Dime algo, nómbrame de nuevo, inventa que soy ese hombre que has buscado, el que necesitas, el que te hace sentir cómoda dentro del silencio y que si sueltas la voz se pone atento como si con tus palabras lo alimentaras. Ven, pon tu mano en mi rostro que estoy cansado de invocar el llanto y ver que no llega. Acerca tu rostro al mío para sentirte respirar, para mirar tus labios dulces y llenarme de tus ojos bellos que me miran sin titubeos. Llévame contigo, mujer mía, a ese paseo citadino en el que triunfamos sobre itinerarios y vendavales. Inaugura nuevamente mi cuerpo con tus manos que saben de arcilla y repostería. Sonríe sin límite de tiempo. Haz de cada abrazo un recuerdo tibio y de todo encuentro un punto de partida con sabor a meta. Quédate en mi lecho cada mañana de domingo para sentir que eres mía, que soy yo tu hombre elegido, que sin promesas también es posible alcanzar la dicha. Arrincónate en mi pecho, susurra que me amas.
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Sobrecogedor
ResponderEliminar"...un punto de partida con sabor a meta..."
No cabe decirlo más lindo.
Un abrazo, Anuar
DALTVILA
* He abierto mi blog y me he encontrado esta preciosa sorpresa
Me encanta, como siempre. Me pierdo entre esas manos que saben de arcilla y repostería.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué lindo Anuar, eres un dulce, bendita la mujer que despierta todos esos sentimientos.
ResponderEliminarCariñosssssssssssssssssssssssssssssss
Hermoso
ResponderEliminarDe acuerdo con los anteriores comentarios.
ResponderEliminarSi me lo permite el poeta, me adueño de esas palabras para soñar un rato, hago de cuenta que alguien me las está diciendo a mí.
ResponderEliminarAndri, de verdad que estás callada, ja ja ja.
La verborrea es un mantra que ensordece.
ResponderEliminarCuanta ternura.
ResponderEliminarprecioso...
ResponderEliminar¿la verborrea es un mantra que ensordece?
cierto...es hipnotizante pues sugiere sensaciones, emociones, la mente se queda quieta..