sábado, 30 de julio de 2011

Diatriba L.



L

Me gustaría oír lo que dicen quienes defienden esa pose efímera cuando están vueltos mierda, en esos instantes en que se aíslan y ni siquiera resisten estar consigo mismos. Que me contaran detalladamente lo que sienten y piensan cuando se reencuentran con su fragilidad.

Y hay algo más, creo que, como con cierto tipo de drogas, la promiscuidad es un intento de auto-destrucción. Van pasando los años y el cuerpo luce ajado, el corazón está lleno de huecos y moretones, han crecido miedos en nuestra mente y el discurso sale fragmentado, incoherente, hueco, lleno de justificaciones que no nos dejan ver la verdad del asunto. Estamos solos, seguimos solos, lo aprendido fue más bien poco, lo ganado y lo perdido tiene proporciones que no nos satisfacen, hay mucha tristeza y demasiadas añoranzas. De pronto recordamos un amor que fue la opción más cercana al amor buscado y fue desechado pensando que en el próximo romance por llegar sí encontraríamos el cien por ciento anhelado. No hubo tal.
Por todo esto que digo, es que se me ocurre que hay que empezar a hacer una revisión más valiente y temprana de nuestros objetivos en las relaciones de afecto y sexualidad con los otros. Cómo es que amo mi cuerpo, cómo realizo mi búsqueda de amor. Habría que decantar las justificaciones y aceptar nuestra naturaleza profunda con todos sus matices. La promiscuidad debe ser una etapa de transición, no la meta, no el hábitat en el que nos quedamos a vivir por siempre. Hay que permitirse muchas aventuras para fortalecer el espíritu y expandir la capacidad de la mente, pero todo tiene sus límites y es nuestra tarea aprenderlos y respetarlos. La pregunta sería, estoy satisfecho con lo que tengo en este momento en mi vida, qué he hecho de mi, cómo he ayudado a que los otros se construyan mejores para sí mismos.






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8 comentarios:

  1. Anuar, me encantó leer este post, está lleno de verdades. Un post de autocrítica y de reflexión.
    Gracias por publicar, besos y buen finde de Norma Soriano.-

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  2. Te sigo hasta la última letra del alfabeto, Anuar.

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  3. Veamos, mi entrañable Anuar, en este comentario mezclaré lo que quería decir a propósito de las diatribas J, K y la de esta entrada en concreto. No creo que sea nada difícil de entender, puesto que el hilo de tus reflexiones es perfectamente discernible y fácil de enlazar.
    J- Yo no creo en la soledad como estado permanente e inherente a nuestra condición de seres humanos, tampoco pienso que enamorarnos sea una vaina pasajera. De ser así me declaro un vaina total y sin redención. Yo me enamoro hasta de un palo de escoba con sombrero, así dicen en mi pueblo. Si no estoy enamorado me siento totalmente vacío, porque ese enamoramiento es lo que me hace sentir diferente de la señal de 'stop' que cada día me saluda al salir de casa. El día que admita la incapacidad de enamorarme, 'tapa el pomo y huye', salgo, cierro la puerta y tiro la llave.
    K- Sí, existen esos amores de 'postales', aunque no suenen violines ni cositas de esas, a veces son otras músicas las que forman la banda sonora de nuestra vida. Sí, la penumbra en un atardecer, mientras los aromas de un puñado de flores, medio marchitas, pero flores al fin, invaden el aire, puede ser tan o más real que en cualquier novelita rosa, con la diferencia de que no hay la interrupción obligada para el anuncio de jabón y que en ocasiones ni siquiera hay diálogo…(Nada de : Te amo con toda mi alma, Ernestina Augusta Paulina!!!! o ¡No me abandones, Alejandro Enrique José!!!!…eso sí que es una vaina:)
    L- La fragilidad sí que es inherente a nuestra condición humana, incluso a nuestra condición de simples seres vivientes (ojo: 'ser viviente' no es igual a 'ser humano') Desde el momento en que abrimos la puerta a los sentimientos nos volvemos frágiles, o al menos lo hacemos más patente. Nuestra fortaleza radica en preservar esa fragilidad delante de una posible fractura.
    No, nunca estaremos solos de manera absoluta, de la misma manera que es muy difícil que sea absoluta la compañía. Si pudiéramos estar 'absolutamente solos' no valdría la pena hablar de una 'posible compañía', digo yo.
    Llevas toda la razón, la promiscuidad nunca ha de ser una meta, incluso para muchos esa opción ni siquiera aparece como posible etapa, y no experimentarla es una manera más de vivir el afecto y la sexualidad. Una sexualidad que, por otra parte, no podemos obviar. El sexo, como culminación carnal y material de un sentimiento, es necesario, ineludible y no tiene que convertirse en 'masturbación espiritual'.
    Sentirse satisfecho con uno mismo es más difícil que hallar la raíz cuadrada del número infinito, pero si lo conseguimos, aunque sea en parte, debemos tener en cuenta que esa satisfacción es directamente proporcional a la estabilidad de los factores que nos la proporcionan, así, de fallar esos factores evitaremos la frustración y podremos recomenzar la búsqueda de esa satisfacción, lo que nos remite al principio de tus diatribas.
    Hay otras cosas que me encantaría poder explicar, pero sería excesivo y ya me he extendido demasiado, pero es que tus palabras estimulan los razonamientos, por eso pienso (estoy casi seguro) no te molestará tanta perorata.
    Con una ración de aceitunas y una botella de vinito de Falset seguro pasaríamos la madrugada charlando, y nos faltaría tiempo. Ojalá algún día podamos 'enzarzarnos' personalmente en una 'discusión' tan 'trascendental'…(aquella entrada me encantó)
    Para otro día dejo mi comentario sobre tu visita, que me alegró enormemente, porque la calidad del lector es un valor añadido a lo que uno escribe. (Aunque en este caso, mi aportación sea ínfima))
    Un fuerte abrazo.

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  4. De la A hasta la M, recuerdo que dijo...

    Ahora he venido a leerte.

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  5. Sabiduría en ese espejo no falta.

    Besos.

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  6. Hola Anuar, nuevamente en tu página, esta vez para leer los comentarios, son tan ricos muchas veces como el mismo post. Además tratando de publicar, para ganarle a blogger travieso que no me dejaba hacerlo.
    Bueno, nene, besos.

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  7. Muy interesante el comentario de Eduardo, qué bueno experimentar esa libertad para vivir distintos amores! Los que elegimos formar una familia y ser leales, tenemos nuestras trabas, aunque un día nos hayamos despojado del cerrojo, nos queda la sensación, y es difícil cambiar. Mientras tanto, disfrutamos de la paz elegida.

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  8. La verdad, otro de tus sutiles encantos!

    Un Besito marino

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