerte.
Me quedo de seguidora, y así ya no pierdo el rastro.
Y me gustaría que tu te quedarás en el mio...si quieres claro.
Un saludo, y buen fin de semana
Muy bello, enhorabuana.
ResponderEliminarBesos.
Era enhorabuena. Perdón.
ResponderEliminarCómo recorrieron mi ojitos por cada palabra tuya!
ResponderEliminarTe buscaba, aunque ya existías (dentro de mí). Tiempo, fuera me vi preferir quedarme enconchado, hibernar hasta llenarme de líquenes.
Besos, Anuar.
Andri Alba
¡Uahhh! Creo que tengo que releerte dos o tres veces más. Porque es tan intenso, tan enroscado, tan verosímil, tan cierto y tan humano que exhala humildad, esa que sale de dentro y no va envuelta en máscaras. Me dejas perpleja. Lo expresas tan bien...
ResponderEliminar¿Por qué casi afloran las lágrimas a mis ojos? ¿Es esta la existencia que nos queda tras tanto luchar y hurgar fuera y dentro de sí?
Hoy desearía darte un abrazo no virtual.
Los magníficos santuarios que nos protegen de la multitud.
ResponderEliminarSepulcros amables.
Anuar, visto desde acá, hay que salir de la valva, demasiado tiempo encerrado, un abrazo!
ResponderEliminarAy María Cristina,
Eliminarhasta cuándo te digo (cuándo vas a entender o aceptar) que los textos de mi blog son ejercicios de creación literarios, mera ficción.
NO SON EL RELATO DE MI VIDA NI UN DIARIO ÍNTIMO.
Ni siquiera el personaje narrador inventado para decir estas ocurrencias pasa "demasiado tiempo encerrado".
No hay mejor compañía que uno mismo.
ResponderEliminarSaludos
Estar con uno a veces para otros resulta penoso, a mi me ayuda a aprender y conocerme. El estar con uno es escucharse
ResponderEliminareste protagonista es todo lo contrario a Rex Mundi (deidad-demonio) que absorbía la energía de los humanos, ese era su alimento ( tristezas, decepciones, desolaciones, iras, odios, etc)
ResponderEliminarbuena semana
salutos
Bueno Anuar, yo le estaba hablando al personaje, no lo tomes personal, algo así como "641 afuera! " ja ja ja, un abrazo renovado!
ResponderEliminarExcelente relato, atractivo soliloquio. La soledad, a veces, es apetecible y tú dibujas ese vaivén entre dos que son uno.
ResponderEliminarCada cual encuentra su paz en los lugares, acaso, más extraños para otros.
ResponderEliminarSaludos
Desdoblarse en dos o en múltiples facetas es prerrogativa del que atiende y entiende que soñando se vive.
ResponderEliminarMuy bueno.
Abrazos.
Los paisajes internos son los que siempre nos acomodarán, supongo que porque allí, reservamos nuestro ser verdadero.
ResponderEliminarUn abrazo Anuar, muy buen relato.
Describir la parte más oscura de nuestros pensamientos no es tarea sencilla, realmente quien escribe espontáneamente aquello que siente deja algo propio y ajeno, que experimenta y a la vez, anhela. Me gustaron tus palabras.
ResponderEliminarun saludo
a veces, me remonté estar leyendo a kafka... hay resquicios en nosotros que a veces se puede uno ir a descansar o a observar...
ResponderEliminarEs el precio de actuar y observar, el precio de hibernar es no vivir, dejar de crecer.
ResponderEliminarEs suficiente con sobrevivir?
Hola
ResponderEliminarMe gusta la foto con el perro que tienes en el perfil.
Me gusta lo de Monje mundano. Me gusta mucho.
Saludos