viernes, 18 de marzo de 2016

Mariana, La Mujer Invisible.



Ático y aljibe, antojo vaporoso,
presencia sibilante.
Esta mujer es oriunda de un barrio colonial
y los días de invierno le dan la facultad de levitar.
Canta baladas de los 60’s
y aunque lo intenta,
no alcanza a ser la nueva dama
sentada cerca al fuego de mis rutinas vacías.
Habita cerca a mi resuello,
tiene miedo de ahogarse en el olvido.
Su claridad espectral me atemoriza,
con gestos incoloros
me pide cambio de receta
para hacer los huevos al desayuno,
más mazorca y menos cebolla;
pide cambio de música,
más tango y menos trova;
cambio de ropa,
adiós a los bluyines;
de loción, olvídate del pachulí.
Me pide que abandone el orden exacto
de la rosa cromática de mis amores.
Ella funda mi religión
y me alimenta con alpiste.
Sus manos son de arcilla blanca
y al posarlas sobre mi pecho
me cambia el corazón de lado.
Su rostro, inconfundiblemente egipcio,
me llena la piel con aromas del desierto,
me narra la lluvia, me viste de aire.
Cada que llega el sol
se va al patio trasero
a tirarse en la hamaca del palo de mango
a suspirar hasta evaporarse.
Cuando me siente volátil o clandestino
se hace la intransigente,
sus sollozos hacen coro
con el dictado de mis delirios
y dejan un atavío de cruces
sembrado en toda la casa.
Al llegar la noche
apaga su sonsonete gangoso
y vuelve al lecho sigilosa
a resguardarse entre mi abrazo.


8 comentarios:

  1. NO hay manera de liberarse. ES un encanto de seducción, así hasta en sus berrinches. UN abrazo. Carlos

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  2. Sólo tengo una palabra para ti, amigo Anuar: ¡MAGISTRAL! Un abrazo.

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  3. Hermoso. Tan lleno de amor en cada palabra. Has tejido cada letra hasta convertirla en un hermoso tapiz. Un abrazo

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  4. Vivo en Piedecuesta, departamento de Santander, para lo lo del intercambio de libros. Un abrazo.

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  5. Por favor, que me narren la lluvia, que me vistan de aire, que los suspiros dados al calor permitan mi evaporación. Creo que con todo eso, yo también podría ser sigilosa al meterme en la cama y buscar el abrazo. ¿Quién no?
    Una maravilla este resumen de momentos, pensamientos, andaduras y amor irreversible... Qué bonito que escribes, Anuar.
    Un fuerte abrazo.

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