martes, 1 de marzo de 2016

Del Diario De Stella Kovaltok.




Es tan intenso.
Le ofrezco mis labios para un beso
y me invade con su lengua,
casi una serpiente saturando mi garganta.
Quedo empavonada y sin aliento,
es tan veloz que sólo atino a rechinarle los dientes.
—Podría abofetearlo por eso—

Hay días que sus besos son una visita afortunada,
me dejan en vilo un instante que ruego se prolongue.
Me abraza con tal precisión
que su cuerpo suplanta mis ropajes,
es firme, cálido, y afloja en el momento exacto
sin dejar magulladuras.

Sus ojos me limpian la mirada.
Son tan nostálgicos, no hay corazón que los aguante.
Al atardecer su silencio es acogedor.
Nunca me gusta cuando me agarra al descuido
o mete su mano bajo mi blusa.
Me siento prisionera —podría abofetearlo por eso—.
Sobre mi rostro sus caricias son otro asunto,
sus dedos tienen el toque de un ángel.

Dice frases que me desatan,
ya de cólera, ya de risa.
Creo que tiene miedo
(camina contando los pasos).

Es insólita su manera
de descorrer el pestillo de mis desaires.
A su espalda caen sombras deshilachadas
y es como si un quejido lo persiguiera.
Siempre trae manchas de sangre en la camisa
en el lado del corazón.

Le perdono todo, sus asaltos de caníbal,
sus ojos de invierno,
la rigidez de su ceño,
sus sueños desolados, todo.
Pues al voltear siempre está ahí
con su pulso firme, con su verbo intacto.

6 comentarios:

  1. Un hermosísimo poema de amor y entrega, un abrazo Anuar!

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  2. La pasión es algo incontrolable, nos supera, nos arrastra, nos conmueve, y provocan versos tan maravillosos como estos. Saludos

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  3. Uhmmmm, creo que se comprende la disculpa.
    Un saludo

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  4. El amor comienza con un beso. Dicen que el origen del beso es el mordiscón. Jaja, me gustan los besos y los mordiscones.

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  5. Muy bueno, toca ese punto tan difícil de precisar en una relación amorosa, ese punto en que desearíamos abofetear pero algo profundo nos lo impide, esa aceptación primaria ante la educación social-moral que nos domina a veces.
    Otro placer más leerte.
    Abrazo.

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  6. Lo de la lengua cual saeta, es una experiencia deliciosa. CReo que matiza el beso. Empinados versos, que no esconden sino declaran una forma de amar.UN abrazo. Carlos

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